Amor a la italiana

PRÓLOGO

—Sei l'amore della mia vita. «Eres el amor de mi vida»

—También eres el amor de mi vida. Pero con ese acento mi padre va a sacarte de la casa. 

—Estoy haciendo mi mayor esfuerzo. 

—Pues deja de hacerlo, prefiero que mi padre te escuche hablar español y no un intento de italiano. Mi papá va a querer darse un tiro si te escucha hablar de esa manera. 

—Solo quiero impresionarlo, que sepa que soy digno para su pequeña fiore. 

—Eres suficiente para mí y eso basta. Y deja de usar palabras en italiano. 

—Adoro la lengua italiana. Para mí siempre serás mi pequeña fiore. 

Mi novio besó  mi frente y me abrazó. 

Nos encontrábamos sobre el capó de su auto en lo más alto de una colina. Franco y yo teníamos una relación de dos años, nuestro amor inició como una amistad, pero cuando mi madre murió él y mi padre se convirtieron en los hombres más importantes de mi vida. 

A los pocos meses nos convertimos en novios y ahora estábamos a punto de casarnos. 

—Me gustaría regresar al pueblo natal de mis padres, formar una familia y convertirme en la mejor chef de Italia. 

—Y a mí me gustaría ser el esposo de la mejor chef de Italia. —Reí ante las palabras de mi novio. 

Mi sueño siempre fue ser Chef, mi madre lo era, pero dejó de serlo cuando yo nací. Se dedicó a mi crianza y a atender a mi padre. No recordaba nada del pueblo de mis padres, ya que cuando tenía solo un año mis padres viajaron a Estados Unidos. 

—Aunque ese sueño tendrá que esperar unos cuantos años, apenas y tenemos dinero para la boda,  nuestros trabajos no ayudan mucho. 

—Nunca pierdas la esperanza, los dos viajaremos a Italia y tendrás tu propio restaurante, no lo dudo. 

—Gracias mi amor. —Tomé su rostro y lo besé. 

Franco era muy positivo, pero yo era realista. Nuestros sueldos únicamente alcanzaban para vivir de manera decente, no teníamos para un viaje a Italia y mucho menos vivir allá.

Estuvimos una hora más sobre la colina y después decidimos ir a casa. Teníamos una cena con mi padre, hoy le daríamos la noticia sobre nuestra boda y Franco se sentía muy nervioso, siempre trataba de impresionarlo aunque eso no era necesario, mi papá estaba más que feliz con mi novio, podría parecer frío y descontento, pero por dentro estaba muy contento por mí. 

Mi novio empezó a conducir y mientras descendíamos de la colina hablábamos de lo mismo, nuestros sueños como esposos. 

—¡Esto no puede ser! —exclamó mi novio. 

—¿Qué pasa? 

—Los frenos no funcionan. 

—¿Cómo, que no funcionan? 

—Lleve el auto al taller hace unos días y se supone que habían quedado bien. 

—¡Franco por favor, tienes que hacer algo!. 

Debido a que aún descendíamos, el auto se movía mucho más rápido. 

—¡Allegra, sujétate!. 

—¡Franco, tengo miedo! 

—Todo estará bien amor, no dejaré que nada te pase. 

Sentía mi corazón salir por la garganta, que mi alma me estaba abandonando de mi cuerpo. Tenía mucho miedo. 

—¡Allegra! 

—¡Franco! 

Lo siguiente que vi fue una curva peligrosa, sería imposible salir ilesos. 

Mi novio intentó que el auto retomara la carretera, pero fue inútil. Nos fuimos directo hacia la pared de tierra. 

Puse mis manos sobre mi cabeza y cerré mis ojos. Fuimos sacudidos y al mismo tiempo escuché vidrios romperse. Sentí un fuerte dolor en mi cabeza, mis brazos cayeron a un lado de mi cuerpo. Entonces vi como el auto había chocado, el vidrio estaba totalmente roto. 

—¡Alle…gra!

Moví mi cabeza hacia el lugar en donde se encontraba mi novio. Por su frente corría sangre. Intenté hablar, pero estaba en shock y ninguna palabra salía de mi boca. 

—Estarás bien amor. —Incluso en esta situación mi novio no dejaba de sonreír. —Promete que cumplirás tu sueño. 

—Cumpliremos nuestro sueño, tú y yo iremos juntos a Italia. Seré la mejor chef. —hablé. 

Sentí mis ojos pesados. Toqué mi cabeza y vi mi mano, estaba sangrando. Miré hacia mi novio, él me veía con su hermosa sonrisa. 

Eso me dio fortaleza por un instante. Estaríamos bien, iríamos a Italia y pondría mi propio restaurante, tendríamos una numerosa familia y seríamos felices para siempre. 

—Te amo, mi fiore.

Fueron las últimas palabras que escuché antes de cerrar mis ojos. 

 

(...) 

 

—¡Está despertando! 

Escuché el susurro de una voz extraña. 

Abrí mis ojos de manera lenta, una gran luz daba directo en mi cara. 

Escuché más susurros a mi alrededor. 

—¡Allegra, hija! Que bueno que despiertas. 

Escuché la voz de mi padre. Volví a abrir mis ojos y me encontré con su rostro. Estaba llorando. 

—¡Pa…pá! 

—Estoy aquí, amore.

En ese instante recordé las últimas escenas, pasaron como una película en mi cabeza. 

—¡Franco! ¿Dónde está? —pregunté. 

—Amore, pensé que no volverías abrir tus ojos, fueron los siete días más dolorosos para mí. 

¿Siete días? ¿A qué se refería con siete días? 

—Papá, ¿dónde está Franco? —Él solo agachó su rostro— ¡Papá! ¿Dónde está mi novio? Y no entiendo eso que dices de siete días, explícame por favor. 

—Sufriste un accidente hace una semana…

—¿Una semana? Eso no puede ser posible. —Me senté en la camilla— ¿Dónde está Franco? —volví a preguntar. 

—Amore, tu novio no sobrevivió, cuando los servicios médicos llegaron en su ayuda él ya estaba muerto…

“Muerto” esa palabra resonaba en mi cabeza como un eco.  

Él no podía estar muerto, teníamos tantos sueños que cumplir. 

—¡Eso no es cierto! ¿Dónde está mi novio? 

—Hija, sé que es duro para ti, pero…

—¡No papá! Franco no puede estar muerto, él tiene que acompañarme a Italia, tendremos muchos hijos y nuestro propio restaurante. 

—Cariño, lo lamento, pero tu novio ya no podrá hacer esas cosas contigo. 



#14034 en Novela romántica
#2574 en Chick lit
#8391 en Otros

En el texto hay: romance, drama, italiano

Editado: 13.08.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.