Capítulo 42.
Riley.
Llevo el tenedor a mis labios ocultando la sonrisa que crece cada segundo en mis labios. Colin está frente mío con su traje de piloto en espera de que los mecánicos le den un último chequeo a su monoplaza.
Hoy hará una prueba exclusiva en el, hoy debemos de ver qué tan bien se adapta el otrala alta velocidad que él suele correr después de la fractura. Me trajo a su prueba a último minuto y no me negué, tengo miedo que pueda pasarle lo de la última vez.
Su padre, Mónica y Michael mantienen una larga charla con el mismo doctor que lo atendió aquel día. El los está poniendo al tanto de curación de Colín, de la cual ambos nos llevamos una buena reprimida por parte de Emilio. Colin lastimó un poco su hombro con los lanzamientos que le hizo ayer a Enzo. Le pedí que no se lo contara a su padre, no quiero que Emilio se entere porque Enzo y Colin llegaron a discutir Yo me encuentro desayunar ya que no pude hacerlo con tiempo en mi departamento, alguien no me dejó.
Y no me quejo, desayuné algo mucho mejor que cualquier desayuno en la tierra.
—Tengo un espacio exclusivo para mí y mis necesidades pequeña— habrá mientras me mira.
Sonrió al capta su casi petición de ir con él a ese lugar.
— No lo sabía— me hago la desentendida por tal información.
Su sonrisa crece.
—y media hora libre antes de que terminen con el monoplaza.
—Fascinante— digo. Como más de mi fruta que decoran los pancakes en mi plato.
—Pensé que quizás querría ir y conocerlo— informa bajo, inclina su cuerpo hacia delante apoyando los codos en la mesa que se interpone en medio de ambos. —. ¿Qué dices?
Pregunta sin apartar la mirada de mi escote mojando sus labios, mi vestimenta es sencilla, una blusa sin tirantes con escote pronunciado en color negro y un jean corto con zapatillas deportivas, es una vestimenta muy común, pero luego de que salgamos de estas pista de práctica Colin y yo tomaremos su jet privado para ir a Mónaco para su siguiente semana de carrera que inicia mañana.
—Que hace menos de media hora estuve contigo y que tu padre nos mataría a los dos si intentamos movernos de aquí— pronuncio aclarándole la situación en la que estamos.
Hace un pechero cuando rechazó su oferta. Tenemos solo diez minutos que llegamos a lugar y aunque Colin trato de convencer a su padre que fue culpa de tráfico nuestro retraso Emilio no creyó eso.
Mi suegro sospecha y asegura los verdaderos motivos.
—De mi padre me encargó yo, tú encárgate de mi.
Niego con una sonrisa. Por más que quiera no podrá ser.
—Al menos ven aquí a mi lado— dice triste. —, estos jodidos asientos no son movibles de su lugar.
Estamos sentados en una pequeña terraza en donde se puede apreciar toda la pista
De práctica. Colin tiene razón, ni la mesa y mucho menos sus asientos se mueven, parece estar fija en su lugar. Yo también muero por ir a donde él.
Me levanto tomando el plato con mi desayuno. Unos cuantos pasos y me estoy sentando sobre sus piernas. Sostengo el plato mientras Colin toma el tenedor pinchando las frutas y guiándolas a mi boca.
—¿Mejor?— pregunta.
—Si— respondo y termino de comer lo que tengo en la boca. Lleva más frutas a mi boca de la misma manera. —. ¿Está muy interesado en que desayune?
Tomo las frutas masticándolas muy despacio, Colin deja caer el tenedor en el plato haciendo que el sonido llamar la atención de todos a nuestro alrededor. Emilio nos mira por cortos segundos y termina retándonos importancia, Mónica nos mira como si viera a los actores de su novela favorita tener un momento para ellos y Michael, él es el que más tiempo dura mirándome.
Su mirada pasa por la piel desnuda de mis piernas subiendo despacio hasta llegar a mi escote el cual está siendo tocado por Colin en este momento. Se moja los labios con discreción sin apartar la mirada de mis pechos, muevo mis manos a ese lugar de mi cuerpo cubriéndolo con rapidez.
Esto es incómodo, estoy sintiendo como me desnuda con la mirada.
Dejo de mirar al señor frente mío cuando la voz de Colin se hace presente cerca de mi oído con un suave susurro.
—Debes de tomas fuerza capricho— sus caricias son suaves al hablar. —. Yo me encargare que las pierdas todas en el avión.
No le contesto a eso, solo le muestro una pequeña sonrisa al besarlo en los labio raídamente. Muevo mis ojos hacia Michael que sigue mirándome con disimulo y a la vez con fijación, sus ojos recaen en los míos mostrándome una sonrisa que lo único que hace es que los pelos de mi piel se ericen.
