Ali se espantó al ver el mensaje. Aunque no se sorprendía, era el quinto de esta semana. Sabía perfectamente quién era y eso resultaba ser más inquietante aún. Liam lo notó; la iba a tomar del brazo para que no se fuera, pero Alicia dio media vuelta y aceleró el paso. Liam la iba a llamar hasta que sonó su móvil. Lo observó y había un mensaje: Tenemos que hablar, te veo donde siempre, ya sabes, no faltes.
Liam se lo cuestionó en ese momento: ¿buscar a su mejor amiga o ir con él? Tomó la segunda opción. Le escribió a su madre mientras caminaba que iba a dejarla allí, a su casa; algo que era mentira. Después de caminar unas cuantas cuadras, Liam llegó al lugar, una casa pequeña en la cual vivía la persona que había enviado el mensaje. Tocó la puerta y esta, de inmediato, se abrió. En esta apareció un joven alto, con el cabello liso, un corte un poco común en la actualidad, camiseta negra y una pantaloneta gris.
—Entra —dijo el chico con un tono seco.
Liam entró a la pequeña sala, que tenía dos puffs y una mesa moderna pequeña que estaba al frente de una televisión.
—¿De qué me quieres hablar, cariño? —dijo Liam mientras se sentaba en el puff.
—Te seré sincero: lo nuestro no tiene futuro —dijo el chico mientras cerraba la puerta.
—No lo entiendo. ¿A qué te refieres? —dijo Liam confundido.
—Tengo novia y quiero que no vuelvas más por acá —dijo el chico en tono serio.
—Pero... ¿cómo? —dijo Liam, levantándose del puff—. Somos pareja... ¿No lo recuerdas?
El chico sonrió burlonamente.
—¿Pareja? ¿A esto se le podría llamar relación? —dijo el chico sonriendo—. Solo te follaba el culo, Liam; ¿y no es un poco perverso para ti?, digo...
Dijo el chico mientras se acercaba al oído de Liam.
—¿No te parece perverso que un chico de 14 años esté teniendo relaciones con un tipo de 20 años? —dijo el chico sonriendo.
—¿Todo este tiempo me usaste para eso? —dijo Liam con la voz temblorosa.
—Liam, no creo que seas tan inocente —dijo el chico mientras daba media vuelta—. Te dije que esto solo era un pasatiempo.
Liam estuvo en silencio, callado e inmóvil. Le parecía increíble escuchar eso, aunque nadie sabía de esa relación clandestina que mantenía con el chico. Bueno, le había comentado una vez a Alicia, pero esta le dijo: "Muy mayor".
—No, me estás mintiendo —dijo Liam, sacudiendo la cabeza y sollozando.
El chico lo observó, le levantó la cabeza y le secó una lágrima.
—Es cierto, Liam; conseguí novia y me di cuenta de que lo que hago está mal. Perdóname —dijo con un tono seco—. Ahora quiero que te largues y no le comentes a nadie de esto.
—Si me dejas, le diré a la policía —dijo Liam susurrando.
—Habla más fuerte, que no te entiendo —dijo el chico confundido.
—¡Si me dejas, le diré a la policía, imbécil! —gritó Liam—. No quiero que lleguemos a esto... yo...
El chico no dejó que terminara la frase y lo abofeteó fuertemente, lo cual hizo que Liam quedara por unos instantes anonadado. El chico lo tomó de los brazos y lo empujó fuertemente al suelo. Liam soltó un quejido de dolor; pero antes de que dijera algo, el chico le tapó la boca.
—Mira, putita, te hablaré sin rodeos: llegas a decirle, aunque sea a esa chica que tienes de amiga, me las pagarás —dijo el chico gritando mientras apretaba cada vez su agarre—. Y no solo eso; ¿acaso quieres que tu querida mamita vea los videos en los cuales disfrutabas tanto?
Liam negó mientras lloraba.
—Si te pones a gritar, te daré otra bofetada —dijo el chico bajando el tono de voz—. ¿Quieres eso?
Liam negó con la cabeza, aún llorando.
—Bien —dijo el chico mientras quitaba la mano de la boca de Liam—. Ahora lárgate. ¡Lárgate!
Liam se levantó adolorido y se fue corriendo. Corrió y corrió; el dolor no le importaba, solo quería escapar de él. En un momento, paró a mitad de una calle, dándose cuenta de lo que estaba pasando. Era tan irreal. Observó, por el vidrio de un auto estacionado, el gran moretón que tenía en su mejilla. Quiso tocarlo, pero apenas colocó sus dedos, el dolor fue intenso. Tomó su móvil y llamó a su madre. Observó la calle donde estaba.
—¿Aló? —respondió su madre.
—Calle 3, frente a la panadería Londen —respondió Liam, y colgó la llamada.
Se sentó en la acera frente a la panadería. Quiso retomar todos esos recuerdos del día de hoy, ver a ese chico que tanto amaba. ¿Cómo? ¿Cómo pasó eso? Sus piernas temblaban hasta que se acordó de Alicia, de las palabras de aquel tipo. No quería que nada le pasara. Tomó su móvil y llamó rápidamente.
—Ho...
—¿Estás en casa? —dijo Liam rápidamente antes de que Alicia terminara la palabra.
—Sí, ¿y tú? —dijo Alicia con confusión.
—Te llamo luego —dijo Liam, colgando la llamada y suspirando de alivio.
Algo en Liam había cambiado. Se sentía sucio, y no por la tierra, sino por él mismo.
Al día siguiente, Alicia se despertó para ir a la escuela. Se colocó su uniforme, medio desayunó y se arregló. Salió corriendo de casa y tomó un bus. Casi se da un tropezón al subir las escaleras del autobús, que ya había empezado a arrancar, pero logró sostenerse. Luego vio un puesto vacío en los primeros asientos, junto a un chico sentado al lado de la ventana. Así que Alicia se sentó a su lado. El camino no sería tan largo; esta vez solo se apresuró porque la lluvia había empezado de manera fuerte. Esto hizo que Alicia se motivara a hablarle al chico.
—Al parecer hoy será un día lluvioso —dijo Alicia.
—Sí —respondió el chico secamente.
Alicia, al ver que esto no motivaba a sacar un tema de conversación, observó lo que el chico miraba en su celular. Era una serie animada que había tomado fama. Se le ocurrió una idea, pero antes de concretarla, el chico se animó a hablarle.
—¿La has visto? —dijo con un tono nervioso.
—No, pero me interesa —dijo Alicia, entrando en confianza—. ¿De qué trata?
El chico sonrió.
—No lo sé —dijo con una sonrisa.