Amor a primer matrimonio

Capítulo 3

Al día siguiente, un fuerte aguacero le produjo a Lucas un mal presentimiento al despertar, aunque de igual manera se impuso ser optimista para atraer las buenas vibras, a pesar de no ser supersticioso.

Después de alistarse y tan pronto terminó su desayuno, al cabo de unos minutos, dejó escapar un largo suspiro mientras recogía lo que ensució. De hecho, se tomó el tiempo de limpiar al recordar que Elena no iría a trabajar ese día.

Más tarde, a pocos minutos para las ocho de la mañana, cuando salió de su casa, Lucas desplegó su paraguas y se dirigió a la parada de autobuses.

Ahí estuvo esperando un rato hasta que llegó el autobús cuya ruta lo dejaba en frente de las oficinas de Migración.

Su preocupación, que no había logrado persuadirla del todo, lo mantuvo enfocado en su discurso de convencimiento para que le renovasen con la mayor rapidez posible su permiso laboral. Por ende, para despejarse un poco y no pensar demasiado en ello, sacó su celular y le conectó sus auriculares.

Lucas, que entró al reproductor de música en su celular, estaba consciente de que si no lograba renovar su permiso laboral, dado que los trámites solían tardarse hasta una semana, al menos podía recurrir a la extensión de su estancia en el país, así que respiró profundo y activó la reproducción musical en modo aleatorio.

Su lista de reproducción estaba repleta de clásicos, piezas de los grandes músicos y compositores de la historia que usualmente escuchaba para replicarlos de la mejor manera posible, aunque también, como aficionado del rock, contaba con los mejores éxitos de las décadas anteriores.

Lucas, que se había sentado casi al final del pasillo, admiró la lluvia a través de la ventanilla, por lo que también se dejó llevar por las gotas de agua que se dispersaban con la brisa mediante el cristal.

Siempre se caracterizó por ser de las personas que disfrutaba los pequeños detalles, por eso algo tan simple como eso le permitió disfrutar del trayecto hasta la oficina de Migración e incluso relajarse un poco.

Al cabo de unos minutos, cuando el autobús se detuvo en la siguiente parada, Lucas notó que una chica, cuyo semblante demostraba aflicción y desesperación, subió y se dirigió hacia su asiento; tal vez no quería viajar sola, pues ambos eran los primeros pasajeros.

Su vestimenta descuidada lo llevó a pensar que algo no estaba bien con esa chica, aunque de igual manera, a pesar de que se sentó a su lado, no quiso prestarle atención y siguió mirando a través de la ventanilla.

Sin embargo, conforme calmaba el tic de su pierna al ritmo de la canción que escuchaba, Lucas sintió que esa chica lo estaba mirando, razón por la cual miró de reojo en su dirección para notar que ella lo miraba de igual manera.

«¿Qué le pasará?» Se preguntó Lucas, que optó nuevamente por mirar a través de la ventanilla.

Entonces, empezó a sonar una de sus canciones favoritas, There Is a Light That Never Goes Out de The Smiths, con la cual le costó no dejarse llevar por tan excelente ritmo.

Lucas, que no hablaba perfectamente el inglés, se sabía la canción de memoria, por lo que empezó a cantar con el tono de voz más bajo que pudo lograr, aunque de igual manera, su repentina compañera de viaje lo escuchó.

La chica, que inesperadamente también cantó con un tono de voz bajo, llamó la atención de Lucas, que notó el movimiento de sus labios cuando la miró de reojo. Por ende, al quitarse uno de los auriculares, se percató de que cantaba al mismo ritmo que él y con una excelente pronunciación.

De hecho, miró a la chica con un dejo de asombro, razón por la cual ella esbozó una sonrisa que le generó la confianza suficiente para hablarle.

—Te presto el otro auricular, si gustas —sugirió Lucas con amabilidad.

La chica se asombró con la sugerencia de Lucas, pero de igual manera, asintió con un dejo de vergüenza, pues se tuvo que apegar un poco a él para que ambos pudiesen usar los auriculares.

—The Smiths es una de mis bandas favoritas —dijo la chica.

En ese punto, Lucas, que percibió el aroma de su perfume, sintió un repentino nerviosismo que lo llevó a desviar la mirada hacia la ventanilla.

—A mí también —contestó Lucas.

—De hecho, esta es una de mis canciones favoritas —dijo ella.

—También es una de mis favoritas, aunque la siento como una peculiar declaración de amor… Extremista, podría decirse —alegó Lucas.

—Sí —respondió ella, dejando escapar una breve risa que lo cautivó—. Eso de que es un privilegio morir junto a alguien por un camión de diez toneladas es demasiado.

Lucas, que también dejó escapar una breve risa, asintió en señal de afirmación, lo cual lo llevó a cometer la torpeza de halar y dejar caer los auriculares.

—Lo siento —dijo de inmediato y con un dejo de vergüenza.

—No te preocupes —respondió ella, a la vez que esbozaba una bella sonrisa.

En ese punto, cuando Lucas recogió los auriculares y logró detallar el rostro de la chica, no pudo evitar impresionarse, pues era realmente hermosa, tanto como para quedarse mirándola fijamente por unos segundos.

—Oye, no eres de aquí, ¿verdad? Tienes un acento particular —inquirió ella de repente.




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