Capítulo 32.
Colín.
Ahora sé lo que siente el idiota del bailarín.
Los celos que estoy sintiendo en este momento no son algo muy racional de una persona que se considere normal, como es posible que yo Colin Prescott, piloto de fórmula 1, corredor de la mayor escudería en el mundo, dos veces campeón del mundo, ganador de cientos de grandes premios esté sintiendo celos de un simple perro. Siempre he tenido lo que he querido, desde mi nacimiento nada se me ha negado y cuando me propuse conquistar a la pequeña bailarina puse todo mi empeño en ello.
¿Por qué? Simple. Riley me gusto desde el momento en que puse mis ojos en ella.
Me encapriché con tenerla para mi, hasta el punto que he descubierto que estoy enamorado de ella, de toda ella. Riley es diferente a todas las otras mujeres he tenido en mi vida, ella no se esfuerza por llamar mi atención en lo más mínimo y aún así me tiene como un perro a sus pies.
Y no me molesta estarlo, me fascina saber que ella tiene el control sobre mí aunque ella aún no esté enterada.
Para ella yo he sido el primero en mucha de las cosa que hemos hecho hasta ahora y solo por eso me siento el hombre más afortunado en la tierra. Ella es mía y yo soy completamente suyo. La amo y de eso no me cabe duda, es la primera mujer en tocar mi corazón como lo está haciendo ella.
Nunca en mi vida quise tomar a una mujer enserio, alguien con la cual hace planes a futuros y aunque con ella no lo hecho o al menos no se lo he dejado saber, quiero hacerlo todo. Con Riley quiero hacer todo eso que una vez dije que no haría.
Hoy hace exactamente una semana desde que Enzo trajo a su perro trueno a mi departamento. Estuvo varios días solo en Mónaco y mi hermano no conoció La Paz, trueno es un animal muy dominante y posesivo, por ende es un peligro que esté solo por tanto tiempo. Trueno no quiere saber de casi nadie, nadie le agrada y nadie le gusta.
La pequeña bailarina ha sido la exención a ello y he descubierto que ella tiene ese poder en las personas.
Pero parece que esa actitud ruda solo le duró los diez primeros minutos en que conoció a mi novia. Desde el día en que atacó a Riley y deje que trueno la conociera no ha querido dejar a mi novia.
Todo lo hacen juntos, si Riley se baña el entra con ella al baño y espera pacientemente a que la pequeña bailarina termine, mi novia no pasa más de cinco minuto conversando conmigo y todo es colude trueno. Riley está encantada con él y eso me molesta. Quizás se escuche egoísta, pero la atención de Riley me pertenece y ahora estoy en una guerra con un pero por ella.
Odio admitirlo, pero trueno va ganando.
El maldito del perro ha llegado hasta tomar mi lado en mi cama, al lado de mi chica.
La última vez que hablé con mi hermano me hizo saber que abrirá su segundo club en Italia.
Cosima.
Su nombre será en honor a nuestra madre y por ello deberá de estar constantemente en Italia. Su calendario de carrera está siendo más exigente esta temporada, deberá de estar entrando y saliendo de Italia con frecuencia. Enzo es un espíritu libre, desde que nuestra madre murió se ha cerrado a la idea de querer compartir su vida con alguien más y que termine de la misma forma que mamá. Es celoso con el tema de la privacidad, a pesar de que suele tener una aventura casi amorosa a cada lugar que va, él no es el tipo de persona que deja que otras entren en su vida y hagan cambios en ella.
No se lo permite a nadie.
“No conozco a la persona perfecta digna de estar a mi lado”. Esas son sus palabras cada vez que mi padre o yo le preguntamos algo relacionado a su vida amorosa.
La relación más larga que he conocido por parte de mi hermano ha sida a Verónica, su agente de publicidad. No sé cuánto tiempo exacto tenga con ella ni sé qué tan enserio se toma esa relación, el siempre está con otras chicas. Verónica nunca ha pisado ningunas de las propiedades personales de Enzo, en realidad ninguna mujer lo ha hecho.
Cuenta con su propio departamento aquí en Italia y solo lo visita cuando quiere estar solo y que nadie lo moleste, el club de Enzo, el cual tiene su nombre, cuenta con habitaciones para las personas que quieran un momento a solas y en privacidad. Debo de admitir que he visitado varias veces esas habitaciones. La última planta del club sería el departamento exclusivo de Enzo, es donde se queda por ahora y al igual que todas sus propiedades, nadie que no se lo bastante importante en su vida es digno para pisarla.
