Amor a alta velocidad (run1)

Extra 3. Una noche normal en Enzo (Camil y Enzo).

Muy importante leer la nota al final.

Me ayudarías mucho dejando tu voto y comentario. Graciasss ¡Besitos!
Enzo.
Mi vista no se mueve ni por error de ella, se mantiene en la primera planta negada a querer subir y hacerme compañía aquí.
Y yo me niego a moverme de este balcón y dejar que esos malditos idiotas se acerquen a ella. Apostaría que ya las personas que están poco ebrias a mí alrededor jurarían que esto pegado en este lugar.
Cosa que no es falsa.
Estoy pegado aquí y la razón de ello es la menor del matrimonio Lombardi. Camil. Dos horas exactas desde que piso mi club y no sea atrevido a regalarme una mirada. Cosa que me molesta. Camil sabe perfectamente que la asecho desde aquí y aún así decide jugar con mi paciencia.
—No quiero que le sirvas más alcohol— le dijo Ana detrás de mí. —. No me interesa si ella lo compra, lo pide o lo que sea Ana. No le des más nada que contenga alcohol.
No necesito girarme para ver su sonrisa, la siento.
—Solo hago mi trabajo y Enzo, no te enojes.
—Tu trabajo no es emborracharla Ana, es cuidar que no llegue a ese límite— expresó con enojo. —. Si te pide más, te niegas y le dice que es de mi parte.
—Ella no me está pidiendo nada— aclara.
Ahora si provoca que le quite la mirada a Camil y la centre en ella.
—¿Entonces por qué le sirves tanto si no te lo pide ella?
Se acerca a mí moviendo su cadera de extremo a extremo y juro por el ser supremo que siempre menciona Camil, el tal Dios que si no fuera por qué no logro sacarme de la cabeza a una niña mimada ya le estaría embistiendo en una de los cuartos de consuelo.
Pero no, soy exigente cuando deseo algo y últimamente lo único que se me antoja es el pequeño coño de Camil Lombardi que una vez tuve el placer de saborear, luego de ahí nada llega a satisfacerme o llama mi atención sensual hacia otra mujer.

Eso me tiene jodido.

Es la primera vez en mi vida que duro tanto tiempo en abstinencia y lo peor de todo es por una niña.
—En la barra solo hemos recibido pedido para tu bailarina—ronronea con la sedición plasmada de más en su tono de voz. —. Cada hombre que va termina pidiendo algo para ella y no ostras obedecemos. Creo que solo falta tu por mandarle una bebida.
Lo celo se apoderan lentamente de mi cuerpo. ¿Cómo diablos se atreven a darle bebida en nombre de otro hombre a ella?
Acaso no se lo tengo prohibido.
—Déjala disfrutar Enzo. La tienes esclavizada a que cree la decoración perfecta para la abertura de tu próximo club y no la dejas tomarse un respiro— alega acariciando mi labio inferior con su pulgar. —. ¿A veces pienso que esa es una de tus estrategias para mantenerla cerca de ti?
—Puedo tenerla cerca de mí cuando quiera Ana, Camil no es diferente.
Ríe con burla.
—Si claro, la niña de papi te manda al diablo cada vez que se le pegue la gana Enzo y tú eres el que te arrastra como un perro por regresar a ella. ¿Es que acaso no vez que nosotras nos damos cuenta de ello?
—Y si así es ¿Qué le importa a ustedes?— preguntó.
—Que ella es la única que te tiene en sus manos como un títere— revela algo que ya sé y ya no me niego a ocultar. —. ¿Ella lo hace mejor que nosotras? ¿Qué yo?
—Que te importa— escupo alejándola.
Se lo dije desde el primer día. Ni ella ni ninguna otra en este club puede poner el nombre de Camil de mala manera en sus bocas. Deberán de asegurarse de tenerla bien limpia antes y después de hacerlo y que me mencione a Camil es un tormento sexual no me ayuda a nada en mi situación.
Estoy más prendido que una vela y la Susodicha aplicándome la ley del hielo.
—¡Oh por dios Enzo, vamos!— vuelve a acercase y se detiene unos cuantos centímetro al ver la advertencia en mis ojos. —. Camil no me cae mal, de hecho a nadie en este club ella le cae mal. Admito que su actitud de niña protegida por su papi le sirve de algo, pero esa no es razón para que te tenga de esta manera. Tú no eres así.
Ruedo los ojos cuando comienzan con su prédica. Si algún día decide marcharse del club terminará predicando en una iglesia.
—Lo que tenga o no con Camil no te importa Ana, ya te lo he dicho.
Ríe abiertamente como si le acabo de mencionar un chiste.
—No tienes nada con ella Enzo— dice negando.
—Ahora no, pero lo voy a tener.
—Si tú lo dices y confías.
Me quedo callado sin ganas de seguir esta ridícula conversación, subo el vaso de whiskey a mis labios dando un pequeño sorbo mirando a la mujer frente a mí.
Sus ojos están detrás de mí mirando algo fijamente y no le prestó la más mínima atención. No estoy para sus juegos ahora.
—Solo espero querido Enzo que esa confianza tuya no se rompa en mucho tiempo, porque deberás de soportar mucho si quieres a la niña mimada entre tus garras otra vez— comenta señalando hacia tras.
Giro mi cuello tan rápido casi torciendo y siento como una de mis venas comienza a palpita con demasiada velocidad al ver la escena frente a mi ojos.
Es que acaso nadie la puede ver un momento sola y dejarla así. Parece que es como un maldito imán para atraer a puto idiotas a su alrededor.
—Tú no eres el único que está interesado en ella— susurra a centímetros de mi oreja. Mi celo han crecido hasta hacer sentir en cada jodida parte de mi cuerpo como una llama en acenso. —. Por lo que ella no ha contado Enzo, tu competencia es grande.

A mi cabeza llega la fastidiosa cara del maldito empresario que está detrás de ella.

Es otro del que me voy a encargar mas tarde.
Contraigo mi mandíbula mirando la escena unos segundos más. Ella ríe abiertamente de lo que sea que él le haya dicho en su oído. Cierro mi mano al rededor de vaso de cristal en mi mano hasta sentir como se cuartea amenazado con quedarse en cientos de pedazos. Me giro encaminándome a la planta baja que es donde ella está.
Le haré entender a ese idiota y todos los demás que ella es mía y mis cosas no se coquetean sin mi permiso.
Atravieso la masa de personas ebrias y drogadas en varias zancadas para llegar a la barra. Respira, me repito. La sonrisa de Camil alumbra todo a su alrededor como si se tratara de la estrella más resplandeciente en cielo al seguir riendo de los chistes de ese payaso barato. El se acerca a su oído nuevamente y me apresuro en llegar en dos grandísimas zancadas hasta ellos. No soporto más que este cerca de ella.




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