Amor a Destiempo

Capítulo 10. Pasados en el presente

Christian

Aflojo mi corbata al salir del probador. Alaska es una mujer hermosa, sin duda. Pero debo mantenerme al margen, ella está aquí para un propósito, no para formar parte de mi vida. Sacudo mi cabeza y caminó de nuevo hacia el salón de ventas cuando de pronto escucho risas y algunas voces y una de ellas me es conocida.

Antes de que pudiera localizar a la dueña de esa voz.

—¿Christian? —siento mi cuerpo temblar. Cierro mis ojos levemente antes de girar.

—Hola, Alice —saludo mirándola directo a los ojos. Estaba con dos amigas a quienes conozco y también me saludan. Alice mantiene una media sonrisa en el rostro, un poco avergonzada, tal vez, no puedo descifrar su expresión.

—¿Qué haces aquí? ¿De compras? —arruga el ceño porque esta es una tienda con prendas exclusivas para damas.

—Sí, eh… —y cuando no sabía que contestar aparece Alaska.

—Creo que estos si me quedan todos, Christian —dice mientras giro levemente sobre mi hombro para ver que ella venía mirando las prendas y al levantar la mirada ella se queda muda.

—¿Quién es ella, Christian? —cuestiona Alice y mi pulso se acelera. Tengo dos opciones o decirle que Alaska es mi novia y comenzar con mi plan por darle celos o simplemente ignorarla y no contestar su pregunta, para dejarla con intriga.

Apuesto por el segundo así que.

—Me alegro de que te hayan quedado. Con permiso Alice, señoritas —digo dejándola con la palabra en la boca, pasando de ellas para dirigirnos a la caja y pagar todo lo que Alaska había elegido.

Sin embargo, yo tiemblo, quisiera saber la reacción de Alice y luego de decirle a la vendedora que llevaríamos todas las prendas giro disimuladamente a mirarla.

Alice también estaba mirando hacia nuestra dirección, estaba seria, algo que no es característico en ella. Ladeo una pequeña sonrisa, creo que después de todo esto si podría funcionar.

Pago con mi tarjeta y tomo las bolsas de las compras, Garret me esperaba en la puerta con otros guardias quienes toman las bolsas de mi mano.

—Sigue con las compras, yo debo ir a la oficina —digo serio y le ofrezco mi tarjeta.

—¿No te quedarás conmigo? —pregunta mientras giro mi rostro para ver que Alice miraba de forma disimulada hacia nosotros mientras simulaba mirar algunas prendas.

Elevo mi mano hasta la mejilla de Alaska, apoyándola sobre su rostro. Inclino mi cuerpo para quedar a escasos centímetros de sus labios.

—Compra lo que quieras, no tengas pena, Garret se quedará contigo, cualquier cosa se lo dices a él. Y nos veremos más tarde en el Penthouse, ¿bien?

Ella pestañea sin decir nada y luego se muerde el labio. Dejo un beso en su mejilla y luego vuelvo a erguirme para girar mi rostro hacia la tienda y ver si Alice seguía mirando. Ver su rostro desencajado fue lo mejor. Pestañeó con prisa y se puso a conversar con sus amigas intentando disimular que me estaba viendo.

Me separo de Alaska para regalarle una leve sonrisa.

—Nos vemos luego —giro hacia mi chófer.

—Quédate con ella y luego cuando termine todo llévala a casa.

—Sí, señor —asiente y camino alejándome de ellos.

Llego a la oficina y apenas llego, Grace viene detrás de mí.

—¿Qué sucedió, Grace, que fan grave es? —ingreso a mi oficina.

Antes de que mi secretaria pudiera decir algo, ya mi padre venía detrás.

—Se quemó gran parte, Christian, viajaré hoy mismo.

Nuestra sucursal en México había sufrido un siniestro.

—Se incendió una gran parte del depósito.

Niego rotundamente. —No, padre, los abuelos llegan hoy. Debes estar con ellos, lo material puede esperar, tú siempre me lo has dicho.

Él asiente. —Tienes razón, Christian.

—Viajaré yo mañana, comunícate con Iriarte y que te dé detalles, necesitamos un resumen exacto de las pérdidas.

—Sí, lo llamaré —declara.

Veo el rostro preocupado de mi padre y no me gusta verlo así.

—¡Papá! —lo llamo antes de que salga de mi oficina. Él voltea a mirarme.

—Es solo dinero, eso se puede recuperar.

Eso parece, lo tranquiliza y suaviza su rostro regalándome una sonrisa.

—Grace organiza todo para mi viaje de mañana, no sé cuántos días estaré ausente.

—Sí, señor, con permiso.

Antes de que mi secretaria saliera de la oficina, Emet ingresa.

—¿Qué sucedió en México? —al parecer todos ya están al tanto.

—Sufrimos un siniestro de gran porte en parte de los depósitos.

—¡Caray! —exclama pasándose la mano por el pelo mientras ingreso a mi ordenador para comenzar a ver las instalaciones de la sucursal en México, lo cuál puedo verlo desde aquí.

—¿Qué harás?

—Viajaré mañana, debo ir a ver las pérdidas, al parecer solo fueron materiales, nadie salió herido.

—Eso es un alivio. ¿En qué ayudo? —no lo miro, solo miro la pantalla.

—Por el momento nada, te avisaré estando allá.

—Bien, amigo.

—Oye, Emet —lo llamo antes de que se retire.

—Dime.

—Tenías razón, creo que tu plan funcionará —sonríe.

—Entonces, ¿lo hiciste?

Sonrío moviendo la cabeza. —Sí, lo hice.

Él aplaude echando una carcajada.

—¿Y qué tal? ¿Es hermosa?

Niego sonriendo. —Eso es lo de menos Emet, el punto es que casualmente, como si el destino quisiera comenzar a jugar sus cartas, me topé con Alice hoy en el centro comercial. Ella estaba con sus amigas y yo estaba con Alaska.

Emet eleva una ceja. ¿Alaska?

—Así se llama ella. Alaska.

—¿Y qué sucedió? —cuestiona emocionado.

—Pues que al parecer tuvo algún efecto sobre ella al verme con otra mujer y más aún que la dejé sin contestar su pregunta.

—Bien, bien, sigue así Christian, que más rápido de lo que crees, estarás casado con Alice.

Sonrío al saber que esa posibilidad no está perdida.




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