Amor a Destiempo

Capítulo 4. El error perfecto

Christian

—Tres semanas había pasado desde que Alice rompió nuestro noviazgo. Tres semanas en la que trato de ignorar todo lo referente a ella. Lo último fue el mensaje que me había enviado hace cinco días preguntándome como estaba y si seguía molesto. Le contesté que no, que no estaba molesto, de hecho que no podía estarlo ya que apreciaba su sinceridad. Más bien la palabra sería dolido. Estoy dolido porque ya no podré estar con ella y la extraño.

Golpeo mi escritorio lanzando los papeles que tenía en la mano sobre él para recostarme en mi silla, agotado.

Creo que mi madre tiene razón y necesito un descanso, aunque ahora mismo tengo dos exámenes importantes en la universidad, y aquí tengo mucho trabajo, así que ese lujo no puedo darme y lo dejaré para otro momento.

Lo que no puedo postergar es el viaje a Barcelona con mi padre la semana entrante. Debemos firmar contrato con los nuevos accionistas para la apertura de la nueva sede, la cual estoy seguro, será todo un éxito.

—¿Puedo pasar? —pregunta mi padre ya con los dos pies dentro de la oficina. No había escuchado la puerta abrirse, de hecho últimamente ni si cae una bomba a mi costado no lo sabré.

—Padre, claro, pasa —niego levemente para salir de mi ensoñación.

—Te veo perdido. ¿Está todo bien, hijo? —indaga con el rostro algo preocupado mientras toma asiento frente a mi escritorio. Suspiro profundo moviendo la cabeza afirmando.

—Me dijo tu madre lo que ocurrió con Alice, perdona no hablar contigo antes, pero quería darte tu espacio, sabes que no soy de meterme en tus asuntos, ya eres adulto y son tus cosas personales, pero estos días te he notado muy tenso y quisiera saber si todo está bien. Si necesitas algo, Christian por favor no dudes en hablar conmigo.

Mi padre, este hombre que me crió definitivamente es el mejor.

—Sí hemos terminado, en realidad ella lo hizo, pero no es el fin del mundo. Si bien ando tenso, como mencionas es porque tengo mucho trabajo y dos exámenes en puerta papá.

Aprieta sus labios entre sí para mover su cabeza.

—Lamento mucho en verdad, sé y veía lo ilusionado que estabas con esa muchacha. Su madre, Rebeca, ha hablado con nosotros, pero yo ya le dije a tu madre que se mantenga al margen, eso es decisión de ustedes dos, no nos compete en lo absoluto.

—Gracias papá. Se los agradezco mucho, a ti y a mamá por comprender y no entrometerse. La madre de Alice debería hacer lo mismo. Debería respetar la decisión de su hija y no obligarla a nada.

—No todos los padres somos iguales Christian.

—En efecto, y agradezco los padres que me tocaron —digo con una mueca de sonrisa.

Él también sonríe de forma cálida. —Bien te dejo a que sigas trabajando.

Mi padre sale de la oficina y mi mente por algún motivo divaga hacia otro lugar, más bien hacia el pasado. Abro el cajón de mi escritorio tomando en mi mano el broche que tengo conmigo. Es mi amuleto de la suerte. Si hubiera encontrado a Nina, todo hubiera sido diferente, estaríamos juntos, ella no me hubiera dejado nunca. Hubiéramos sido muy felices.

Sin dudar marco el número de Asher.

—Christian, tanto tiempo —reclama al otro lado de la línea.

—¿Cómo has estado Asher?

—Maravillosamente bien, estoy disfrutando de las playas de la hermosa Grecia.

Ladeo una sonrisa. —Vaya, la buena vida y la poca vergüenza —bromeo.

—Necesito tu ayuda —declaro sin rodeos.

—Eso está claro, no me llamarías para hablar sobre mis andanzas —suelto una pequeña carcajada volviendo a recostarme en mi silla.

—Quiero que retomes la investigación —asevero firme mientras juego con el broche en mi mano.

—¿Seguro Christian? Hemos intentado todo, removí hasta debajo de las piedras.

—Lo sé. Pero quiero volver a intentarlo, por favor, una vez más, Asher.

—Esta bien, es tu dinero Christian —aclara.

—Sé que algún día la encontraré —digo observando el broche de moño rojo.

—¿Tienes algún dato más que me pueda servir? —niego agitando la cabeza como si él pudiera verme.

—Nada, no tengo nada, estamos como la primera vez.

Yo no recuerdo nada de mi niñez. Solo recuerdo que me sacaron del orfanato, volamos para Manhattan. Le he preguntado a mis padres, pero ellos ni recuerdan a esa niñita. No saben de qué les hablo.

—Vuelvo de mis vacaciones en dos semanas, lo retomaré si no estás con prisa.

—Asher, llevo siete años buscándola, ¿que serían dos semanas más? —sonrío apenas mientras él suelta una carcajada.

—Estaremos en contacto, cuando esté de nuevo en Manhattan te llamo.

Cuelgo la llamada lanzando mi teléfono sobre mi escritorio.

—Ya entré —dice Emet con una sonrisa mientras niego agitando la cabeza.

—¿Cuándo dejaras que Grace te anuncie?

—No estaba en su escritorio —dice sin dejar de sonreír y sé que está mintiendo.

—Emet tengo mucho trabajo —digo.

—Solo quiero mostrarte algo antes de que me corras de tu oficina.

Elevo una ceja intrigado. —Bueno, ¿Has visto las redes sociales de Alice?

—No —digo arrugando el ceño—. ¿Por qué? —pregunto y busco rápidamente en mi teléfono su Instagram. Pero no me aparece nada.

—No sé, no me aparece su nombre.

Emet hace un pequeño sonido lo que me hace levantar la mirada hacia él.

—Te bloqueó, te bloqueó de sus redes.

—¿Por qué haría eso? —pregunto con el pulso latiendo muy rápido.

—Tal vez por esto —me extiende su teléfono y la fotografía que veo no me gusta para nada. Ella abrazada con un chico de su edad más o menos. Él le da un beso en la mejilla y ella alarga los labios con el dedo índice puesto sobre su otra mejilla.

—¿Te dijo que no había nadie más?

Un sabor amargo se instala en mi boca y comencé a sentir mucho coraje.

Paso saliva y deslizo las imágenes, al parecer están en las playas de Brasil, con sus amigas.




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