Amor a alta velocidad (run1)

Extra 1. Noche de boda.

Me ayudarías mucho dejando tu voto y comentario. Graciasss ¡Besitos!

Extra 1 noche de boda.

 


Colin.

—¿Cuándo me dejaran tener a mi esposa para mí solo?— preguntó cansado de esto.

Hace más de cinco horas que el padre nos declaro marido y mujer a mí y pequeña bailarina. Y esta es la hora que no he podido ni siquiera besarla como quisiera solo porque a cada jodido invitado le ha complacido darle sus felicitaciones. Me joden que no me la dejen para mí.

Le pedí que hiciéramos una ceremonia privada entre su familia y la mía y fue casi imposible cuando comenzamos a enviar las invitaciones. Hay más de quinientos invitados en la boda y celebración. Le pedí a Mónica que no hubiera tantos reporteros y ella lo cumplió solo dejando unos cuantos de los noticieros más importantes de Italia.

Pero como son de intensos esos reporteros, no han dejado de pedir una entrevista conmigo y mi esposa.

—¿Ansioso?— se burla Enzo a mi lado.

—¿Tú qué crees?

Tomó una de la copas de champán que mi hermano me brinda, bebiéndola en segundos. La miro hablar y reír con algunas personas que yo nunca había visto en mi vida, pero que mi esposa parece conocer a la perfección.

Ella me mira un segundo regalándome una sonrisa de la que me gustan. No lo pienso dos veces más antes de ir a ella y tenerla para mí.

—Me cansé— le entregó la copa a Enzo que la toma con diversión. Dice algo pero no lo escucho.

Camino ignorando a todo el que se pone en mi camino. Mi objetivo es mi esposa, a ella es la que quiero.

—Felicidades— una mujer de unos cuarenta años me felicita con alegría y únicamente le sonrío. —, Maya es muy afortunada de tenerte.

—O más bien el afortunado es el— corrige mi querido suegro. Es algo que hay que darle la razón, pero no voy a ser yo. —. Cualquier hombre que tenga la mínima atención de mi hija es el afortunado Yocasta.

—Por supuesto Roberto.

Me acerco a Riley y soy detenido por la tal Yocasta.

—Un segundo más. ¿Si? Hace tiempo que no veía a mi niña.

Como que me importa. Yo me casé hace cincos horas y no he recibido ni un beso para calmarme.

—Quiero estar con mi esposa— la miró en busca de su ayudas y ella solo me sonríe.

Quiero irme ya de aquí para darle inicio a mi noche de bodas. Es la primera vez que la voy hacer mía ella siendo oficialmente mi mujer.

—Si querido, comprendo que esté deseoso de estar con ella, pero…

—Tía— Riley la detiene. Se acerca a ella dejando un beso con ternura en una de sus mejillas. La señora la mira con demasiada adoración en sus ojos y no la culpo. —. Prometo visitarte pronto. Después de mi luna de miel y quizás para tu próximo cumpleaños.

Su tía acepta esa propuesta casi llorando. Nunca había conocido uno de sus tíos, pero juro pensar que podría ser hermana de su madre. Tienen parecido.

—Voy a esperarte con tu pancakes favoritos— ella le devuelve el beso.

—Lo sé.

Cierro mis brazos en su cintura cuando le veo las intenciones de ir a donde su padre. Este da un paso hacia mí y Riley.

—Ven cariño quiero presentarte a alguien— mi suegro extiende su mano hacia sus hija invitándola a ir donde él y me niego a soltarla.

Cruzó mi vista con la de mi suegro y en ella veo la amenaza latente.

—¿No cree que es justo que ella me de atención a mi?— preguntó molesto. —. Yo soy el novio y a nadie le importa.

—¿Por qué será?— pregunta entre dientes. Se gana una mirada de reproche por parte de mi esposa que lo ceder de su comportamiento. —. Solo serán unos minutos.

—No.

