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Capítulo 52.
Colin.
Enzo sale de mi departamento minutos después, no recibió respuesta de Riley.
—No debes de ir…
—si Colin, iremos— acorta mis palabras.
Trato de tocarla para hacerla olvidar del tema y se aleja. Sé que será estúpido hacer que se olvide de todo lo que pasa con Trueno ahora y más con la insistencia de mi hermano. La miro, está cruzada de brazos frente mío con una cara muy seria.
Hace menos de cinco minuto la iba a volver hacer mía como he querido todo este tiempo y que he aguantado reputando su espacio, solo tuvo que aparecer Enzo a dañar eso.
Dejo caer mis hombros resignado. Se encaprichara con ello y es obvio que lo voy hacer, solo por verla feliz.
—¿Y bien Colin?— espera mi respuesta. —. ¿Iremos a ver a trueno?
—Puedes negarte, el no va a morir.
Mueve sus cortas piernas hacia mi dirección sin romper la conexión entre nuestros ojos, inclina su cabeza a un lado observándome como suele hacerlo cada vez que quiere manipularme. Estoy más que dispuesto a dejarme manipular por ella. alza su mano al cuello de mi camisa haciendo como si lo arreglara, los botones van siendo suelto por ella. Reparte beso por mi pecho sin seguir un patrón. Suspiro con fuerza. Mira mis labios y luego mis ojos haciéndome sentir la sensación en donde no debería. Respecto su decisión y no actuaré hasta que sea ella la que lo pida, pero diablos soy hombre y tengo necesidades y una de ella es mi novia.
—No quiero negarme amor— se empina besando mi cuello y mejilla.
Comienzo a contar hasta el número más alto al recordar que ella no lleva ropa interior porque yo sé la rompí.
—Capricho— cierro mis manos sin delicadeza a los lados de su cintura. —. No lo hagas pequeña, mucho me controlo para no llevarte a nuestra habitación y hacerte el amor toda la noche.
No hoy palabras ni repuesta, solo besos que abarcan muchas parte de mí. La alzó para que esté a mi altura, me besa muy despacio sin apura el momento.
—Quiero ver a trueno amor, por favor.
—Me estás manipulando con esto ¿Cierto?— buscó saber.
Hace tiempo que ella no me llamaba de esa manera. Amor.
—Un poquito— admite descaradamente. —. ¿No te gusta?
Tomó su rostro con una de mis manos acercándola a mi rostro.
—Te voy a enseñar lo mucho que me gusta que me uses de esta manera.
Retomo la tarea que dejé torrada por culpa de Enzo y termino rompiendo el vestido de Riley. El sostén blanco de encaje sale a relucir haciendo contraté con el color de su exquisito cuerpo. Ese también termina roto. El giro pegando su espalda a mi pecho y camino con ella hasta llegar al lado del enorme retracto de ella con uno de sus trajes de ballet. Riley pone sus manos en la pare para evitar que su cuerpo se pegue por completo de ella.
Me despego un paso de ella acomodando su cabello detrás de su espalda para luego envolver mi mano de él y sujetarlo con fuerza en mi puño.
—¿Estás de acuerdo con esto capricho?— tiro de su cabello con poca fuerza.
—Totalmente amor— jadea en respuesta.
Muero con solo escucharla. Extrañe tanto escuchar esa palabra venir de su boca.
Sonrío de lado aunque ella no lo ve lo hago. Como mi mano libre me la ingenio para deshacerme del cierre de mi pantalón y liberar mi endurecido miembro culpa de la pequeña bailarina.
—Colin— me llama. — ¿Y si Enzo nos escucha?
Lo más probable es que se haya marchado a la veterinaria al no tener respuestas de Riley.
—Que sepa que nos tiene que dar privacidad pequeña, no me voy a limitar por él, te he necesitado mucho— respondo.
Suelto su pelo y hago que se gire frente a mí, hace lo que le pido. Si despejar mis ojos de los de ella tomo su pie a derecha estirándola hasta apoyarla de mi hombro.
—¿Necesitas algún calentamiento previo para esta poción pequeña? No voy hacer delicado— acercó mis labios a su oreja besando el óvulo de este.
—Puedo soportarlo.
No pierdo más el tiempo y comienzo besándola en sus labios para luego ir descendiendo por su cuello, las manos de Riley terminan de quitar mi camisa. Dirijo mi miembro a su entrada húmeda resbalando muy despacio en ella, suelta un pequeño gemido al entrar por completo.
Salgo despacio y igual como entre en ella, Riley mantiene sus ojos cerrados y aprovecho el momento para clavarme con fuerza. Sus gemidos son la respuesta que necesito para saber que ella comienza a disfrutarlo.
