Amor a alta velocidad (run1)

capitulo 30

 

Capítulo 30.


Jessica. 
 
Quito de mala gana el vestido de mi cuerpo. Y quedó desnuda en la solitaria habitación, me cubro con un bata blanca y sigo con mi pelo. Lo trato con delicadeza para no ir a dañarlo o quebrarlo con las ciento de pinzas que colocó Jony en él. Quito las extensiones que llevo y las lanzo a algún lugar de la habitación. 
 
el desorden no me importa en estos momentos. 
 
Me dirijo al cuarto de baño y veo mi reflejo en él. Realizó todos los pasos de mi rutina para cuidar mi rostro. Como la modelo exitosa que soy, mi piel es mi prioridad. Mojo un disco de algodón con desmaquillante y limpio todo el maquillaje. 
 
Malditos ambos pilotos. Colin y Alessandro sueñan que me quedare de brazos cruzados mientras ellos intentan seguir sus vidas con normalidad. Invertí tiempo mientras estuve con ambos, rompí relaciones importantes de mi mundo por ellos y así me pagan. 
 
Me sacaron de sus vidas como si no valiera el mínimo euro y me tacharon de traidora cuando ellos no supieron sobrellevar los problemas y conflicto en su carrera yo estuve ahí. Para ambos siempre estuve ahí en primer lugar. Soporte críticas y que me juzgarán, casi mando mi carrera al diablo por ambos. 
 
¿Y qué hacen ellos? 
 
Volverse los mejores amigos, seguir con su relación de compañerismo y remplazarme por una niña mimada que no sabe lo que quiere en la vida y una anoréxica que carece de comprensión. Uno peor que el otro. 
 
Termino la rutina y salgo a la habitación, encuentro a Jony quien alza el vestido del suelo y lo deja la cama ordenadamente. No le hago caso y le encamino a la maleta sobre la cama y busco ropa cómoda para dormir. La encuentro y sin vergüenza alguna me visto delante de él. 
 
—Veo que no te fue como esperabas en la velada— comenta y se acerca a mí cuando estoy abotonado la camisa del pijama. 
 
Lo miro con una cara de advertencia y el levanta sus manos en señal de paz. 
 
Se queda en silencio y miro un punto fijo de la habitación. Y sonrío cuando se me ocurre una idea grandiosa. 
 
—Mi teléfono Jony— exclamó buscándolo por todas partes. 
 
Se encoge de hombro y no me ayuda a buscarlo. Lo busco en el interior de mi cartera y lo encuentro. 
 
—¿Que harás? — pregunta a verme teclear en el aparato. 
 
—Buscarlas— mi respuesta es simple. 
 
Me mira confuso y trata de enterarme. 
 
—¿Buscarlas? — repite y ruedo los ojos. —. ¿Hay más de una? 
 
Lo miro un momento recordando a la teñida anoréxica que esta con Alessandro. aun no me cabe en la cabeza que el este con una persona como ella cuando dejaba en claro que no le gusta el desorden, ni siquiera en las personas más dañadas.  
 
—Alessandro es otro que también tiene una pareja Jony— le dijo y este habré los ojos de par en par. —, y es interesante. 
 
—¿Es alguien influyente? — pregunta curioso y explotó en una sonora carcajada. 
 
Si claro la rubia oxigenada influyente. 
 
—¿No? — determinó. —. Es interesante porque tiene problemas alimenticios. Me percaté de ello al momento en que la vi. 
 
Jony alza las cejas cuando le suelto esa información. 
 
—Alessandro… Alessandro Lombardi, el hombre perfecto y cero escándalos. Y todo debe de ser perfectamente cuidado a mi alrededor— rio cuando trata de invitar su voz. —, está con una persona así. ¿Estás segura de ello? 
 
—Si— confirmo. —, y lo peor de todo es que él lo sabe Jony, sabe que la rubia oxigenada es una anoréxica ¿puedes creer que se atrevió amenazarme cuando le hice saber que me enteré de ello? 
 
Bloqueo mi teléfono a no encontrar nada de la rubia en el perfil social de Ales, al parecer y como todo él lo mantiene en privado. 
 
La cara de Jony es un poema puro cuando le cuento todo esto. 
 
—Esa velada estuvo muy entretenida—comenta divertido y rudo mis ojos. —. ¿Qué hiciste? 

—Intentar seducirlo.  

—Lograste hacerlo como en los viejos tiempos.  

—No. 

—¿Entoces? 
 
—No me centre en la anoréxica Jony, me centre en la pequeña. De la anorexica me encargare despues, no es mi prioridad por ahora. 
 
Me siento a su lado cuando tienta el lugar con sus manos. 
 
—¿Que hay de ella, de la pequeña? 
 
Suspiro al recordar como se atrevió a dejarme en ridículo frente a todos. Lamentara el haberse pasado de lista conmigo hoy. 
 
