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Adelanto de Amor a alta velocidad parte dos.
Riley.
Me detengo en el marco de la puerta de la habitación de Raúl. Hace poco Diana me permitió seguir con su proceso de incubadora en casa de Emilio para que yo estuviera más tranquila y él más cómodo.
Hace rato conversé con ella me hizo saber que si seguía todos los pasos correctamente podré disfrutar de mi pequeño bebé sin todos esos aparatos pegados a él. Pienso seguir cada indicación que ella diga, quiero poder tener a mi hijo en brazos con toda la libertad.
Termino de abrir muy despacio la puerta para no ir a interrumpir su siesta de la tarde. Sonrío al encontrar la enorme figura de Emilio frente a él mirándolo con toda la adoración del mundo.
Es el pequeño deleite de mi suegro el observa a su nieto a toda hora del día.
Emilio y mi padre tienen una pequeña competencia entre ambos por ser el mejor abuelo para su nieto. Me agrada que a pesar de todo lo que ha pasado en los últimos tres meses ellos se hayan podido llevar mejor por el bien de Raúl.
Valoro eso.
Entro con cuidado a la habitación sin hacer ruido acercándome a mi suegro. Me detengo unos cuantos pasos dándole la privacidad necesaria con su nieto. Sus manos están metidas en los dos orificios de la incubadora acariciando muy despacio a mi hijo como si temiera romperlo.
Y entiendo perfectamente ese temor de él, yo igual me temporizo cuando lo cargo y no querer hacerle daño. Raúl es demasiado frágil.
—Solo me quedan día con el— masculla bajo. El dolor y la tristeza son claros en su voz.
Termino de acercarme a él dejando caer mi cabeza en su hombro. Me duele apartarlo, a ambos, pero es lo que necesito por ahora.
Aun recuerdo el día que le dije que estaba embarazada y a la espera de un niño. “Es el mejor día de mi vida Riley, esta noticia se siente como si volviera hacer padre”. Esas fueron sus palabras. Atesorare siempre ese recuerdo.
—Podrá visitarlo Emilio. Ustedes siempre va hacer bienvenido en donde estemos su nieto y yo— le hago saber.
Niega.
—Tu padre fue claro Riley— sigue acariciando el pequeño y frágil cuerpo de Raúl. —. Yo también voy a pagar el castigo de mi hijo por dejarte sola en esto.
Mis ojos se cristalizan tras esa confección. Emilio no debería de pagar por los errores de Colin en esto, pero se lo terco que puede llegar hacer mi padre y lo feliz que lo pone mantener a Emilio y su hijo lejos de mí y mi hijo.
—Lo siento— aclaró mi garganta luego de un tiempo. —. Usted será un gran abuelo Emilio, aunque no estén juntos.
Asiente limpiado con disimulo una lágrima que moja su mejilla. Me duele esto, mas por el hombre que tengo a mi lado que por su hijo.
—Promete que cualquier cosa que tú y él necesiten no dudarás en pedírmelo. Yo complacido con ustedes— dice sacándome una sonrisa. —. Que no se te olvide que eres como una hija para mi Riley y ahora la madre de mi primer nieto con eso ya es oficial de que tiene un gran lugar en mi corazón.
—Gracias— me empino besando su mejilla. —. Lo tendré en cuenta siempre.
Volvernos a quedarnos en silencio admirando a Raúl dormir pacíficamente sin ser consciente de nada de lo que pasa a su alrededor.
Sus padres no están juntos y será separado de personas que lo adoran. Emilio y Diana serán perfectos como abuelo y Enzo será el tío ideal para acompañarlo en cada una de sus locuras.
¿Soy mala por privar a mi hijo de eso? Yo creo que no, su padre me está dando todos los motivos para irme.
Es por eso que no dudo ni me abstengo más de hacerlo. Busco las dos argollas que adornan mi dedo y mano haciéndole saber al mundo que estoy casada, soy firme al quitarlas de mi dedo llevándose un gran peso con ellas.
Tomo la mano de Emilio y las dejo sobre estas, la mira las argollas sin decir nada por esa decisión mía, pero es lo mejor. Su hijo ya decidió en estoy sin antes habérmelo preguntado a mí o pensar como me afectaría, no solo a mí sino a una parte pequeña de él también.