—Amor…

—¿Estás decidiendo sobre mi hija y desafiando mi pedido?— interviene antes que Riley pueda decir algo. —. ¿Tan rápido quieres firmar tu divorcio Prescott?

—¿Divorcio? ¿Qué es eso?

Le sonrío a la distancia a mi suegra que se acerca junto a mi padre. Ella llega a nosotros dándole un beso a Riley y luego uno a mí.

—Se ven hermosos juntos— dice antes ir a donde el hombre que decidió por esposo. —. ¿Cierto amor?— le pregunta entrelazando su mano con la de él.

—No— responde firme. —. Mi hija luce mucho mejor sola, siendo mi hija— recalca la palabra mi.

—Que mal que ahora lo haga a mi lado y con mí apellido suegro.

Mi padre, mi bella esposa y mi suegra ríen del comentario, el único que no lo hace es mi suegro que decide mantener un porte firme.

—Amor no puedes contestarle de ese modo a mi padre— mi esposa me besa en la mejilla.

—Que no me dé motivos para no hacerlo capricho.

—Mi princesa— se acerca a Riley tomando su rostro en sus manos consiguiendo que solo lo mire a él. —. Si algún día decides volver a nuestro lado y dejar todo, no dudes en hacerlo si Yo encantado de volver a tenerte en mi brazos como mi niña.

Sus palabras me molestan. ¿Qué le pasa a este señor? cuando pienso haberlo visto todo de él, viene y llega con algo peor.

Se lo mucho que ama a su hija yo igual y quizás no la ame más que él, es su padre y el hombre que mas la va amar sin ningún compromiso, lo entiendo. Pero mi amor por Riley si lo podemos igualar y quedar empate. Yo la amo demasiado. Lo único positivo que dijo desde que lo conozco fueron las palabras de pronuncio antes de darme a su hija en el altar. Solo eso. Su palabras lo único que remarcan antes y ahora es el enorme deseo que tiene porque su hija y yo nos separemos.

No le voy a dar el gusto. Seré el esposo y amante que mi pequeña esposa necesite cada día de su vida, a ella no la voy a dejar nunca eso lo he dejado más que claro. Para Riley seré amor, esposo, amante, amigo, consejero, esclavo, su vida, su mundo entero y todo lo que ella quiera que sea. Nada más tiene que pedírmelo y lo tendrá al segundo. Porque estoy para eso, para hacerla feliz y cumplir cada unos de sus capricho.

De la única manera que esto terminaría es si ella decide dejarme y eso no va a suceder porque me voy a esforzar por ser el mejor cada día a cada segundo de nuestras vidas.

—Lo sé pa, no debes de repetirlo.

—¿Ya la escuchaste?— pregunta en mi dirección con aire de grandeza.

Le sonrió hipócritamente, lo hago más que con genuinidad

—Me alegra saber que mi esposa y yo nunca sabremos lo que dice un acuerdo de divorcio.

Aprieto a Riley más a mí alejándola de él. Mi sonrisa satisfecha no se borra ni por error al ver su rostro. Mi respuesta no le agradó en lo absoluto.

—Odio a cada Prescott— replica.

—Veré si en algunos años o días va a odiar a sus nietos también. Porque debe de saber que ese es el apellido que ellos llevarán.

Su mandíbula se aprieta luchando por no soltar las palabras que lleva en la punta de su lengua.

Mi esposa se separa un segundo de mí para despedirse de sus padres y el mío. Le toma unos minutos más que otras personas más. La chica que ayudó a Riley a planear cada minuto de la boda se acerca a nosotros para hacernos saber que es hora de la fiesta.

—Te veo en el salón de baile amor— se despide con un beso y la jaló cuando intenta irse con Camil y su madre.

La beso con pasión para que se entere de cómo estoy por llegar ya a Mónaco. A nuestra casa.

—Te amo— le digo antes de que termine de marcharse. Me responde con un corto beso alejándose.

