Este capítulo es un fragmento de la historia de Alessandro y Olivia. Su libro se llamara Correr hacia ti.
Correr hacia ti.
Olivia.
Veo con nervios mi reflejo en el espejo frente a mí. La última vez que vine de compras la talla más pequeña quedaba enorme en mi, ahora he aumentado un poco más de lo normal y es gracias a su ayuda.
Alessandro ha sido un ángel caído para mí.
Los planes de mi madre eran muy diferentes a lo que ha pasado en los últimos tres meses. Su plan siempre ha sido casarme con alguien importante de Italia, en parte ella deseaba para mí lo mismo que ella sufrió por culpa de sus padres. Su deseo es y siempre será que yo sea miserable.
Cuando se enteró de mi relación secreta con Ales, me odio más de lo que ya lo hace. Aun me reprocha que dañe sus planes al quererme casa con el hijo del empresario más rico de Europa. No estuve de acuerdo en eso, pero era su decisión, siempre he respetado lo que ella decide para mí, es la única forma en la que puedo llegar a recibir un poco de su afecto.
—¡Si es tu talla?¡— la chica que me ayuda a elegir las tallas de vestido grita desde afuera del cubículo.
—Si— le contesto. —, solo dame un momento.
Aparto mi abundante cabellera rubia de mi rostro. Sonrió al ver el resultado nuevamente, a él le gustara no me cabe duda. Se pega a mí como una segunda piel, se sujeta de mis hombros con dos finas tiras a cada lado de ellos y cae hasta cubrir mis piernas por completo.
El color negro le sienta a mi piel blanquecina.
Lo retiro de mí y lo devuelvo a su percha que cuelga frente de mí, doy un último vistazo a mi cuerpo con solo la ropa interior de encaje que llevo.
—estos serán los colores que siempre llevarás bella— dice y me entra la bolsa de tienda con el logo de la tienda. Vitoria secret reluce en ella.
La tomo cuando me extiende y la abro viendo el contenido que lleva dentro. Lo saco viendo con asombro cada uno de ellos.
Son tres conjuntos de ropa interior en encajes, la misma dos piezas, pero en diferentes colores. Rojo, negro y blanco son los colores elegidos por él.
Lo miro aún sorprendida por ello, lo dijo la primera vez que estuvimos juntos. Son sus colores favoritos y lo quiere en mí.
Negro, representa mi maldad.
Rojo, lo apasionado que somos juntos.
Blanco, por qué fui pura hasta que él me encontró.
—Estas demente cariño— niega y avanza hasta llegar a mí. —, puedo comprarme mi propia ropa interior Ales, no soy una niña…
Calla mis palabras con el pasional beso que deja en mis labios, le sigo el ritmo y él profundiza más. Su manos se posan en mi cintura y bajan hasta llegar de bajo de la falda de mezclilla que llevo, encuentra mis glúteos y aprieta, me alza sin complicación hasta tenerme un poco más alta que su altura.
Ninguno de los dos se molesta en querer romper el beso. Me encanta besarlo, aun me adapto a su ritmo y forma, pero aún así me gusta como su boca se acopla con la mía.
—Eres mi niña Olivia— su voz es baja cuando descanso su frente contra la mía, su respiración está acelerada cuñado deja otro corto beso. —, se que odias que decida por ti, pero no sabes cómo deseo que siempre lleves puestos en tu cuerpo esos colores. Me fascina ver como el brillo de tu piel reluce con ellas.
Lo beso otra vez. Este hombre es muy romántico y apasionado, es lo mejor que me pudo haber pasado.
—okey, amore— dejo otro beso en sus labios. —, ¿veremos qué podemos hacer con esa petición? Debo de cambiar toda mi ropa interior…
Me deja en suelo y se pierde por unos de los pasillos de su apartamento, mi ceño se frunce al ver que me dejo prácticamente sola sin decir nada. No pasan mucho cuando lo tengo devuelta frente a mí.
Extiende la tarjeta negra en sus manos y lo miro a la cara con incredulidad. No aceptaré esto.
—Puede ir a la tienda ahora mismo no me quejo— pide y niego alejando el plástico reluciente de mi. —, también puedes gastar la cantidad que quieras, tan poco me quejaré amore.
Niego.
—No aceptaré tu tarjeta ni tu dinero Alessandro.
Sede a mis palabras y guarda el plástico en uno de los bolsillo trasero de su pantalón. Respiro aliviada al ver que no me presionara para que la tome.