—No sé mucho de ningunas, no pude averiguar cómo me gustaría hacerlo, pero te puedo asegurar de la nano que es un niña mimada— dijo. —,Colin está encaprichado con ella. No mira por otros ojos que no sean los de la pequeña caprichosa.  
 
Jony me observa sorprendido. 
 
—¿Tan obsesionado está con la pequeña? 
 
—si— recuerdo las palabras de Alessandro. — es hermana de Ales. 
 
Se tapa la boca con ambas mano y me mira anonadado. 
 
Eso es lo más extraño de todo ¿como Colin se fijo en la hermana de Alessandro?  ¿Como es que Ales tiene otra hermana?. Solo conozco a una y el a la intensa de Camil, su hermana menor. 
 
—Joder Jessica esto parece una película de drama. 
 
Rio de ese comentario. 
 
—Es una película de drama Jony y yo vengo a darle el toque que ellos necesitan. 
 
—Eres cruel ¿Ya te lo había dicho?— pregunta con una amplia sonrisa mientras me mira. 
 
—El nidito de amor que tienen llegó a su fin— dijo y sonrió. —, yo me encargaré de eso querido Jony. 
 

Colin.  
 
Tomo todo el borde de su vestido y lo alzó de la parte trasera hasta tener el acceso que necesito. No veo ningunas de sus expresiones, aun la mantengo de espalda contra mi. 
 
Las manos de Riley buscan el cierre del vestido en el inicio de su espalda y la detengo cuando lo encuentra e intenta bajarlo. 
 
—No— subo lo poco que logro bajar. 
 
Apoya su cuerpo en encima de la encimera, también intenta levantarse y no la dejo. 
 
—¿No es más cómodo si quitamos el vestido Colin? — pregunta y niego. Lo haré con el puesto. Se que ella no puede verme por la posición en la que nos encontramos ahora. —. Sería más fácil sin toda esta tela. 
 
Subo toda la tela hasta tenerla retenida en mi puño sobre su cintura. La bailarina queda completamente desnuda y expuesta ante mi, mi sonrisa crece al ver que que ella aún no ha protestado por esto. 
 
Quiero esto, lo quiero con ella y necesito que ella esté deacuerdo. 
 
Libero mi miembro de mi boxer y lo tomo entre mis manos para guiarlo hasta su entrada. Lo rozo con sus pliegues y me percato de lo húmeda que está. El único sonido que se escucha es el de su pesada respiración y noto como su espalda sube y baja con exageración al momento de insertar un poco de mi grosor en ella. 
 
Salgo y sigo rozando por todo el lugar, suelta un pequeño gemido cuando entro un poco más. Recuesta un poco de su peso en sus manos y la dejo estar. Salgo otra vez y sin aviso vuelvo a entrar. 
 
Sigue estando estrecha para recibirme por completo. 
 
Tomo un puñado de su cabello desde la raíz y lo jalo con fuerza para volver a enderezarla delante de mi. Se queja bajo por el brusco movimiento, suelto el agarre y doy suave caricias a la raíz de su pelo. 
 
—Amor…—jadea bajo. 
 
Tomo una de sus pierna y la alzó hasta dejarla sobre la encimera. Lo hace sin oponerse y no se le complica en nada debido a su flexibilidad. 
 
—Adoro cuando me llamas de esa manera pequeña— beso su mejilla, me dirijo a óvulo de su oreja para hablar bajo. —, pero ahora es un peligro Riley porque no quiero hacerte daño, tu cuerpo aún no se acostumbra a mí y eso me tiene loco. 
 
—Pero me gusta… !oh padre! 
 
La penetro sin avisar y empiezo a salir y entrar de ella sin control. Se deja caer sobre la encimera y oculta su rostro en donde no pueda verlo. Las ondas de su cabello se mecen al ritmo que lo hace su cuerpo contra el mío. El unico sonido que se escucha por toda la cocina de mi departamento es el que produce nuestros cuerpos tras chocar uno con el otro. Me sujetó de su pequeña cintura y hago más profundas mis embestidas. 
 
—Maldición capricho, me encantas— espeto en un gruñido ronco.  
 
—No… te detengas…—suelta el gemido cuando me adentro mas en ella. 
 
—Contigo nunca pequeña. 
 
El tiempo transcurre y sigo entrando en su cuerpo a mi antojo. Suelta gemidos sin control y sin vergüenza alguna, tira su mirada por encima de su hombro y muero en el instante en que conectamos nuestras miradas, muerde su labio y me observa perdida en el placer que le estoy dando. Lleva su mano hecho un puño a su boca y lo muerde con fuerza para tratar de callar sus gemido, la acción no le resulta a su favor porque lo único que provoca es que me entierre con más fuerza en ella. la pulsera de oro que le obsequie hace poco reluce su brillo en la oscuridad. 
 
Desde el día en que la puse en su muñeca no se la ha quitado. 
 