Emilio se acerca a nosotros con Mónica, Michael y el doctor encargado de la fractura del chico de las carreras.
—¿Te sientes listo para corre Colin?— pregunta su padre cuando está lo suficientemente cerca.
—Si— le responde Colin.
Lo miro un momento, me gano una sonrisa de su parte. Yo ya tuve esta conversación con él y su padre y su respuesta sigue siendo la misma, él quiere correr en Mónaco.
—Bien— musita con alivio. —. Tu monoplaza está listo ya, puedes subir en cualquier momento.
Colin asiente, estoy por levantarme de sus piernas cuando la petición de Mónica hace que me detenga en seco.
—¿Puedo tomarles una foto?— pide Mónica.
Miro a Colin que sonríe ante esta situación, asistimos. Mónica chilla como si de una niña se tratase y toma la foto.
Antes de que flash llegue a nosotros siento los labios de Colin pegarse a mi mejilla para que el beso quede capturado en la fotografía.
—Son tan bellos juntos— dice Mónica al terminar.
Mónica nos enseña la fotografía en la pantalla de su teléfono. Quedó hermosa, ella no se equivocaba. Colin y yo le pedimos que nos la envíe personal antes de que se vaya con Emilio y Michael.
—Serás la primera cosa que vea al encender mi celular pequeña— besa mis labios.
Sonrió ante esa información.
—también nos veré a ambo al encender el mío amor— me levanto de sus piernas para que él pueda terminar de acomoda su traje de piloto, lo ayuda a terminar y camino tomada de la mano con él hasta llegar al coche de carreras.
Uno de los mecánicos le dice algo respecto al auto y el asiente tomando sus casco. Suspira al mirarme a su lado.
—Estaré bien capricho— besa mi frente.
Es lo que todos esperamos de esto, que él se encuentre bien y su hombro no le traiga problemas en Mónaco.
Cruzo mis brazo alrededor de su cuello trayéndolo hacia mí.
—Te quiero— pronuncio bajo uniendo mis labios con los de él.
—¡Un minuto tortolitos!— la voz de su padre se escucha detrás de nosotros.
Nos separamos, me alejo varios pasos de él para verlo colocarse su casco, me guiña uno de sus ojos ante de bajar la oscura visera y dirigirse al monoplaza. Da varios pasos deteniéndose, todos los miran confundido cuando vuelve a donde mi con rapidez.
—Capricho— escucho su voz con dificultad debido al casco. Sube su visera nuevamente. —, no me diste mi beso de buena suerte y lo necesito demasiado ahora mismo pequeña— inclina su cuerpo hacia mí. —. No subiré sin mi beso.
Río por lo que acaba de decir. ¿Enserio él se detuvo por uno de mis besos?
No quita su casco aún haciendo que todas las miradas caigan en nosotros. Lo miro y lo beso sobre su casco captando la atención de todos.
—¡Colin!— chilló cuando una de sus manos se estrellan contra uno de mis glúteos con fuerza. —. ¡Dios Colin, eso fue fuerte!
—Esto se suma a la lista— dice riendo
¿Que lista? acaso se volvió loco.
—¿Que lista?— pregunto interesada en esa lista.
—Siempre tengo un beso de tu parte antes de subir a carrera o al monoplaza. Ese es como tu ritual.
—¿Mi ritual?
—Si
Sonrió.
—¿Esta será tu respuesta?— preguntó y asiente. —. Una nalgada.
No veo por completo su rostro, pero sé que debe de estar sonriendo ampliamente.
—Una cada vez que subas a un teatro y cada vez que me des mi beso de buena suerte.
—Es un trato justo amor— vuelvo a besarlo.
….
Veo todas las vueltas que Colin ha dado en su monoplaza a través de la pista de práctica. Han sido demasiadas, no llevo la cuentas de ella, pero lleva más de diez. Hasta ahora no habido ninguna complicación con él o con su hombre y agradezco a Dios por eso.
Podrá corre en Mónaco.
Mónica está a mi lado cuando recibe una llamada de Emilio en su teléfono pidiéndole su atención, se va dejándome sola en el balcón en el que estamos.
Miro concentrada el carro de Colin cruzar una curva, no sé de autos, pero por la manera en que lo hace es perfecta. Sigue dando vuelta en el circuito.
—Lo hace perfecto cierto— me sobresalto ligeramente al escuchar esa gruesa voz cerca de mí.
Lo mire parado a mi lado, su altura se iguala a la de Colin a mi lado y a pesar de que con Colin nunca me he sentido intimidad por su altura con Michael sí.
No respondo a su pregunta y sigo concentrada en mi piloto favorito.
—El no suele cometer errores— dice con tranquilidad veo pasar varios mecánicos por nuestro lado observándonos con curiosidad. —, su padre lo mordió a su misma manera de correr. A ambos, Enzo y él son perfectos a la hora de correr.