Sus dedos toman el cabello detrás de mi cabeza con demasiada fuerza buscando un soporte por mis embestidas. Creo un ritmo fuerte y profundo llenándola de placer.
—¡Colin…!
—Amor pequeña— doy una embestida profunda. —, para ti siempre seré amor.
La beso callando alguno de los sonidos placenteros que crea. Amo tenerla de cualquier manera, pero tenerla así es una adoración para mí.
Bajo su pierna de mi hombro hasta llevarla a mi cadera y hacer lo mismo con la otra. La sostengo de sus glúteos sin dejar de entrar y salir con ella me dirijo muevo mis pies al sofá en medio de mi sala dejando caer su espaldas en el. Cierro mis manos en su pequeña cintura haciéndola encajar con perfección.
Me apoyo sobre mis rodillas apreciando el pequeño cuerpo frente a mí. Ella es tan perfecta.
—Eres tan perfecta Riley— me dejo caer hacia ella sin llegar a aplastarla. —. Perfecta para mí.
Y no hay mentira en ello, Riley es la mujer más perfecta que he tenido el placer de apreciar en mi vida y que sea mía me hace querer ser mejor para ella.
Iniciamos un beso pasional entre ambos, uno que ella toma el control y dejo que me guie como lo ha hecho desde el momento en que apareció en mi vida. La embisto con fuerza y determinación robándome suspiros y jadeos de su parte, sus uñas se clavan en mi piel adornando mis brazos con su marca. Atrapa su labio inferior entre sus dientes callando matando los gemidos que luchan por salir de ella.
Salgo de ella y soy rápido girando su cuerpo para tenerla de espalda a mí apoyándola sobre sus rodillas, alzo sus cadera para volver a fundirme en ella con tanta fuerza que el mueble comienza a moverse de lugar con cada embiste que le doy. Nuestros cuerpos chocan contra el otro creando un sonido perfecto. Unos gemidos salen de mi boca cuando ella se contrae al rededor de mi polla y regalarme una placentera sensación que hace que quiera correrme con rapidez. Veo a Riley callar sus labios con unos de los cojines cerca de ella y la idea me hace enfurecer porque quiero escucharla, que me haga saber lo que le gusta que la tome de esta manera.
Agarro un puñado de su cabello desde la raíz para alzar su cabeza. Mis jadeos son acompañados de sus gemidos cuando dejo dos sonarás nalgadas en unos de sus redondos glúteos. Ella sigue cubriendo su boca para no ser escuchada.
—Déjame escucharte capricho— pido cuando siento lo cerca que está.
—¡A… ¡Amor!
Dos últimas embestidas más y ambos nos corremos juntos. Me descargo completo en ella y salgo al sentirme completo, su cuerpo aún tiembla en la posición y me deleitó viendo mi derrame salir de su interior y correrse por el interior de su muslo su muslo. Sonrió felizmente sabiendo que ella me dio el derecho de solo yo por ser hacerle esto.
Su cuerpo agotado cae sobre el sofá, salen a la luz las marcas rojas de mis dedos tatuados en su cintura y glúteo derecho. Caigo a su lado besando parte de su cara.
—Sei il mio capriccio di adorazione—pronunció en italiano. La veo sonreír.
Eres mi adoración capricho.
Su respuesta me roba todos los ladridos de mi corazón que ya tienen su nombre plasmado.
—Ti amo Amore.
…
—¿Lo vas a tener aquí?— su delicada voz se hace presente en la sala.
Se engancha a mi brazo inundando mi sala con su olor floral. Giró mi rostro hacia ella dejando un beso en sus labios. Pasamos toda la tarde haciendo que nuestro cuerpo sudaran cada vez que no uníamos con necesidad y aún así no me caso de ella. Esta bañada y vestida con ropa nueva para ir al veterinario y visitar a Trueno.
—Necesitarás mucho espacio— mira su cuadro aún donde está. Y niego a su pregunta.
Me lo llevaré a mi casa en Mónaco donde también pienso ternera a ella en su momento correcto.
—Lo voy a preciar unos días aquí, pero su destino y lugar están en Mónaco— juego con su cabello trenzado en una trenza de lado. —. Vas a donar mi sala y próximamente mi cama capricho.
—¡Colin!— ríe.
La miro un segundo y siento la necesidad de preguntarlo.
—Sé que tu experiencia en Mónaco no fue la mejor Riley, pero si te pido que vivas conmigo allá lo harías. ¿Tú dejarías Italia por mí?
—¿No crees que eso es muy precipitado?— su voz baja dos tonos.
