Las tragedias son cosas que no están bajo nuestro control; pero hay que ser de temple de acero para saber afrontarlas.
Sábado, 23 de Agosto, 2008.
A las 08:00 horas.
Siete pequeños se encuentran jugando en un vecindario muy tranquilo, puesto que es un vecindario de personas de clase media. Son 20 casas en total. A solo medio kilómetro de ellos, el bosque los invitaba a entrar y perderse en el.
"El bosque es peligroso hija, nunca te acerques a el", le decía una mujer morena a su pequeña, una castaña, de 5 años.
"En el bosque hay animales salvajes, que pueden hacerté daño, por eso no quiero que vayas nunca, te quiero demasiado, Nanito", un hombre castaño abrazaba a su pequeño moreno de 8 años.
"Deben prometer, que jamás de los jamás irán al bosque, ¿Esta bien niñas? Es un lugar demasiado oscuro", una mujer rubia le decía a dos pequeñas de 8 años, una pelinegra y la otra pelirroja, que la miraban atentas y confundidas a las vez.
"No puedes ir al bosque porque yo lo digo, es peligroso", le imponía un hombre a su hijo de 8 años, un niño rubio con ojos verdes, el cual miraba al hombre con enfado.
"Amores míos, el bosque es un lugar mágico, pero también peligroso, y no quiero perderlos", una mujer le advertía a sus pequeños mellizos de 8 años, las dos melenas caobas la miran con atención.
"De acuerdo, jamás iré/mos al bosque", habían dicho los niños, pero así como sus padres salieron, los siete se reunieron en su escondite: un pequeño fuerte que ellos mismo construyeron, a tan solo, unos metros del bosque...
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El sol era intenso; no era nada raro, puesto que era medio día y llevaban jugando 4 horas seguidas sin parar.
-Te toca Nanito-dijo una pelinegra
-No me digas "Nanito"-comento el moreno mientras hacía un puchero y se cruzaba los brazos a la altura del pecho.
-Bueno Alan, vamos a seguir jugando-dijo una castaña mientras saltaba muy eufórica.
-No Lily, déjalo, Alan ya no va a jugar-dijo el primer mellizo
-Callate Mateo, harás que Alan ya no quiera jugar de verdad-chillo su melliza
-Vamos a calmarnos, estamos jugando muy a gusto-dijo la pelirroja
-Mira Lizbeth, si Alan no juega, yo tampoco-puntualizo el rubio
-Lucas, no empieces, Victoria, Alan si quiere jugar está bien, Sofía, deja de decirle así a Alan, Mateo, no hagas enojar a Alan, y Lily, dejalos ya, vamos a jugar porque solo tenemos hasta que la sombra del árbol llegué al ocho- dijo Lizbeth señalando el árbol cuya sombra no estaba en es momento.
-¡De acuerdo!-gritaron los siete.
Y continuaron jugando hasta las tres de la tarde.
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-Chicos, tengo una excelente idea-todos giraron a ver a Alan, el cual se encontraba con una adorable sonrisa.
-Dinos cual es y veremos si nos gusta-propuso Lizbeth
-Vayamos al bosque a buscar moras, escuchen en el colegio que de ahí son las moras con las que hacen la tarta del comedor, y sabe muy buena
Todos se miraron entre si, para luego contestarle un rotundo no.
-Vamos, será como una verdadera aventura
-Alan, no podemos llevar a Lily-dijo Victoria tomando la mano de Lily
-Yo soy grande, quero ir-chillo Lily, quien se siento excluida por sus amigos.
-Pero Lily, no puedes, aún eres muy pequeña-dijo Mateo poniéndose a la altura de Lily. Aprendió de su papá, que cuando quería reprenderlo con amor, siempre hacia eso
-Alan, no le digas a Lily ya nada o si no...
Sofia no alcanzo a terminar su frase cuando la castaña se soltó en llanto.
-De acuerdo, de acuerdo, irás con nosotros, pero no te separaras de ninguno, ¿Entendiste?-dijo Lucas usando las mismas palabras que su mamá suele decirle cuando va al súper y el quiere ir con ella.
Lily asiente emocionada dando saltitos de euforia, y mientras Alan encabezaba en grupo de niños aventureros, Sofia seguia dudando sobre ir, pero termina callandose; Lily estaba feliz, así que irán a buscar esas moras.
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-¿Seguro que es por aquí Alan?-dijo Lizbeth apartando una rama del camino de Lily
-Si, seguro- contesto Alan mientras intentaba no llorar.
El lo sabía, los había hecho perderse, y no veían el sol, los árboles eran muy altos y tenían muchas hojas en lo más alto.
-Alan, Lily ya tiene sueño, debemos regresar, y aún no encontramos las moras-señalo Victoria cargando a la pequeña castaña que bostezaba en ese momento.
-¿Escucharon eso? Fue como un auto
Los niños avanzaron más rápido de dónde Lucas había dicho que escucho el sonido, se sentían nerviosos, no dejaban de sentirse tristes, y que alguien los veía, pero siguieron adelante.
Llegaron a una orilla de la carretera, sabían solo una cosa: no sabían dónde estaban. Victoria bajo a Lily porque necesitaba estirarse.
-Hey, Lucas, parece que Lily sigue dormida, hay que despertarla-le susurro Mateo