Llego al salón de baile y observo por milésima de segundo la decoración. Todo fue escogido por mi esposa y no estuvo sola en el proceso. Camil y su madre la ayudaron en todo. Me sorprendí un día que Olivia participó de ello también.

Mi padre, Enzo y Alessandro mantienen una conversación en la cual estoy pero no soy partidario, solo miro la entrada con nervio y ansiedad esperándola.

—Puedes pestañear sabes— musita Enzo en mi oído.

—Jódete Enzo. Cuando te cases sabrás lo que se siente.

Ríe alto. Alessandro me mata con la mirada cuando lo dijo. Camil y Enzo llevan un tiempo considerable viviendo juntos sin llevarlo más allá.

Alessandro se volvió loco cuando se enteró de su relación clandestina de su hermana menor con Enzo, se opuso de todas las maneras posibles y no solo él sino que también Bernardo y su padre. Enzo tracto de hacer todas las cosas bien para ser aceptado por ello y estar con Camil, pero digamos que los hombres Lombardi supieron cómo acabar con la poca paciencia de Enzo.

Le hicieron la vida más miserable a Enzo y su respuesta fue sacar a Camil de Italia. Si mi hermano se volvió un secuestrado de primera llevándose a Camil con él. Ha pasado mucho de eso y nada más ellos dos conocen la verdadera innovación de donde estuvieron todo ese tiempo. No esperaba ese romanticismo por parte de Enzo.

Camil obligó a Enzo a regresar y todo fue por el nacimiento de su tercera sobrina. La pequeña Lana, es hija de Bernardo y Mara, y la niña es todo un amor. Es como la muñeca personal de Camil y Riley cada vez que la dejan a su cuidado. Todos agradecieron que Mara diera a luz y que con ello Camil decidiera regresar, pero la amenaza de Enzo sigue en pies.

Mi hermano aún atormenta al padre y hermanos de su novia con llevársela por la más mínima intromisión de ellos en su relación. Paso de ser un romance caótico a ser una guerra de puros titanes con una meta en común. Camil.

—Sabes que el matrimonio no es lo mío— dice convencido. —. Ya lo hablé con mi novia y tenemos un acuerdo.

—No vas a casarte con mi hermana ni en un millón de años Enzo. Pueden divertirse todo lo que quiera pero Camil nunca llegará a ser tu esposa.

—Quieres apostar Lombardi— amenaza Enzo llevándose el vaso con whiskey a sus labios.

—No voy a apostar nada que tenga que ver con mi hermana contigo Enzo.

—Cobarde— le dice un Enzo divertido.

—Mal…

Está por hechas una maldición, pero se ve detenido por una mirada severa de Olivia.

Ellos siguen con su conversación casi guerra sin que yo le preste atención. Dejo de hacerlo cuando la veo entrar al salón.

Solo su presencia hace que todo a mí alrededor se detenga.

Me acerco a ella que me busca por cada lado, entro en su campo de visión y la noto sonreír. Lleva otro vestido muy deferente a su vestido de novia. De igual manera luce hermosa.

—¿Te gusta?— pregunta refriéndose al vestido.

—Cualquier cosa que use me gusta capricho.

Tenía pensado ser yo quien quite el vestido de novia de ella, pero ya no será. Trenes que ser este. Es un vestido de novia igual solo que más sencillo.

Ríe de mi comentario para luego dejar un corto beso en mis labios. Tomo su mano y la guio hasta el medio de la pista. Todo un mes ensayando la canción que ambos escogimos para nuestra fiesta de boda.

Todos los invitados se apartan dejando el espacio limpio para nosotros dos. Miro a Riley a los ojos al terminar de posicionarse correctamente. Ella me sonríe con todo el amor de mundo y por mi cabeza solo pasa la pregunta que me hago cada día de mi vida al verla a mi lado.

¿Qué hice yo para que la vida me regalara a esta mujer? Específicamente a ella. Riley ha sido mi mejor regalo y desde hoy en adelante tendré el honor de llamarla mi esposa.