Así es la vida de mi hermano.
La únicas cosas que tienen importancia en su vida son su carrera de piloto de MotoGP y Trueno, su casi hijo. Mi padre y yo somos importantes igual.
Estuve de acuerdo cuando me propuso quedarme con Trueno, hay veces que en Mónaco es igual y ya no me molesta quedarme con él, pero ahora es diferente. Mi novia se ha estado quedando conmigo en mi departamento y no me quejo de ello, he tenido por toda una semana a la pequeña bailarina. Solo existen un problemas.
El primero es que Riley me confesó la noche de su presentación visitó un ginecólogo cuando estuvo reunida con Camil. Eso no me molestó, ella aún es una niña y respeto el que no quiera un embarazo ahora, ambos somos jóvenes y es lo menos que necesitamos por ahora. Saber que tomo esa iniciativa de cuidarse me gustó, lo que no me gustó es que debía de esperan un tiempo para tener relaciones nuevamente.
Dijo que sería algo de adaptación, esperar que su cuerpo se adapte al método de planificación. Lo respete porque la amo y puedo demostrarle que no solo me interesa su cuerpo. Me encanta tenerla de esa manera para mí, pero hay mucha más. Después de Trueno llego a conocerla y asegurarme que cenara quise estar con ella, pero debo de esperar para eso.
El segundo gran problema es Trueno, está siendo un perro mimado que ha enamorado a mi novia frente a mi cara y no ha querido soltarla y mi novia también está bastante fascinada con el perro.
El único pensamiento que ha tenido espacio en mi cabeza es devolver a Trueno a su dueño y que mi novia vuelva a prestarme atención.
—Bebé tráelo a mí— Riley está tumbada en el suelo mientras realiza alguno estiramiento y juega con trueno. —, eso es— los besos que ya no me dan a mí se lo dan a él. —, eres mi bebé ¿Cierto?
Trueno le gruñe con ternura metiendo su hocico en medio de sus senos. Respiro profundo observándolo a ambos.
Quisiera ser trueno ahora mismo.
—Amor— en todo el día es la segunda vez que me llama y hace más de seis hora que está despierta y con su atención en trueno.
—Capricho— le contesto sin ánimos. Si me esa llamando es por el perro necesita algo.
—Trueno tiene hambre otra vez.
—Que novedad— le dijo y me levantó del taburete en la cocina.
Busco de su alimento exclusivo para él, relleno su plato con el alimento e igual relleno su envase con agua potable. Lo menos que quiero es que Trueno se enferme en mis manos, no me molesta tener problemas con Enzo, pero con Riley es otro tema.
Mi pequeña se ha encariñado con el perro.
Dejo su comida en su lugar y veo a Riley guiar al perro hasta donde deje su alimento.
—¡Al fin!— exclamó y tomó a la pequeña bailarina como si fuera un pequeño costal de papa, chilla por el movimiento captando la atención de Trueno que viene detrás de nosotros. Soy rápido y me encierro con ella en el baño de la planta baja, cierro la puerta antes de que Trueno entre y el único sonido que se escucha es como suelta ladrido y como rasguña la puerta. —, jódete Trueno.
Hablo y la bajo de mi hombro me mira con reproche y por un segundo pienso en que debí de pedirle que hablara conmigo.
—¿Porque hiciste eso Colín?— pregunta e intenta abrir la puerta.
—No.
Me interpongo haciendo que no abra nada.
—Colín está grita— trata de moverme y no cedo, su pequeño cuerpo no posee las fuerzas suficientes para mover el mío. —, puede que le esté pasando algo…
Bufo.
—Lo único que le pasa es que no te tiene a su lado nada más— le dijo y me ganó una mirada asesina de su parte. Es un animal caprichos.
—¿Como lo sabes?— inquiere y se cruza de brazos.
—Solo lo sé capricho, no es como que trueno se deje matar fácil, el animal sabe cómo defenderse.
—Trueno Colín, es un animal pero se llama TRU-E-NO.
Deletrea cada palabra de su nombre y la miro con incredulidad. ¿Enserio ella no acaba de tratarme de esa manera y mucho menos por un simple perro?
—Créeme amor que sé perfectamente cómo se llama— le dijo e intentó tocarla, lo menos que quiero es discutir con ella y por culpa de un perro. Riley golpea mi mano antes de que llegue a tocarla.
No puedes creer que me esté haciendo un berrinche y por trueno.
—Capricho…
—Quiero verlo— acorta mis palabras antes de que llegue a decir algo. —, ahora Colín.