—No, ya lo haces aquí conmigo pequeña. Lo único que cambiaría sería la academia y créeme que buscaríamos la mejor para ti.
—¿Y si lo pensamos con calma? Una cosa a la vez Colin.
Le escribo un corto mensaje a Enzo haciéndole saber que estamos aquí. Riley parece una niña pequeña de lo emocionada que está, chilla de alegría cada vez que pasamos por el lado de algún canino de esta veterinaria.
Sonrió internamente viéndola acariciar a un pastor alemán en lo que esperamos la llegada de Enzo. El perro no se aleja de ella y ella tampoco.
Lo siento por Trueno y Enzo, pero le daré su obsequio hoy. La felicidad de mi chica va de primero ante todo.
—No creo que a Trueno le agrade sentir el olor de otro perro en ti capricho— dijo cuando al fin sede a dejar al perro y venir hasta mi. —, pensará que lo cambiaste y se pondrá celoso.
—No cambiaría a trueno por nada, él es especial en mi vida.
Veremos si en unas horas sigue pensando igual.
—¿Y yo?— preguntó necesitado de su respuesta.
—El único.
Enzo se acerca con uno de los veterinarios que trabajan en el centro y lo reconozco al instante porque él es quien se encarga de que Trueno lleve sus controles en Mónaco y aquí.
—Colin— me saluda desde su lugar. Le respondo con un asentamiento de cabeza atrayendo el cuerpo de Riley al mío que mira cada cachorro del lugar sin prestarnos atención. Sergio no le quita los ojos de encima a la pequeña bailarina. —. ¿Imagino que ella debe de ser la chica que no dejas de mencionarle a Trueno?
Riley al fin lo mira saludándolo con educación.
—Riley un gusto— le extiende su mano que él no tarda en aceptar.
—Lindo nombre Riley, muy poco italiano.
Entrecierro mis ojos hacia Sergio y este no se percata de mi cargada mirada de advertencia en ella por estar más centrado en mi novia. Mía.
—No es italiana Sergio, es estadounidense y es mi novia— comentó. Su sonrisa no se borra.
—Oh entiendo. Un placer, Sergio, soy quien lleva los controles de trueno— se presenta. —. ¿Imagino que ya sabes de su estado?
Riley mira un segundo a mi hermano al lado de Sergio, no ha pronunciado ni una sola palabra desde que llegó.
—No, solo me dijeron que se encontraba enfermo, puedo ver a mi bebé ahora.
Sergio reprime una sonrisa mirando a Enzo a su lado con diversión. Solo la pequeña bailarina puede hacer que el temible dóberman de Enzo parezca tierno con ese apodo que ella le puso.
—¿Tu bebé?
—Lo siento— Riley se disculpa con Enzo que sigue sin decir nada. —, es como lo llamo.
—Si puede verlo, solo que debes de tener mucho cuidado, últimamente muerde a todo el que se le acerca.
Riley asiente y caminamos detrás de Sergio, su mano va sujeta a la mía. Enzo la detiene al pasar por su lado, Riley lo mira en espera de que haga o diga algo.
—Gracias Riley, enserio lo aprecio bastante.
—No es nada— contesta muy bajo Riley y continuamos nuestro camino.
Pasamos varias salas hasta llegar a la que trueno se encuentra, los vemos detrás de la ventana de cristal. Esta sobre una cama especial para perros, un bozal que cubre su boca y lleva un suero conectado a unas de sus patas. Ahora entiendo la preocupación e insistencia de Enzo, Trueno nunca habita esta de esta manera. Riley suelta mi mano llegando hasta el quitar.
—¿Por qué lo tienen de esta manera? Y eso en su boca deben de quitarlo— mira a Enzo detrás de ella. —. Quiero verlo de cerca.
—Agrede a todo el que se acerca sin su permiso. Es un método de cuidado.
Riley niega.
—¿Les parece que tenerlo así es cuidarlo? Si tiene eso no se alimenta.
—Al no se alimenta por sí solo Riley, no desde el día que lo saque de tu departamento— pronuncia muy serio Enzo. —, el suero es por ello.
—Voy a entrar— le dice a Sergio quien busca respuesta en el rostro de mi hermano.
Muerdo el interior de mi mejilla, trueno esta agresivo y a ella no le importa mi instinto proyecto con ella no me dejará aceptarlo.
—Capricho…
—Déjala pasar Sergio, solo ella nos dará las respuestas que buscamos.
—No— dijo firme. —, habla por ti maldita sea Enzo ¿Crees que la voy a dejar ir hasta el, acaso no escucha que ataca a todo el mundo?
—sí, pero solo ella resolverá esto.