—Bien, sabes que siempre respeto tus decisiones Olivia— me acerca a su cuerpo y debo de alzar mis ojos para ver los de él. —, pero no te quejes querida cuando no tengas más ropas interior en tu guarda ropa y no puedas ir de compras, porque yo no me voy a detener. — su boca llega al óvulo de mi oreja dejando un beso antes de hablar. —, sabe perfectamente que esa tela se vuelve nada en mis manos a la hora de hacerte mía.
Salgo de ese pensamiento cuando siento el calor subir a mis mejillas y hacer nota más con el sonrojo pronunciadas en ellas.
Me visto con el conjunto abrigado gris que llevo y tomo el vestido para salir del cubículo. La chica se encuentra frente a mí, me dirijo a caja con ella para hacer todo el trámite de pago. Pronuncia el precio en un perfecto italiano y asiento, abro mi bolso que cuelga sobre uno de mis hombro, mi sonrisa se expande en grande cuando veo las tres barras nutritiva que el coloco en ella.
Alessandro se está tomando muy enserio el que yo suba de peso y cuide mi alimentación.
Sacó la tarjeta para pagar y mientras como una de las barras, la termino en segundo y sin miedo ingiero la segundo, dejo una para más tarde. También tomo de la batida energética que hace cada mañana para mí.
Lleva más de un mes en ello, cada día sale de mi lado en su cama mucho antes que yo para hacerla.
La chica termina con mi paga y me entrega la balsa y mi tarjeta salgo de la tienda, guardo la tarjeta en mi bolso y salgo visito algunas más para matar el tiempo y termino visitando una de lencería famosa aquí en Italia.
Visto casi todo los pasillo enamorada de los conjuntos que vende, tomo algunos cuantos para llévalos conmigo, estoy por ir a caja y paga cuando escucho mi teléfono sonar en mi cartera lo saco y veo el nombre de Ales relucir en la pantalla, voy a tomarlo cuando choco con el cuerpo de alguna persona que no se fija por donde va.
Odio chocar mi cuerpo con otras cosas, los moretones que producen esos descuidados choque son doloroso y difíciles de quitar. Este no será la excepción mi hombro está empezando arder y sé que será cuestión de tiempo para que se notorio el sutil rojo en el.
—¿Puedes fijarte por donde caminas?— le dijo a la persona sin verla aún, dejo mi teléfono en su lugar y alzo mi vista encontrándome con ella.
Su sonrisa llega a la comisura de sus labios cuando le hablo.
—Me fijaría si me importancia— dice y capta la atención del hombre a su lado que le muestra algunas de las prendas. Este me observa curioso. —, pero como no me importas.
Estoy por contestar y siento la vibración de mi teléfono otra vez, lo ignoro y me centra en Jessica.
—Puede que no sea de importancia, pero con tu idiota me lastimaste y no estoy para eso querida— le muestro una sonrisa de hipocresía.
Desde el día de la cena que estuve con Alessandro ha querido demostrar su poder en ambos pilotos. Todos fuimos testigo de cómo hace que Alessandro y Colín casi caigan en su encanto.
Se acerca a mí moviendo sus caderas con bastante exageración, lleva un vestuario que no deja nada a la imaginación y por un momento me siento insegura de mi cuerpo.
Alessandro estuvo con ella, me contó todo la noche luego de la cena y él solo pensar que Ales tuvo su cuerpo me hace dudar.
No debería de estar pensando, debo alejar estos pensamientos con rapidez.
—¿Hace cuanto estás con él?— es directa en su pregunta. —. ¿Quién eres para que él se haya interesado en ti?
—¿Es la chica, la pequeña?— pregunta el hombre a su lado.
Niega y sonríe más amplio.
—Es la anoréxica que está con Alessandro, Jony de la que te hable— el tipo expresa una o con su boca y me mira con más curiosidad que antes.
Ignoró la manera en cómo me llama y hago de cuenta que no escuché esa palabra, es lo que siempre dice Miranda.
Doy media vuelta para irme del lugar e ignorar a la pelirroja y su amigo frente mío.
—¿Tan cobarde eres para no quedarte?— alza la voz llamando la atención de varias personas a nuestro alrededor. —. ¿O es que te afecta que te recalquen lo que eres? Anoréxica peli teñida.
—Para tu información estúpida— me volteo hacia ella. —, es natural.