—Es bueno escuchar eso— respondo sin ganas. No quiero entablar una conversación con él. Nunca he visto correr a Enzo, pero si es como revela el hombre a mi lado debe ser el mejor.
Hace silencio unos segundos.
—¿Sabes sobre carreras?— pregunta interesado.
—No— contestó de lo más seca posible.
Este señor no me genera la más mínima pizca de confianza.
—Yo podría enseñarte— ofrece intentando tocar mi cabello para apartarlo de mi rostro. —, si me dejas claro esta…
Aparto su toque lejos de mí mirando con la más fría expresión en mi rostro.
—¿Que me enseñara usted?— preguntó y esta por constar. —. Yo no quiero que usted me enseñe nada.
Miro un segundo el coche de Colin que estación en pista bajo nosotros y lo veo salir del monoplaza.
—Si tendría alguna duda le preguntaría a mi novio y créame cuando le dijo que él complacido me enseñaría las veces necesarias— no trata de pronunciar nada en mi contra. —. Cualquier cosa que necesitaría, a usted sería la última persona que buscaría para que me lo diera.
Paso por su lado sin míralo, me alejo un poco más de él cuando veo la intención que tiene de tocarme, apresuro mis pasos para bajar la escaleras con rapidez y llegar hasta el chico de las carreras. Miro detrás de mí para asegurarme de que él no me siga.
—¿Capricho?— choco deteniéndome con el cuerpo de Colin al volver mis vista al frente. —. Te estaba buscando.
Me sonríe y aparta todo mi cabello regado en mi cara. Me relajo al sentir su toque.
—¿Pasa algo?— pregunta interesado.
—No— le miento. Esto debo de hablarlo con él pronto. —. ¿Nos podemos ir ya?
Asiente tomando mi mano para ir conmigo a su lado. No me vuelvo a desapartar un segundo de él, para que Michael no vuelva a acercarse a mí.
No lo hace, se mantiene lo más alejado posible de nosotros, pero aun con su lejanía no deja de mirarme con lujurias en su mirada. Perdí la cuenta de las veces que lo encontré mirando mi cuerpo de una manera que él nunca se debería de verme.
Poco después Colón y yo salimos del circuito para ir a la pista de despeje y volar hasta Mónaco.
Colin.
Aterrizamos en la pista privada de mi padre, volé aparte con la pequeña bailarina ya que quería pasar un día monegasco con ella. Solo ella y yo.
Las puertas del Jet se abre delante de nosotros para bajar, al llegar al suelo fuera del avión me encuentro uno de mis Ferrari modelo 488 frente a nosotros.
Bajo con Riley a mi lado y me dirijo hasta el auto, abro la puerta del copiloto y la sostengo para ella que se detuvo a tejer su cabello. La fuerte brisa del clima monegasco no está a su favor con su largo pelo ahora mismo.
—¿Necesitas ayuda pequeña?— pregunto al verla estresada por ello.
Niega sujetando el final de la trenza con una liga.
—Listo— la tira detrás de su espalda.
Sube al asiento de copiloto y la acompaño al entrar al auto. No me toma mucho llegar a mi propiedad personal aquí en Mónaco. Entro por la calle del condominio cerrada a la demás personas.
Aparco frente a la mía, en total son cincos casa. Dos son de mi padre ya que él fue el de la idea de que todos viviéramos aquí en Mónaco. Al ser piloto es más fácil estar en Mónaco o Italia ya que allí nacen las carreras, al menos para la escudería de Ferrari.
No recuerdo el momento exacto en que vine a vivir a Mónaco, solo sé que la mayor parte de mi vida lo he hecho aquí y ahora estoy con la pequeña bailarina, ella conocerá más de mí estando aquí, en mi casa.
Riley sale del auto y mira con detenimiento cada casa a nuestro alrededor, no hay residente en esta zona. A mi padre le gusta la total privacidad y Enzo y yo no somos la excepción a ello. La casa frente a la mía le pertenece a Enzo, cuando él decide venir lo hace, pero la mayor parte del tiempo la casa siempre está sola. Una propiedad después de la mía es la que divide la de mi padre.
El llegará mañana de Italia con Alessandro y Olivia.
—¿No tienes vecinos?— Riley pregunta al ver todo solitario.
Tomo su mano para entra al la propiedad.
—Mi padre y Enzo son mis vecinos— digo sin importancia. —, y uno que otro reportero que logra pasar el control de seguridad al inicio del condado.
Si, los reporteros no respetan la privacidad de nadie y mucho menos la de nosotros los pilotos, siempre viven inventando rumores falsos de nosotros para ganar su dinero., a veces son fastidioso por culpa de su trabajo.
