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Toda la mañana fue espantosamente igual, parecían respuestas calcadas, la escuela primaria, el centro de formación docente terciario, y hasta la pequeña escuela de arte.

Me senté en un banco de piedra, muy cerca del puerto y del mar. Cerré los ojos mientras me quitaba los zapatos. Y traté de serenarme… Respiré un par de veces profundamente, pero mi corazón no olvidaba las palabras humillantes. Nos trataban a mis tías, y a mí, como si tuviéramos alguna clase de enfermedad contagiosa… Ellas eran las dos personas más bondadosas que yo conocía… Y yo tenía muchos defectos de los cuales sentirme avergonazado, pero nunca sentí vergüenza de ser gay...

La presión en mi pecho no parecía disminuir y me costaba respirar, me era difícil contener las lágrimas de bronca. Miré hacia el puerto, respirando profundo… Y entonces los vi… Aquellos ojos violetas me miraban desde una línea de árboles. Su rostro estaba un poco cambiado, había crecido…pero era Mew…no tenía dudas…

Siguiendo un impulso, me puse de pie…y al dar un par de pasos en su dirección, una voz masculina me sobresaltó…y parpadeé confundido…

Volví a mirar a la línea de los árboles pero el joven Mew y sus ojos violetas habían desaparecido otra vez…