Él la decidió a ella.
—Entréguesela a Colín por mí.
Colin.
Hoy se cumple tres meses desde que nació mi hijo. A ella no la he visto y a él no lo conozco.
Mi campeón.
Quiero ir y buscarlos a ambos, pedirle perdón por no cuidarlos mejor, pero el miedo me paraliza. El solo recordar que los puse en peligro a ambos y que casi los pierdo me hace detenerme.
Riley es mi mundo y Raúl mi vida. No puedo vivir sin ninguno de los dos.
Todo esto que pasó fue mi culpa, una y mil veces vi las señales ahí y quise seguir sin saber que con esto la lastimaba. Ambos. Por casi pierdo a la mujer que más he llegado a amar en este mundo y todo por algo momentáneo.
Fabrizia no debió de tener la mas importancias de en ninguna parte de mi vida, debí sacarla y apártala en el momento en que vi su indiferencia con mi esposa. Ahora estoy pagando las consecuencias de eso.
Y me está matando.
El no poder estar cerca de ella y de mi hijo, debería estar con ellos disfrutando de verlo crecer, pero no me encuentro muy alejado los dos y sin poder acercarme.
No quiero lastimarla más de lo que ya lo he hecho. No me lo perdonaría.
Las palabras de Diana no se me olvidan. Viví ese momento en el parto de Riley me hizo recordar con fuerza la muerte de mi madre. ¿Cómo diablos me piden que decida entre dos vidas importantes para mí? No podía. Claro que no. Como le iba a quitar el derecho a Riley de que conociera a nuestro hijo… y a él quitarle la oportunidad de tener una madre grandiosa como lo es Riley.
Todas los días y noche hablo con Diana, ella me informa sobre el estado de mi hijo y de Riley. Ambos están bien.
—Si sigue así no estarás para la próxima carrera— trata de alejar el vaso de whiskey lejos de mí y no se lo permito.
Sé que está mal. Todo este tiempo he ahoga mis penas en puro alcohol, pero es lo único que me hace escapar a una realidad donde si estoy con mi mujer y mi hijo. Desde que desperté esta mañana he sentido una extraña opresión en mi corazón, he como si quisiera avisarme que algo está sucediendo y no entiendo que sea.
Debo de parar…
—Ya no puede ausentarte más Colin— me acaricia el rostro y me alejo como si el toque me quemara a niveles grandiosos.
—Déjame en paz Fabrizia— gruño en su dirección. —. Lárgate, quiero estar solo.
Ella no se inmuta por el tono de voz que uso, nunca lo hace sigue persistiendo que pasara algo entre ambos y eso no será. La única mujer en mi vida es Riley de eso nunca me ha cabido duda.
—Puedo hacer cualquier cosa para que te sientas mejor Colin. Tu solo tienes que pedírmelo y sabes que te lo daré…
Se ve interrumpida. La puerta de mi departamento se abre con fuerza mostrando la figura de mi padre. Ambos giramos nuestro rostro.
Los ojos de mi padre no se despejan de la figura de Fabrizia en ningún momento mirándola con todo el odio del mundo. Está furioso y lo deja saber por la manera en la que ingresa al espacio.
—Tienes dos minutos para recoger tus cosa y largarte de aquí— acorta la distancia plantándose frente a ella.
Fabrizia sigue sin inmutarse por su pedido provocando que mi padre pierda la poca amabilidad que le queda con ella.
Ella no se mueve de su lugar en ningún momento desafiando el pedido de mi padre.
—Soy su agente de publicidad Emilio, debo de estar siempre a su lado.
—Bien lo dijiste Fabrizia— continua papa bajando su tono de voz. —. Eres un agente de publicidad no su jodida amante. Date tu lugar y sal de mi vista ahora.
Sus últimas palabras salen con rudezas haciendo que el cuerpo de la mujer frente a él tiemble de furia discretamente. Fabrizia gira su cabeza buscando una ayuda de mi parte y no recibe nada. Yo sé lo he pedido mil veces y ella sigue insistiendo en quedarse.
Si mi padre logra desasearse de ella voy a agradecérselo eternamente.