La suave melodía comienza a sonar dándole inicio a nuestra canción. Thinking out loud de Ed Sheeran. Recuerdo el día que la chica que la ayudó a planear nuestra boda me dijo que yo tendría que bailar. Yo Colín Prescott corredor de la mayor escudería en el mundo aceptando hacer un vals solo para ver a mi esposa feliz. No soy un experto bailando este tipo de música, pero Riley me preparé con el mejor y por mucho tiempo.

La voz masculina comienza a escucharse por todo el salón y con ello nosotros a movernos.

When your legs don’t work like they used to before, and l can’t sweep you off of your feet. ¿Will your mouth still remember the taste of my love? ¿Will your eyes still smile from your Cheeks?

And darlin’ , I Will be lovin’ you till we’re seventy. And baby, my heart could still feel as hard at twenty three.


Cuando tus piernas ya no funcionen como antes, y ya no estés loca por mi. ¿Recordará todavía tu boca el sabor de mi amor? ¿Sonreirán todavía tus ojos desde tu mejilla?

Y querida, estaré amándote hasta que tengamos setenta años. Y Cariño, mi corazón podrá latir tan fuerte como de veinte tres.


Nuestras miradas nunca se dejan con cada paso. Ella me sonríe y complacido le devuelvo el gesto besándola en los labios, ella me corresponde el beso susurrando te amo contra mis labios y muy bajo para ser yo el único que lo escuche.

Sonrió más amplio de lo que ya lo hago sabiendo que ella será la única capaz de hacer que lo haga tan seguido.

Ella da una pequeña vuelta sostenida de mi mano, poso mis manos en su cintura cuando vuelve a mi cuerpo brindándome su calor. Ella deja caer su cabeza escuchando los latidos descontrolado de mi corazón, se olvida de la coreografía establecida cuando hace eso.

Deja descansar la mano en la cual lucen las dos sortijas de matrimonio. Mi nombre y apellido está grabada en cada una de ellas y su nombre en la mía. Nadie más que ella y yo veremos ese detalle, pero que de igual manera el mundo sabrá a quienes le pertenecemos.

La canción sigue sonando, inclino hacia bajo mi cabeza llegando al óvulo de su oreja. Está un poco más alta de lo habitual y es por los zapatos que lleva. Pero aún con ellos ella posee la altura perfecta para escuchar mi corazón latir por su causa. Cantó el resto de la canción en un susurro para ella.

And l’m thinkin’ ‘bout how people fall in love in mysterious ways. Maybe just the touch of a hand.

Well me, l fall in love with you every single day, and l just wanna tell you l am.

So honra now take me into your lovin’ arms. Kiss me under the light of a thousand Stars. Place your head on my beating heart.

I’m thinkin’ out loud. 
Maybe we found love right where we are

Y estoy pensando en cómo la gente se enamora de formas misteriosa. Quizá solo el roce de una mano.

Yo me enamoro de ti cada día, y solo quiero decírtelo.

Así que cariño, ahora tómame en tus amorosos brazos. Bésame bajo la luz de un millar de estrellas. Coloca tu cabeza sobre mi corazón que late.

Estoy pensando en voz alta. Quizás encontramos el amor justo donde estamos.


Oigo los pequeños sollozos que ella suelta. La letra se asimila a todo lo que siento por ella. La canción sería nuestra descripción perfecta. Damos los últimos pasos al finalizar la canción por completa los aplausos no se hacen esperar pero no le ponemos atención. Nos estamos besando muy despacio y solo estoy deseando tener una vara mágica y desaparecerme junto con ella, a un lugar donde solo podamos estar nosotros dos.

¿Es mucho pedir irme a nuestra casa con mi esposa?

—Quedó excelente— la chica que llevo meses viendo en mi casa y a cada minuto de mis días se acerca a nosotros destilando pura felicidad. —. Ahora toca cenar y terminar de saludar a cada invitado. Ellos mueren por tenerlos cerca.