Niego a esta locura.
—Por favor amor— súplica. —, él no me hará nada. Nunca lo ha hecho.
—No claro que no. No vas a entra Riley.
Me mira con sus ojos cristalizados, la súplica está plasmada en ello. Ella no puede hacerme esto, mirarme de esta manera para convencerme de esta locura.
—¡Diablos Enzo!— le gritó a mi hermano. —. Si algo le pasa a ella las consecuencias serán tuyas.
—Me arriesgaré.
Riley camina hasta mí antes de ir con trueno.
—Habrán consecuencia si te pasa algo pequeña.
Sonríe besando mis labios.
—No pasará nada amor.
Asiento luchando por no soltarla cuando Sergio le indica pasar, ella lo hace sin apuro. No le quito la mirada de encima en cada movimiento sintiéndome nervio con cada segundo que pasa. Debo de confiar en un perro agresivo para que mi novia saga ilesa de esa habitación.
Trueno no se percata de su presencia al estar dormido, Riley llega hasta su lado doblando sus rodillas para estar a su altura. Lo acaricia despertándolo de su sueño, trueno reacciona a su olor como siempre parándose en sus patas y balancearse encima de Riley. Ella lo recibe con amor entre sus brazo. Sé que Riley está llorando por la manera en que lo besa y lo acaricia.
Sin miedo quita el bozal de su boca dejándolo a un lado de ella. Trueno suelta fuertes ladrido en respuesta del gesto de Riley. Enzo a mi lado deja caer sus hombros con alivio al ver revivir a su potente trueno en manos de la pequeña bailarina.
Riley sigue en su momento íntimo con el dóberman. Gira su cabeza hacia nosotros cuando Trueno se que con un maullido adolorido en una de sus patas.
—¿Puedo quitarle esto también?
Sergio asiente y Riley procede a quitarle el vendaje de su pata, todo lo hace con cuidado de no ir a lastimarlo.
—¿Puedes hacer que coma su alimento? Hace días que no lo hace— pregunta Enzo a mi lado ganándose una mirada de odio por mi parte.
Riley asiente y recibe la purina y bebida de Trueno, sin asco ni molestia toma un puñado de alimento para perros en sus manos ofreciéndoselas al dóberman que no duda en comer todo en un segundo.
—Ella es un ángel— exclama Sergio hechizado por Riley.
Bufo.
—Uno al que muchas personas no saben valorar— comentó más para Enzo que para Sergio.
…
La veo desde el balcón mientras sigue dándole su ayuda a Sergio para el entrenamiento de trueno.
Enzo está sentado en las bancas detrás mío, ninguno ha dado el primer paso para entablar una conversación.
—Le voy a devolver el anillo de mamá— lo escucho decir detrás mío.
Niego a eso.
—Puedes quedártelo Enzo— dijo sin quitar mis ojos de la pequeña bailarina. —, no voy a dejar que pase por lo mismo con tus ataques.
—¿Mis ataques Colin? Le diste el anillo de mi madre y no dijiste nada, me enteré por sí solo. Como pensabas que iba a actuar cuando me enterara.
—Como un idiota claro está— respondo cínico.
Enzo saca el anillo de uno de sus bolsillos extendiéndolo hacia mí. Lo miro en la palma de su mano sin tomarlo. No lo haré.
—Ella no lo aceptará— resopló. —. El día que le dije que perteneció a mamá ella dijo que lo dejaría de usar para no perderlo, solo conservaría y después de que se lo quitarás de esa manera ella no lo aceptara. Nadie la convencerá de ello.
—Yo sí.
Lo miro. El mantiene sus ojos en Riley también, no lo hace de una manera indiscreta sino neutra.
—Aléjate de mi novia Enzo. Ya estoy cansado de decírtelo.
—Solo le daré el anillo en forma de agradecimiento por lo que hace con Trueno nada más.
No me agrada esa idea en lo absoluto, pero sé que él no me hará caso y se lo devolverá. Lo dejaré si quizás ve la intención que Riley tiene no tomar el anillo el seda y no deje en paz. Suspiro viéndola, ella le devolvería la vida a cualquier persona. Trueno le presta más atención a Riley que al mismo Sergio que debe de indicarle a Riley como debe de entrenarlo, ella lo escucha con atención todo lo que él dice.
—¿No tienes nada más que decir Colin?
Enzo sigue con su interrogatorio y trato de ser cordial con él. En algún lindo debemos de arregla nuestras indiferencias.
—No— y es más que la verdad. No tengo nada que decir.
Mira Riley jugar con el dóberman y algunos perro más.
