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Me estaba costando mucho procesar todo aquello…

  - Y ahora…lo culpan a Mew Hunter de las mutilaciones del ganado.- dije finalmente.

- Sí…- mi tía carraspeó- Oirás historias muy locas aquí en Lilloet pero sé que tienes sentido común…y no harás caso de ninguna…

La miré con urgencia pero sin decir nada. Ella entonces asintió, como adivinando mis pensamientos.

-Así es, querido Gulf, algunos en este pueblo están convencidos de que el jovencito Mew Hunter mutila vacas… y se transforma en reptil cuando nadie lo ve…

Su tono de voz irónico lo hacía parecer una broma macabra. Pero una parte de mí, sabía que algunos por allí estarían convencidos de eso… 

Iba a protestar, a descargar mi rabia por todo lo que había oído pero vislumbré a un par de metros a la tía Morgan, alta, esbelta, con su brillante piel chocolate y su cabello ensortijado, esperándome sonriente en la entrada de la humilde casa que me cobijaría de allí en adelante.

Respiré profundo y me guardé todo lo que sentía. Sabía, mientras Morgan me recibía con un cálido abrazo, que aquella noche sería otra noche de terrible insomnio. Sin embargo, algo dentro de mí me decía que esta vez no sería ni por el recuerdo doloroso de mi madre ni por mi vida fracasada y llena de deudas; ni siquiera por el hecho de estar volviendo a un lugar al que me había prometido no volver jamás, sino que me pasaría la noche en vela, inexplicablemente pensando en el pobre niño Mew Hunter y las vacas mutiladas…