Suspiro resignándome a esto.

—¿Qué pasa amor?— mi esposa ignora educadamente a la planeadora de nuestra boda y centra toda su atención en mi.

La miro unos segundos, no quiero presionarla a que terminemos nuestra boda.

—Podría hacerte mía aquí.

—¿sí?

—Si no me están dado opción— anunció. —. ¿Conocer más invitados?

—¿Quieres irte a casa?

—Desde que te declararon mi esposa.

Me sonríe acercándose a mí.

—Tenías que decirlo amor.

—No quería arruinar tu momento de felicidad. Estás disfrutando nuestra boda y yo estoy disfrutando verte hacerlo.

Y es cierto. Pagaría miles de veces más para verla así de feliz.

—Pero disfrutaría más contigo en nuestro hogar.

—Eso es seguro— reafirmó. —. ¿Entonces nos vamos ya?

Mueve su cabeza en señal de sí y me besa.

—Estos zapatos me están matando amor y no veo la hora en que me deshaga de ellos— musita cerca de mi boca.

Me aparto un centímetro apreciando el calzado. Desde mi vista se ven cómodos, pero no lo serían si llevas más de sietes horas con ellos sin descansar. Ella está sufriendo callada con eso.

Esta boda terminó para nosotros.

Me agachó alzando un poco el final del vestido, mi esposa me ayuda a sostenerlo para facilitarme la tarea de quitar los molestos zapatos de sus pies. Me tomo mi tiempo en ello siendo muy consciente de que todas las miradas están sobre nosotros.

¿Acaso nunca vieron a un marido quitar los zapatos de su esposa? Básicos.

—Listo— terminó dándole un costo beso. Vuelve hace pequeña a mi lado.

—Gracias amor— ríe observando cómo llevas los pequeños zapatos en mis manos.

—Lo siento Riley, pero no puedo permitir que interactúen con tus invitados descalza.

Mi esposa gira en mis brazos quedando cara a cara con génesis. A ella también le sonríe.

—Lo siento génesis, pero nos urge marcharnos ahora— sonrió como niño al escuchar lo que llevo queriendo hace rato. —. Mi esposo y yo debemos de viajar muy temprano para nuestra luna de miel y estamos agostado ¿Cierto amor?

—Demasiado— le sigo la corriente a mi esposa.

—Pero la boda aún no termina— dice confusa.

—Lo sé, la voy a dejar en tu manos confiando en ti. Eres muy buena en lo que haces génesis. Me encanto cada detalle de cómo planeaste mi boda gracias. Te volvería a busca si vuelvo a casarme.

La chica asiente con lágrimas fugaces y le doy su espacio para que se despidan.



Empujó la puerta con mi espalda abriéndola con facilidad. Llevo a Riley en brazos y ella solo ríe, todo el vuelvo hablamos sobre cosas graciosas que pasaron en nuestra boda.

Escuchamos unos ladridos y sonidos de garras acercase. La bajo despacio dejándola en el suelo porque se lo que viene a continuación.

—Mis bebés— luna y trueno aparecen recibiendo a Riley como si no la había vista en años cuando solo fueron dos días. —. Mamá regresó a pasar la noche con ustedes— le dice acariciando su pelaje.

—Oye.

—Contigo también amor— me guiña unos de sus ojos.

Le doy su espacio para que ella juegue distrayendo un poco a los dos dóberman. Trueno ha estado viviendo con nosotros desde que Enzo se mundo con Camil. Mi hermano está muy obsesionado con el asma de su novia y no dejas que ni siquiera trueno este mucho cerca de su chica para evitar que recaiga. Riley aceptó quedarse con él, el tiempo necesario.

La ayudó a ponerse en pie.

—Ahora si soy toda tuya amor— dice. Vuelvo a tomarla en brazos y guiarnos a nuestra habitación. —. Puedo caminar perfectamente amor— acaricia mi mejillas.

