Capítulo 48.
Riley.
Una de las chicas de servicio de la aerolínea deja la quinta bandeja frente mío con mucha amabilidad. A pesar de que me he negado a tocar cualquier cosa que él diga que preparen para mi ella siguen siendo amable conmigo en todo momento.
Subo mis ojos a los de la chica encontrándome unos ojos café muy hermosa a decir verdad. Niego por milésima vez cuando le ofrece el postre en sus manos. Es un trozo de lo que pueda asegurar y es pastel de chocolate, pero más al estilo italiano.
—El Bonet estoy segura que le encantará— dice la chica en un intento porque lo acepte. —, es uno de los postres más deseado de Italia.
—Enserio gracias, pero no cuento con apetito para nada.
Mira detrás de mi asiento y sé que lo hace para ver el rostro de Colin que se mantiene a una distancia prudente de mí. Yo estoy con Alessandro y Olivia frente mío, Camil está a mi lado.
Intentó acercase a mí, pero Ales mantuvo una conversación con el sobre darme el espacio que necesitaba y parece que lo convenido de ello.
—Señorita puede pedir lo que sea, nosotros se lo prepararemos con mucho gusto— dice antes de retirarse.
—Si esto te molesta Riley puedo intervenir y detenerlo— ofrece Ales al ver que respiro profundo cuando la azafata deja de insistir que coma.
—No vale la pena, el no va a detenerse tan fácil.
Mis ánimos están por los suelos.
—Es terco, lo sé más que nadie, pero puedo pedir que no te molesten si te sientes presionada.
—¿No es mejor hablar con él?— Camil habla por primera vez.
Se nota triste y desanimada. Odio pensar que ella también discutió con Enzo por mi culpa.
—No quiero hablar con él Mimi, no ahora.
—Entiendo, pero en algún momento lo harás no ¿O sigues pensando en ir a donde tus padres?
Pienso un momento mi respuesta. Quiero a mis padres cerca sentir su apoyo en esto y escuchar sus consejos, pero soy muy consciente de que a mi padre no le agradará mucho la idea de saber por qué estoy dejando Italia.
—Si vas a Estados Unidos, no estarás en la presentación de Romeo y Julieta— Olivia entra en la conversación.
—No lo sé.
—Debes tener eso claro maya, eres la bailarina estrella de la academia, pero mi madre tomaría esa decisión tuya de no presentarte como una ofensa hacia su carrera y control como instructora.
Y la rubia tiene toda la razón. Su madre no me dejará renunciar a la presentación a esta altura de juego, estoy comprometida con el papel de mi personaje y nadie más que yo sé desenvolvería en tan poco tiempo como yo, llevo todo una vida preparándome para ese papel.
Debo de aclarar mi cabeza con calma, no puedo precipitarme por algo ridículo.
—Lo pensaré y mañana puedo darte mi respuesta— dijo a cabo de un tiempo. —. Yo no quiero renunciar a ese papel.
—¡pues háganlo!
Todos nos sobresaltamos al escucharlo los gritos que se hacen presentes en el avío.
—¡¿Crees que a mí me importa si tienen o no las maldita fresas?! ¡Consíguelas y llevársela! ¡No me importa lo que sea! ¡Una bebida, un postre, una mermelada lo que seas pero le darán fresa y se asegurará de que ella coma!
Los tres pares de ojos a mi alrededor caen solamente en mi cuando lo escuchan.
Es lo único que ha hecho desde que todos abordamos el avión privado de Alessandro. Me negué a irme con él, pero es obvio que no sirvió de mucho porque Ales lo dejo subir a él de él.
—¿Vas a aceptar?— la voz de Ales decora el silencio establecido en todo el lugar.
La chica anterior aparece frente a mí nuevamente con la bandeja, solo que esta lleva una bebida de fresa. Su color peculiar me hace pensar en ello. Y unas tostadas con mermelada.
Deja la bandeja sobre mis piernas sin preguntarlo antes, el temblor es claro a la hora de dejarla en mí.
—Se que dijo que no tiene apetito, pero le pido de favor que haga un intenten comer uno de los platos.
Su voz nerviosa sale sumamente baja, como si temiera otra reacción negativa por parte de Colin. Con él todo ha sido un caos. Desde que lo conozco nunca lo había visto comportarse de esta manera y solo recuerde las palabras que Mónica dijo la vez en la despedida del piloto.
No quiere está en medio de una tormenta formada por Colin.
Sus palabras tienen sentido ahora, estoy en medio de todo esto y lo único que he provocada es que otras personas que no tienen nada que ver salgan involucradas y soporte el mal genio del chico de la carreras por mí.
La chica frente mío es un ejemplo de ello.
—Me lo llevaré si no quiere esto tan poco—sigue siendo amable, como si entendiera la situación.
—No, déjalo— no dejo que tome la bandeja. —. Comeré solo un poco.
El alivio es claro en sus orbes.
—Gracias— musita bajo antes de marcharse.
Miro los alimentos que adornan la pequeña bandeja en mis piernas. Hay de todo, trozos de frutas, una que otra rebanada de queso, el trozo de pastel que la chica antes había traído antes y mermelada de fresas con pan tostado.
Miro cada cosa sin saber que probar primero.
—No tienes porque comer si no te apetece— dice Ales.
—Está bien, solo comeré en pequeña porciones.
Tomo una pequeña cantidad de la mermelada de fresa para esparcirla sobre una de las tostadas con el cuchillo que hay en la bandeja. Es filoso. Escuchamos la voz de uno de los pilotos de cabina anunciando una turbulencia, nos mandan a abrochar nuestros cinturones y no movernos de nuestros asiento mientras eso pase.
—Deberías de tener cuidado riri, podrías lastimarte con el cuchillo y las turbulencias.
Asiento a las palabras de mi amiga esparciendo la mermelada con cuidado. La bandeja tiembla en mis piernas cuando sentimos la primera y por instinto la sostengo para que no se riegue nada, el cuchillo aún está en mi mano dominante atravesando la segunda turbulencia.
—¡Oh dios!— rechistó con los diente cuando siento el corte en las puntas de mis dedos.
Miró el pequeño corte en mi dedo por el cual ha comenzado a salir muy despacio el líquido rojo que odio ver y más en mi. Las voces a mí alrededor se escuchan lejos.
—Mírame a mi capricho— Colin toma mi mentón girándolo en su dirección. Está de rodillas frente mío. —, esto no es nada.