Me levanté temprano y rápidamente baje al comedor, estaban ya sentados para desayunar todos, mi madre, mi padre y mis tres hermanas mayores: Emma, Rachel y Laisy., todas nos parecemos en cierta forma, somos rubias como mi padre, pero mis hermanas tienes ojos verdes como mi madre mientras que los míos son azules. Me senté y sirvieron mi sopa.
-Partiré rumbo al reino vecino para valorar los daños que causaron los piratas y ayudar a la gente en lo que podamos.- Mi padre era militar y siempre estaba detrás de los cuatreros y malhechores del lugar, mi madre dice que es un "héroe andante" y para mi claro que lo es, a pesar de que es un hombre estricto y al igual que mi madre le cuesta demostrar su amor.
-Por favor ten cuidado cariño, los tiempos están muy difíciles y es muy peligroso.
-No se preocupen regresare en unos días. Mientras tanto quiero que se comporten y obedezcan a su madre. Emma practica tus pinturas pero dile a algún sirviente que te acompañe, Rachel puedes terminar el tapiz que estabas tejiendo, Laisy continua cuidando tus bellas flores en el jardín- hizo una pausa, sabia l que venía ahora.- en cuanto a ti Catalina, solo espero que no causes problemas como de costumbre.-dijo con voz fuerte y severa,
-No te preocupes padre, esta vez no sacare a los caballos del establo.- dije con un tono burlón, pero tanto mi madre como mi madre me miraron mal.
-Solo quiero que te comportes hija, quiero que seas una dama distinguida como tu madre y tus hermanas para que encuentres un buen marido.
-No quiero un marido- dije casi entre dientes y revolviendo la sopa.
- ! Suficiente ¡más te vale que a mi regreso tengas mejores modales.- Se levantó de la mesa y mi madre se fue tras él y seguido de ella iba Rachel y Laisy, todos dirigiéndome una fría mirada.
Excepto Emma, me toco el hombro y me dedico una tierna sonrisa, ambas terminamos el desayuno juntas.
Un par de horas más tarde mi padre se fue en su caballo seguido de más soldados y cada una de mis hermanas y mi madre se fueron a realizar sus cosas. Yo me quede ahí parada y me fui a caminar junto a la costa, las olas chocaban contra las piedras y el olor a agua salada me gustaba mucho, me quede observando el horizonte e imaginando una vida llena de aventuras por el océano., fue cuando recordé, mi única aventura por ahora es Henry y ya casi llegaba la hora de encontrarlo. No pude evitar sonreír, solo esperaba que Henry volviera al almacén y así poder continuar con lo único emocionante de mi vida.
Preparé una canasta con varios bocadillos, un par de panes, un racimo de uvas, una manzana, un pescado y un vaso de agua. Tal vez prefiera el vino pero se ve como de 16 años y yo tengo 15 y no tomo vino, de todos modos si tocara la reserva de vino de mi padre me descubrirían inmediatamente.
Traté de que ninguno de los empleados me siguiera al almacén y con cuidado abrí la rechinante puerta. Entré, pero no había rastro de él, tal vez decidió no volver.
Me senté en una de las cajas y deje la canasta de comida en otra. Tan solo minutos después vi como las cajas junto al hoyo se empezaron a mover y yo ayude a quitarlas, y poco a poco lo vi, era Henry, arrastrándose para poder entrar- yo desbordaba alegría.
-Hola mi Lady.-dijo cuando se levanto.
-Pensé que no vendrías.-no podía ocultar mi sonrisa.
-No iba a hacerlo, pero iba pasando por aquí y decidí no dejar esperándote.- dijo divertido.
-No te creo, simplemente el hambre te gano.- le mostré la comida y sus ojos se iluminaron. Se sentó y empezó a devorar la comida rápidamente, yo me quede observándolo con intriga. Él lo notó y tomo un poco de agua.
-Adelante, pregunta- yo me quede extrañada.- Vamos se te nota en la cara que tienes muchas preguntas, curiosidad, en pocas palabras.
-¿Tanto se nota?- el asintió.- Bueno es que es muy emocionante conocer a alguien como tú, debes de pasar los días viviendo aventuras, tienes libertad.-dije emocionada.
-No te creas tanto eso. Soy un chico pobre, vivo en donde puedo, como las sobras que dejan otros, no tengo ropa decente y menos una cama cómoda donde dormir.
-¿Qué les paso a tus padres?-dije con tristeza.
-Bueno mi madre murió al darme a luz, y mi padre… bueno él trabajaba en las minas y tras una ataque de los piratas la parte de la mina donde él trabajaba se derrumbó y no logró salir.- su historia parecía sacada de un libro, la vida lo ha tratado mal y apenas tiene pocos años.- Tengo que decirte Catalina que no suelo confiar en nadie y menos contar estas partes de mi vida, pero agradezco tu gentileza, no es común que una chica de buena familia ayude a un pobre indigente.
-Me pareces alguien interesante, mis amigos y mi familia son pues bastante monótonos y aburridos. Lo único que me llama la atención de este reino es la vista del mar, me gusta imaginar algún día podre conocerlo y dejar este lugar.
- ¿Y tu familia?
-Ellos no me comprenden, quieren que me case y aprenda a ser una dama de sociedad.
-Creo que serias una muy bella esposa.- su comentario me hizo sonrojar.- te diré algo, si no encuentras esposo en tres años yo mismo te llevare a conocer el mar.
-¿Y tú que sabes del mar?
-Digamos que mi padre antes de trabajar en la mina era parte de una tripulación que viajaba por el mundo, me contaba grandes historias y me enseño todo lo necesario para navegar.