—Lo sé, pero quiero y deseo llevar a mi bella esposo a nuestra habitación— la beso terminando de subir las escaleras. —. Todas las noches llegarás de esta manera a mi cama amor. Acostúmbrate.

—Me gusta cómo se escucha eso.

Abro la puerta de nuestra habitación de la misma manera que hace un rato. Riley baja de mis brazo al ver la sorpresa que le mande a preparar.

—Capricho…

Corta mis palabras con un beso.

—Te amo, te amo, te amo— repita con frecuencia la palabra. —. Te amo demasiado amor. ¿Cómo hiciste todo esto?

Me encojo de hombros. Mónica sabe cómo hacer magia de vez en cuando.

Le quise dar esta bienvenida a Riley en nuestra noche de bodas. Por más que lo planeamos y acomódanos el tiempo con nuestra boda sabíamos que íbamos a tener luna de miel el mismo día, Riley dijo que no importaba y que podíamos pasar la noche en mi departamento en Italia. No quise dejarla así, se lo impórtate que es para cualquier mujer todos esos detalles y mi esposa no era la excepción. La vi planear cada detalle de la boda y la vi disfrutárselo como a nada. Así que no podía permitir que ella ni tuviera su noche de bodas sin ningún detalle romántico de mi parte.

Un cuarte lleno de rosas y velas no es mala opción.

—Esto es demasiado…

—Shu… Es lo que te mereces— musitó despacio mirando sus ojos cristalizados. —. Tú te mereces el mundo Riley y yo quiero dártelo ¿Si? ¿Vas a dejar que yo te dé el mundo Riley?

Asiente.

Rozo la punta de su nariz con la mía por unos segundo, busco sus labios hasta logra mi meta de besarlo. Ella me corresponde manteniendo el ritma lento y sin apuro por esto.

Voy a tenerla toda una vida para mi, así que no debo de apurarme para hacerla mía esta noche.

Rompo el beso cuando nuestros pulmones comienzan a exigirnos aire para ellos, tomo su cintura haciéndola dar vuelta y quedar de espalda frente a mí. Muevo el abundante cabello que cae en su espalda en suaves ondas rizadas, lo coloco en uno de sus hombros para ir muy despacio bajando el cierre del vestido.

Su piel sale expuesta delante de mis ojos a medida que voy bajando el cierre hasta el final. Acercó mis labios hasta su nuca dejando beso por todo el espacio. Suelta una respiración pesada al tiempo en que meto mi manos por la abertura del vestido de novia blanco. Acopló sus pechos en mis manos que encajar justo a la perfección demostrando que me pertenecen solo a mí.

—Mia moglie— musitó en italiano solo para ella. —. ¿Sabes lo que deseaba poder llamarte así?

Mi esposa.

Mueve su cabeza confirmando mi pregunta. Dejo sus senos luego de haberlo amasado todo lo que quise. Bajo la mano aún dentro del vestido, me detengo en sus caderas sin tener más espacio que recorrer del cuerpo de mi esposa.

—¿Podemos volver hacer que hagan este diseño para ti?— pregunta sacando mis manos y cerrándola en puño sobre la tela.

—¿Por qué lo preguntas…? ¡Colín!

Rasgo con fuerza la tela del vestido destruyéndolo por completo. Un silencio se instala entre nosotros. Termino de romperlo y sacarlo de ella.

Vuelve a estar frente a mí y me mira enojada, intento besarla y me rechaza con éxito.

Rio bajo.

—¿Era necesario romper mi vestido de novias de esa manera Colin?

—Ese no es tu vestido de novia— digo dejando besos por todo su rostro. —. No con el que te declararon oficialmente la señora de Prescott.

La cargo haciendo que envuelva mi cadera con sus piernas.

—Suerte que no fue ese, si no hubiera terminado así. Roto.