—Firmaste y te hiciste cargo de la adopción de luna— expresa y sonrió al sentir los celos y la molestia en su tono de voz. Le di donde le duele. —. ¿Se la darás a ella?
—sí.
—¿Por qué?
—Porque la amo y quiero verla feliz— doble mi cuerpo hacia el de él. —. Pero descuida sé que no lo entiendes Enzo. No está familiarizado con el sentimiento.
—Y si te dijo que lo estoy empezando a conocer y que es una completa mierda y ridiculez— niega con su cabeza como si recordara a alguien y le doliera. —. No le encuentro lo divertido a enamorase.
Río internamente puedo jurar por lo que sea que hermana de Alessandro tiene que ver con esto.
—Cuando te pase lo entenderá sólo debes de ser paciente.
Hace una mueca de molestia.
—Y si ella no quiere verme ni hablarme, pero no deja de aparecer en cada cosa que hago en el día y en las noche parezco un maldito cuervo cuidando de que nadie se acerque más de lo debido a ella porque me molesta. Que quiere decir eso— me mira a los ojos.
—Que estás jodido.
Riley.
Me despido de trueno prometiéndole que lo visitaré con más regularidad. No sé por cuánto tiempo él se quedará aquí para su control y no me atrevería por nada en la vida el pedirle a Enzo que lo deje con Colín y conmigo, él no lo aceptaría.
Me reúno con Colín, Enzo y Sergio en el pasillo. Enzo no participa de la conversación que mantiene su hermano y el veterinario de trueno su mirada recae en mí y me apuro a llegar al lado de Colin para no tener que hablar con él. Lo más seguro es que vuelva a pedirme que me aleje de trueno por su comportamiento conmigo.
Entrelazó mi mano con la de Colin que deja un corto beso en ella sin dejar de hablar con Sergio. Ambos hablan sobre unas vacunas y seguimientos de estudios que no comprendo y no le prestó atención. Algunas veces miro a Enzo pensativo en su posición.
Sergio se despide de Colin y de mí y me pide ir a visitar una vez más a trueno para sus entrenamientos. Colin y yo caminamos por un pasillo y lo miro confundida.
—¿Por qué estamos en este lado?— no hemos alejado mucho.
—Quiero que conozcas a alguien— le resta importancia a sus palabras.
No dijo más y dejó que me siga guiando por el largo pasillo, uno que otro perrito se roba mi atención mientras caminamos. Se detiene en una habitación muy parecida a la que trueno se encuentra, Colin golpea varias veces la puerta con nudillos de sus dedos, una chica con un uniforme blanco no saludan a ambos con una sonrisa.
—¿Son los dueños de Luna?— Colin asiente a su pregunta y yo solo estoy más interesada que antes.
—¿No sé si te avisaron que hoy sería su último día aquí?
—Si, ya está lista por si desean llevarla ahora.
—Antes quiero que se conozca con alguien.
La chica acepta la petición de Colin y nos deja pasar a ambos hacia la amplia habitación. Unos ladridos captan mi atención incitándome a que mire a todos los lado con apuro por encontrar el dueño de ello.
Mi cuerpo se espanta al verla frente a mí y llegar hacia la chica que nos acompaña. La chica la recibe con alegría acariciando su pelaje café brillante. Continuó embobada viéndola jugar con la chica.
—Espero que con esto no sientas tanto la ausencia de trueno— susurra Colin en mi oído.
Muevo mi cara hacia él buscando más que esas palabras.
—¿Que…?
—Sentada Luna— la chica hace una seña con sus manos pidiéndole con autoridad que se siente en sus patas traseras. Luna lo hace obedientemente. —, conoce a tu nueva familia.
Le da permiso para que se acerque y Colin es el primero en recibirla, baja hasta estar en cuclillas y casi a la altura de luna. Es igual a trueno en todos menos su pelaje. Trueno tiene un negro pelaje mientras que luna café. Bajo hasta estar a la altura de ella y no duda en venírseme encima mío con fuerza, caigo al piso por el impacto sin llegar hacerme daño, luna me olfatea moviendo su cola en señal de que me acepta.
—Ella es luna— le pregunto y asiente. —, la dóberman que Enzo adoptó para Trueno…
—¿Acaso no escucharte? Tú y yo somos su familia ahora pequeña. Es tuya.
Mi pecho se llena de alegría y amor cuando lo dice. Tengo mi propia dóberman.
—¿Podemos llevárnosla a nuestro hogar amor?
La sonrisa de Colin crece en su rostro y asiente tomando algunas cosas que le entrega y deduzco son de luna. Mi luna. Colin me ayuda a ponerme de pies.
—A nuestras casa capricho.