Amo mi Peso

V

La esperada noche llegó y con ello, la hora de recoger a Irma o eso pensaba Claudio, mientras su chofer se estacionaba en la agencia, su sonrisa era tan evidente que cualquier persona sabría el motivo, dejando de lado esos vagos pensamientos ingreso al lugar, el personal de recepción lo recibió con amabilidad.

— ¡Buenas Noche! En ¿Qué podemos ayudarle? — pregunta, la mujer de piel oscura y mirada cordial.

—Vengo por la Señorita Irma Renard, soy su novio. — respondió directo y la dama asintió, para así atender su pedido.

En menos de 20 minutos, Irma aparece lista para irse, a lo que él se acerca para abrazarla y ella lo recibe con gusto, pero algo reticente por su cercanía, Claudio no pasó eso desapercibido, sólo que no le dio importancia y se enfrasco en escoltarla afuera de la agencia, como llevarla al auto que esperaba por ellos.

Ya dentro, ambos conversaron de todo un poco, él deseaba saber cómo fue su día y ella con algo de incomodidad le respondía, pero disimulaba su disgusto en el mismo trayecto se pusieron al día, hasta que llegaron a la mansión Pauwels ambos se bajaron, caminaron hacía la entrada principal la seguridad era discreta, pero a la vez muy estricta a petición de la familia, Claudio negaba internamente por los miedos de su abuela.

Estando adentro, él la llevó a la sala principal, Irma observaba todo con deleite reconociendo el buen gusto de la familia y antes de ella sentarse, tocó sutilmente el hombro del pelirrojo, captando su atención.

— ¿Necesitas algo preciosa? —pregunta, al tomar su mano cómo besarle el dorso con cariño.

Ella toma un respiró hondo, para así responder.

—Sí… necesito un buen Martini, con una rebana de limón como decoración. —hizo su petición a lo que él asintió.

—Perfecto… sí quieres, te lo sirvo.

De inmediato Irma, lo dejo caminar para cruzar el pasillo… seguro yendo a servir su bebida, con algo de molestia, se sentó en el gran sofá blanco de doble plaza, recostó su cabeza, sobre el mismo tomando otra bocanada de aire, necesitaba alcohol, para soportar la noche y lo que haría, para que Claudio tomara una decisión definitiva en su relación.

Antes de volver a relajarse un leve carraspeo, la hizo que observará la copa de Martini lista, para degustar, junto a la sonrisa de enamorado de él, devolvió el gesto tomando la bebida y relajando su cuerpo, con el primer sorbo que le dio, pero antes ella detalla que no estaba bebiendo, algo que no dudó en preguntar.

—Cariño, ¿Por qué no tomas conmigo? —algo que él negó y tomo asiento a su lado.

—Es muy temprano y debo trabajar mañana, no necesito tomar alcohol, sólo una cena y descansar. — respondió con sinceridad, dejándola asombrada.

—Hummm… está bien, digamos que yo no tengo hora, para el alcohol. —soltó en broma y él le siguió.

—Ya veo… espero no sé te suba a la cabeza.

—Soy resistente, nada me detiene. —impuso con altanería, cruzando sus piernas con elegancia.

Al instante Claudio tragó grueso, pero se concentró en mirar sus ojos, ya que ella era un mar de sorpresas, emanaba seducción en cada parte de su ser, así que se esforzó, por concentrarse y no perder el control, siendo todo un caballero.

Una hora pasó, entre platicas vagas y como harían, para desarrollar grandes avances en su compañía, para Irma era vital conocer sus puntos estratégicos, porque les daría la opción de ellos crecer; antes de pedir su tercera copa una mucama aparece y con respeto los interrumpe.

—Señor la cena está servida, pueden pasar al comedor.

—Muchas gracias… enseguida vamos. —responde y la señora asiente retirándose.

Enseguida los ojos ámbar de él, se posan en Irma y la invita a colocarse de pie, para así caminar y aparecer en el distinguido comedor románico, un gusto exquisito que ella disfrutó, al tomar asiento y ver un excelente banquete, digno de su talante, él abre la silla para que tome asiento, cosa que ella no duda en hacer acomodándose para comenzar a comer.

A medida que degustan los alimentos, Irma se queda sorprendida de como Claudio ha devorado tres platos, en menos de diez minutos, mientras ella sigue degustando su ensalada con frutas añadidas; algo que la hace estar en forma, sin perder su belleza comiendo demasiado, pero nada la preparó para ver ese escenario, se notaba que él nada lo satisfacía, porque seguía devorando los alimentos y poco tomaba agua.

Tal descubrimiento la hizo sopesar que la vida de este hombre, sería corta si seguía comiendo de esa manera, tomo otro sorbo de su licor; curvando una sonrisa, reconociendo que sus planes se cumplirían y ella sería libre de hacer lo que deseara, sin tener nada que la detuviera.

Así que, no lo interrumpió continuando con su plato, hablaban de vez en cuando hasta que por fin, él estuvo satisfecho se limpió con la servilleta y observó a la dama, casi terminar su plato.

—Veo que no comes casi. —le dice y ella lo observa detenidamente.

—Digamos, que cuido mi cuerpo. —responde amablemente.

Claudio toma el vaso con agua y comienza a ingerir, para refrescarse un poco, en ese momento el servicio de cocina aparece, despejando todo y con eso Irma termina de comer ambos se levantan, para dejar que limpien con tranquilidad; luego decide tomar la mano de ella, llevándola a la terraza.




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