—Una clara verdad— aceptó.

Está por seguir la discusión sobre el vestido y no la dejo, camino con ella hasta encontrar la orilla de la cama y tumbar su cuerpo despacio.

—Voy a recompensártelo, sabes que solo tienes que pedirlo y sabes cómo— me separo de su cuerpo desabotonando mi camisa. Ella está así desnuda sobre nuestra cama.

Niega mirado mi cuerpo siendo liberado por la camisa de traje blanca.

—El vestido no importa— se remoja los labios seductoramente. —. Quiero otra cosa.

—¿Qué?— me hago el desinteresado. Sé muy bien li que quiere.

Levanta su cuerpo hasta sentase a la orilla de la cama, extiende sus mano para ayudarme con broche de mi pantalón. En un minuto esto completamente desnudo. Sus labios besan los cuadros que conforman mi abdomen marcado. Deja un beso en cada uno.

—Quiero a mi esposo— pide.

Se pone de pies obligándome a baja mi rostro hasta el de ella. Sus manos van detrás de mi nuca bajándome a su altura para poder besarme. Le correspondo guiando mis manos a sus nalgas y acariciar las. La bragas de encaje terminan igual que el vestido minutos después.

Rompo el beso besando la punta de su nariz. Me gusta ser tierno con ella.

—Despalda capricho— ordeno.

—Si amor.

Hace lo que le pido sin dudarlo y sin perder el tiempo. Mi mano desciende a su sexo acariciándolo hasta mojarlo y tenerlo a mi disposición. Gemidos débiles salen de su boca llenando el silencio de la habitación.

Dejo de mastúrbala empujando tirando su cuerpo devuelta al colchón, gatea hasta llegar a mitad de la enorme cama y no tardo en posicionarme detrás de ella alzando su cadera y penetrarla como llevo queriendo desde hace dos días. El interior que reconozco a la perfección me recibe llenándome completamente.

Me muevo muy despacio ya conociendo su ritmo. Primero lento Lugo duro, así es como ella me lo pide. Sus gemidos no se hacen esperar demostrando que lo disfruta. Comienzo a salir y entrar con fuerza de su interior sujetando sus caderas para controlar los movimientos. Apoya su cabeza en el colchón mirándome desde esa posición sabiendo lo débil que soy con eso.

Como me deleitó mirando sus gestos de placer siendo provocados por mí y su mirada conectada con la mía llevándonos más allá que esta unión y este momento.

—Por favor amor— gime en una súplica. Sus paredes se contraen alrededor de mi miembro haciéndome gruñir.

Sigue gimiendo y suplicando que la lleve a su anhelado orgasmo, golpeó uno de sus glúteos cuando me siento igual de cerca que ella. Me detengo un segundo saliendo de ella y maniobrar con su cuerpo hasta tenerlo con su cara frente a mi. Separo sus piensa abriéndome espacios y volver a unirme con ella.

Sigo moviéndome con fuerza y sin detenerme por nada, busco sus labios besándolo hasta que ambos explotamos en miles de pedazos al alcanzar nuestro límite.

—Dios amor— jadea contra mis labios dando cinto besos.

Me sigo moviendo despacio hasta vaciarme entero en ella. Sus ojos se cierran y su pecho sube y baja descontroladamente calmándose con el tiempo. Lleno su cara de besos saliendo de ella y dejándome caer a su lado.

—Te amo— digo atrayendo su cuerpo agotado al mío. Se doble de lado y paso una mano por debajo de su cabeza.

Ella besa mi cuello y tórax decaída pero esforzándose por seguir. Eres el mejor sale de sus labios con voz cansada dejando caer su cabeza sobre mi pecho.

—¿Cansada señora Prescott?— preguntó.

Solo mueve su cabeza sin hablar y rio. Este día fue largo para ambos.

Juego con la punta de su cabello hasta percatarme de que está completamente dormida entre mis brazos y yo igual con la ayuda de su calor.




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