—Joder pequeña— me sostengo más fuerte de sus caderas. 
 
Cierra su ojos un momento, me entierro más profundas para llevarla a límite. Empieza a temblar con cada parte de su cuerpo haciéndome saber que está cerca de correrse. 
 
—Si amor... esto… es— trata de hablar pero termina balbuceando incoherencias. Salgo de ella y la giro al tiempo en que levanta su cuerpo. 
 
La tomo en brazos, Riley enreda sus pierna en mis cadera y vuelvo a tener acceso a su interior. Presiono su cuerpo entre la encimera y el mío, vuelvo a remeter en ella con precisión. 
 
Esta mujer no sabe lo loco que me tiene. 
 
Nos miramos todo el tiempo, su boca está entre abierta soltando gemidos y jadeos. El temblor de su cuerpo me hace saber lo cerca que ella se encuentra de alcanzar su orgasmo, doy varias embestidas más y su grito me hace saber que hice bien mi trabajo. 
 
—!Dios Colin!— tira su cabeza hacia tras y salgo de su interior al tiempo en que me descargo sobre la tela de su vestido. 
 
Corneta su mirada un segundo con la mía y me sonríe jadeante, la bajo con suavidad hasta que sus pies tocan el suelo. Estoy igual de agitado que ella.  
 
Su pecho sube y baja cuando la tengo de frente a mi, la miro a los ojos mientras busco el abierto del vestido en su pierna y lo estiro a lado contrario para romperlo. 
 
El sonido de la tela al ser rota capta su atención y baja sus ojos hasta el lugar, me mira con sorpresa en cuanto se percata del roto. Su boca se habré a más no poder. 
 
—Esta era mi idea desde que page por el— dijo y termino de romperlo. 
 
Él roto vestido cae a suelo, la pequeña bailarina queda completamente desnuda ante mi. Aun está en en estado de sorpresa y suelta una ronca sonrisa al ver su cara. 
 
—Rompiste mi vestido Colin— señala la prenda en el piso. —. Lo rompiste. 
 
—Era mi deseo capricho— dijo y la beso. —, era en lo único que podía pensar mientra lo tenias puesto. 
 
—Debiste al menos decirlo— reprocha. 
 
Rio y recibo un golpe en mi pecho desnudo. 
 
—!Auc!h— me quejo. —. ¿Tanto te gustaba el vestido? 
 
Lo mira y vuelve a resoplar. 
 
—Era muy bonito y me quedaba espectacular Colin. 
 
No miente en ello, le quedaba espectacular. 
 
—¿Quieres otro? 
 
Niega. 
 
—Para que termine como este no gracias Colin, no lo quiero. 
 
La beso y sonrió al no ser correspondido. Está siendo caprichosa y me encanta. 
 
—¿Lo quieres? — dijo volviendo a repetir la pregunta. —. Te lo daré Riley solo pídelo. 
 
Me mira, lo hace como lo hizo la primera vez que la invité a salir. 
 
—¿Cuánto costo?— pregunta. —. ¿Es un Chanel cierto?. Puedo cómpramelo yo misma. 
 
Eso jamás. 
 
—¿Quieres saber?— preguntó y ella asiente. Me acerco hasta su oreja y debo de inclinar bastante mi cuerpo para llegar a su altura. Alejo el cabello que cubre toda su oreja y roso algunos de los pircies que lo adornan. —. Fue una cantidad muy tonta. 
 
—Tonto fue que haya terminado de esta manera— patea el trozo de tela. —. ¿Cuanto Colin? 
 
El desafío es claro en su mirada. No la aparta y antes de responderle optó por quitar lo que queda de ropa en mi cuerpo. 
 
—Si lo quieres solo pídelo, te lo daré— la beso y sigue sin conrresponderme. —, y volveré a romperlo. 
 
Traga grueso y vuelve a hablar. Más bajo esta vez. 
 
—Dime el costo. 
 
Lo pienso un momento antes de responder. Cuento con mucho dinero, desde el día en que Enzo y yo nacimos empezamos hacer dinero. Mi madre tenía una enorme herencia por parte de sus padres que fueron buenos médicos y reconocidos al igual que ella. Al morir todo ese dinero pasó hacer mío y se Enzo, a nuestro padre no le interesó esa fortuna porque cuenta con la de él. Desde que comencé en el mundo de los autos y las carreras he aumentado mi fortuna y este es el momento en que no soy consiente cuantos ceros posee mi patrimonio personal. Cada minuto que pasa crece más. 
 
Comprar el vestido no me molesto y romperlo mucho menos porque fue mi plan desde el principio, pero a la pequeña bailarina no le pareció tal idea. 
 
—Cincuenta mil euros— respondo diciendole la cifra y ella asiente. No se sorprende de la cantidad. —, más no sé cuántos miles más de euros por impuesto. No sabría decirte su precio exacto amor, solo se que queria hacerte mia con el puesto y luego romperlo. 




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