—Oh ya veo.
Entremos y Riley es la primera en quedarse con la boca abierta al entrar. No lo hace por lo amplio de la casa ni su decoración que llevo en mi hogar. Lo hace por lo que se topa frente a ella.
Riley.
No me lo puedo creer. Si en su departamento en Italia quedé sorprendida la primera vez que lo visité esa no se compara con este momento.
Hay demasiada cosa que representa que es un corredor de carrera. Estamos parados en la entrada que conecta con la sala de estar, no hemos pasado de esta parte y no puedo asegurar cómo se el resto de la mansión, pero debe de ser igual de interesante que esta parte que observo ahora.
—¿Enserio amor?— señaló el monoplaza de fórmula 1 puesto en forma horizontal en la pared frente a nosotros. Hay vario juego de muebles idéntico a través de la sala. —. ¿Un carro de fórmula?
Oculta una sonrisa asistiendo con su cabeza.
—¿No se cae?
—No— responde. —, lleva mucho tiempo ahí y no se ha caído, así que no.
No contestó y me atrevo a caminar más adelante encontrándome con más de su decoración. La casa es de lo más amplia posible, se podría dividir en diez departamentos como el mío y aún así quedaría espacio sobrante, las paredes son blanca y crema discreto, dándoles un toque cálido a la propiedad.
En la sala hay una chimenea donde hay varias fotos, veo cada uno de los marco sobre el muro. Son cinco fotos en total y todas son de su madre. Cada imagen es diferente, pero con la misma persona.
Colin siempre tiene foto de ella en cualquier lugar de su espacio.
Dejo las fotos de su madre girándome sobre mis talones y quedando sorprendida con la vista frente a mí. Una de las paredes no es de varilla y cemento, sino de cristal, toda de cristal. Se aprecia el extenso patio, una piscina gigantesca y más muebles de jardín. Hay un pequeño bar en una de la esquina de este y el pasto verde reluciendo bajo el sol.
Las paredes a nuestro alrededor cuenta con varios cuadro representativo a el mundo de las carreras, autos, pistas de carrera y uno que otro logo de marcas automovilísticas, entre todas ella reluce la favorita de Colin.
Ferrari.
Colin se acerca a mí a ver que no tengo intención de moverme de aquí.
—¿Te gusta?— pregunta pegándose a mi espalda. —. No has dicho nada.
Esto es hermoso, muy varonil y automovilístico, pero es hermoso.
—Si— carraspeó al hablar. —, te representa mucho, con tu autos y tus carreras.
Giro en sus brazos para tenerlo frente mío, la comisura de su labio se alza en una discreta sonrisa. Sus labios en cuentan el camino a mi oreja, la acaricia despacio enviando corriente a través de todo mi cuerpo.
—¿Quieres decir que mi hogar si parece al de un chico de las carreras? ¿Es eso capricho?
—Algo así— hablo igual de bajo que el.
Besa mi mejilla con ternura.
—Espera a que veas mí garaje— comenta con una sonrisa.
Me dirijo con él hacia la planta más baja de la casa donde al igual que su departamento en Italia en garaje queda debajo de la casa la única diferencia es que en Italia bajas por un ascensor y aquí es por unas escaleras.
Bajos sin precisa y al llegar todo está oscuro, Colin toca un botón en la parte y todo se ilumina bajo nuestros ojos.
Me quedo con la boca abierta al ver los nueves Ferrari frente mío. Si sabía que esta es su marca preferida pero no a tal punto. Es toda una colección. Los carros está parqueado linealmente uno al lado del otro.
No solo se encuentran los autos, en una de las paredes están ocupada con mandos muy idénticos a los de un videojuego, hay más de veintes, otras de las paredes está ocupada con mucho más casco de carreras al igual que Italia y la última contiene todos los trofeos que ColIn ha ganado en las carreras.
La pared frontal es igual a la de su sala, toda en cristal.
Pestañeo varias veces para salir de mi estado de sorpresa al escuchar la risa de Colin de fondo.
—Okey— encuentro mi voz para hablar. —. ¿Cómo es posible que tengas tantos autos?
Se encoge de hombros como si le acabara de preguntar la pregunta más simple en su día. Se acerca hasta mí.
—Nueve Colin— digo sin creérmelo.
—Sabes que estos no son los único ¿cierto? También los de Italia, cuatro en total.
—¿Tienes treces Ferrari?— preguntó incrédula.
—No son muchos—se encoge de hombros. —, me faltan algunos que he soñado con tener pero que la marca ya no los fabrican. Modelos antiguos.
Asiento aún sin créemelo, está obsesionado con ellos. Colin me muestra más partes de su casa hasta mostrármela completa.
Tiempo después nos cambiamos y salimos a conocer un poco más de Mónaco.
Colin.