Amor a primer matrimonio

Capítulo 1

«Un día a la vez».

Con ese lema, Daría emprendió su viaje hasta el Distrito Capital, ciudad en la que, más allá de ahorrar en su empleo como redactora en una firma editorial, se propuso el objetivo de fundar una academia de ballet.

Desde que aprendió ballet, gracias a su madre que la inscribió en una reconocida academia en su natal Carrión, más allá de convertirse en una excelente bailarina, Daría descubrió que su sueño era enseñar tal arte, sobre todo por tomar como inspiración a su maestra.

Profesionalmente, Daría debutó como bailarina con el Ballet de Carrión a los quince años, sorprendiendo a expertos y aficionados con su papel protagónico en El lago de los cisnes.

Esto, más allá de popularizarla, le permitió ganar dinero suficiente como para pagar sus estudios universitarios y convertirse en una redactora, que era su otra pasión.

Siendo bailarina, junto al Ballet de Carrión, Daría viajó a Ámsterdam, Bruselas y Viena, donde también impresionó a expertos y aficionados que la consideraron una prodigio, tanto como para que fuese invitada de honor en Rusia, Japón y Estados Unidos, aunque tales viajes no los concretó por desacuerdos entre las compañías de ballet.

Daría no se desilusionó con ese detalle, ya que a fin de cuentas, su sueño era seguir creciendo profesionalmente, graduarse de la universidad y encontrar un empleo estable que le permitiese ahorrar para fundar su propia academia de ballet, pues ya con un nombre establecido, solo le hacía falta el dinero para cumplir sus sueños.

Fue así que, tras graduarse de la universidad, a los veintidós años, Daría encontró un empleo en el Distrito Capital como redactora, donde, con un salario que consideró aceptable, se estableció para iniciar la persecución de sus sueños.

En el Ballet de Carrión no estuvieron de acuerdo con su renuncia, pues tanto el director como los bailarines sabían que nadie llenaría sus zapatos. Sin embargo, Daría era consciente de que no podía permanecer siempre ahí, por lo que fue firme y, después de una fiesta de despedida por parte de su familia, partió a Distrito Capital.

En el Distrito Capital, Daría conoció a Leticia, una hermosa chica que se convirtió en su compañera de trabajo y mejor amiga.

Gracias a Leticia, Daría pudo conocer los mejores lugares de la ciudad y disfrutar de los momentos que tenían libres.

Ambas, que construyeron una sólida confianza, se volvieron inseparables, tanto como para proponerse esforzarse juntas para lograr un ascenso que las llevó hasta convertirse en secretarias del director general de la firma editorial.

El salario de Daría se duplicó con ese ascenso, mismo que logró junto a Leticia, poco tiempo después de haber cumplido veinticinco años.

Con ese aumento en sus ingresos mensuales, se emocionó más por lo cerca que estaba de fundar su academia, pero por desgracia, con la llegada de aquel diciembre animado, todo cambió a causa de un imprevisto.

Fue un 3 de diciembre que el señor Rodrigo Aspas, su jefe y director general de la firma editorial, organizó una fiesta sorpresa para sus empleados. Incluso les dio exuberantes obsequios a todos, sobre todo a sus dos niñas, como llamaba de cariño a Daría y Leticia.

La presión laboral de ese día llevó a Daría a experimentar el estrés como en años no lo había experimentado, por eso ansiaba unirse a la fiesta junto a Leticia, que terminó una hora antes con sus obligaciones.

Daría debía completar un informe respecto a la competencia promovida por la revista literaria que publica la firma editorial. En esta, doscientos niños del Distrito Capital participaban con un cuento infantil navideño cuyos primeros premios eran llamativos.

La labor de Daría era presentar dicho informe al día siguiente, y se había tardado demasiado en ello por culpa del departamento que se encargó de recibir y leer los cuentos, quienes debían haber entregado sus observaciones el 15 de noviembre, y no el 1 de diciembre como lo hicieron.

Obviamente, Daría podía tomarse su tiempo en la elaboración del informe, pero eso implicaba sacrificar sus vacaciones, y no estaba dispuesta a ello, pues ansiaba visitar a su familia.

La fecha límite para entregar el informe era el 4 de diciembre, por lo que en esos primeros días del mes, Daría había estado saturada de trabajo.

Por suerte, logró redactar un informe que le permitió al señor Aspas elegir a los cinco ganadores del concurso literario.

Los resultados serían revelados el 5 de diciembre y a partir de entonces, saldrían de vacaciones hasta el cinco de enero, por lo que Daría tenía la posibilidad de pasar todo un mes en Carrión junto a su familia.

«¡Al fin terminé», pensó Daría, quien guardó el documento en uno de los servidores de la empresa e incluso lo mandó a imprimir.

Era medianoche y sabía que se tendría que quedar en un hotel cercano, pues su departamento estaba lejos y no había nadie que la pudiese llevar.

Aprovechando que tenía internet en su laptop, Daría echó un vistazo a su cuenta bancaria y notó que ya habían depositado su salario. No pudo evitar sonreír al saber que podía costear su viaje a Carrión, disfrutar sus vacaciones y pagar todas sus cuentas.

―Carajo, sabía que seguías aquí ―dijo de repente Miguel, uno de sus compañeros de trabajo―. ¿Qué haces ahí sentada? Ven a la fiesta.




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