—Vas a mandar al diablo la carrera de tu hijo Emilio con esto…
—sí y mandaré a otras cosas al diablo si no sales de mi vista y de este apartamento en dos segundo.
Ambos se sostienen la mirada unos segundos hasta que es Fabrizia la que decide terminar con ello y salir de mi departamento dando un fuerte portazo.
Espero y no vuelva más.
Mi padre llega hasta mí, su semblante furioso no cambia en ningún momento cuando toma asiento frente a mí. Mira con desaprobación el vaso y la botella de whiskey en medio de ambos.
—¿Piensas seguir así y no hacer nada?— dice refiriéndose a mi estado. Me encojo de hombros. —. ¿Prefieres refugiarte en el alcohol en vez de salir y luchar por tu mujer y tu hijo? Tu familia.
—Papá…— cierro los ojos con fuerza. —. No quiero hablar de esto.
—¡Pero yo sí¡— exclama estrellando su mano en la mesa. Habrá mis ojos mirándolo sin ninguna emoción. —. ¿Qué diablos te pasa Colin? Todo este tiempo cuidando de ella y de tu hijo para hacerle esto.
Evitó su mirada por la razón de sus palabras. Duele que te lo echen en cara de esta manera.
—Ellos están bien…
—¿Eso piensas?— me detiene. —. ¿Piensas que Riley se encuentra bien con un niño de siete meses que corre demasiado peligro y necesita de mil máquinas y cuidados para mantenerse vivo? ¿Crees que se encuentra bien con todo esto y sin la ayuda y apoyo de su esposo a su lado? ¿Crees que Raúl se encuentre bien sin haber sentido el calor de su padre?
No respondo por cobardía.
—¿No vas a responder?
—Riley y Raúl no me necesitan Papá, tienen a Diana y a ti…
—Y tú a tú amante aquí— inquiere con asco refiriéndose a Fabrizia. —. ¿Acaso no sabes que Riley está enterada de esto? Que estás con ella aquí.
Mi corazón se parte más de lo que ya se encuentra. Ella nunca debió de enterarse de eso.
—No estoy con Fabrizia papá y no quiero que Riley piense eso porque no es cierto.
—¡Pues has algo ya maldita sea!— eleva la voz mostrando todo su enojo. —. Hazlo antes de que sea tarde Colin. Yo no crié un cobarde y tú madre mucho menos.
Se que ellos no hicieron eso. Mi padre nos crió la mayor parte del tiempos solo y no porque no pudo. Él decidió serle fiel a nuestra madre aun después de que había fallecido. Ahora Diana es su esposa y no es mucho lo que Enzo y yo hemos convivido con ella para decir que ha sido responsable en nuestras vidas. Esos no son escusas, pero no quiero hacerle más daño a mi esposa.
Suspiro con pesar sosteniendo su mirada.
—No quiero acercarme— me duele confesarlo. —. No puedo vivir con la culpa de saber que la lastime y la puse en peligro a ella y a mi hijo.
No responde y si porte no cambia manteniéndose frente a mí. Una que otra vez su mirada choca con la mía cansada y ella solo se puede ver el dolor reflejado. No sé qué pase por la cabeza de Riley en estos momentos y tampoco sé si ella le permita a mi padre acercarse a Raúl. No sé nada de su vida en los últimos meses y es mejor así si con eso la mantengo a salvo de mí.
Aunque duela debe de ser así.
—Bien Colin, tomaste tu decisión— se levanta acomodando su saco, busca en uno de los bolsillo dentro de él y siento mi corazón detenerse cuando veo las dos sortijas que reconozco a la perfección.
—¿Qué haces con eso?— las toma en mis manos. —. ¿Porque tienes las sortijas de mi esposa?
—Se fue— revela y me niego a creerlo. —. Sus padres tomaron el primer vuelo a Mónaco a enterarse que su nieto había nacido ¿Cómo crees que reaccionaron al encontrar a Riley hecha un desastre Colin? Roberto solo está pidiendo tu cabeza y a Ruth no pude convencerla de que dejara a Riley y mi nieto bajo mi techo y cuidado. Su no fue firme.
La ansiedad comienza a crecer dentro de mí. Ella no está en Mónaco y se llevó a mi hijo. No puede hacer eso.
—No lo permitas papá…