Amor a prueba de adversidades

Capítulo 39: Luna de miel.

Dedicado a: Ernestina Molina.

Isabelle

Con las pocas ganas que tengo me termino de vestir, y es que no hemos dormido en todo el viaje, debido a que estábamos demasiado ocupados, y pues ahora las consecuencias se hacen presente, no puedo mantener mis ojos abiertos por más de dos minutos.

—Dormirás en el auto, amore —dice mi esposo viendo mi aspecto deplorable.

—Lo sé, pero moriré de sueño antes de llegar al auto —me quejo como una niña provocando que se ría de mis berrinches.

—No lo harás, pero pensándolo bien mejor te llevo en mis brazos —responde y sin dejarme objetar me alza sin ningún problema, así que escondo mi cabeza en el hueco de su cuello —. Puedes dormir, mi amor —susurra mientras voy cerrando los ojos producto del cansancio.

Siento como comienza a caminar conmigo en brazos, luego de unos minutos para su andar por lo que abro un poco mis ojos y cuando lo hago me sorprendo al ver dónde estamos, él en realidad lo recordó.

—Lo recordaste, enserio lo has hecho —susurro saliendo de mí escondite, para encontrarme con sus sonrisa y sus ojos brillantes.

—Recuerdo cada cosa que has dicho, y que has hecho, cuando estábamos de novios dijiste que querías conocer Rusia. Y sé que antes no pude cumplir con tu deseo, pero ahora es diferente, mi cielo. Te daré el mundo, mis hijos y tú serán felices, lo prometo —dice para seguidamente besarme con pasión y amor.

 

 

—Señores, lamento interrumpirlos —escucho una voz a mis espaldas e inevitablemente me sonrojo producto de la vergüenza.

—Espero que sea importante, porque interrumpiste mi momento con mi esposa —dice serio, pero sé que solo está jugando.

—El auto ya está listo, disculpe la interrupción —se disculpa apenado, yo solo me acurruco nuevamente en su cuello tratando de ocultarme.

—Está bien, puedes retirarte —habla mientras acaricia mi espalda con suavidad —. Mi cielo, se sonroja por todo —susurra para que solo yo lo escuche al tiempo que comienza a caminar hacia el auto.

Una vez llegamos, uno de sus guardias nos abre la puerta, lo cual agradecemos, y seguidamente colocarme con delicadeza en el asiento trasero, y segundos después entrar también.

—¿Quieres dormir aquí? —pregunta señalando su regazo, así que rápidamente me levanto un poco para acomodarme en sus piernas, amo dormir cerca de él, amo sentir su cuerpo junto al mío. Su mano sube y baja a lo largo de mi espalda en forma de masajes, logrando que me vaya perdiendo en mundo de los sueños.

                                                         ***

Me acurruco más en el calor de su cuerpo, mis ojos se abren un poco, y al hacerlo frunzo mi ceño en confusión ya que nos encontramos en lo que parece ser un hotel, y no sé en qué momento hemos llegado. Giro un poco mi rostro en su dirección, y me encuentro con que él me estaba observando.

—¿Cómo ha dormido, mi bella esposa? —pregunta sonriente al tiempo que acaricia mi mejilla.

—Como hace tiempo no lo hacía —respondo llevando uno de mis manos hasta su cabello para despeinarlo cariñosamente.

—Eres un hermosa mujer en todos los sentidos, no pude elegir mejor —dice dejando un casto beso en mis labios —. Debemos alimentarnos, y después podríamos salir a conocer un poco —explica levantándose para después ofrecerme su mano, la cual agarro para levantarme.

—Antes de salir, haré una video llamada, quiero ver a nuestros soles —le cuento a lo que el asiente sonriente mientras comienza a desvestirse delante de mí.

—Me parece una excelente idea, también quiero escucharlos —dice acercándose para agarrarme de la cintura y así atraerme a su cuerpo, e inevitablemente emito un gemido al sentir su dureza —. Ahora quiero hacerle el amor, Señora mía —susurra cerca de mi oído erizándome la piel en el acto.

—Si seguimos trabajando duro, tendremos un pequeño príncipe aquí —dice mientras acaricia mi vientre, luego de volver a hacer el amor y de ducharnos, pedimos el desayuno, cosa que no tardó mucho. Así que ahora nos encontramos desayunando, y pues mi esposo está de bromista, pero es verdad que si seguimos así pronto tendremos frutos.

—Será una hermosa niña —contradigo para picarle, aunque ruego que lo sea, así gano la apuesta, en realidad es lo que menos importa solo quiero que nazca sano, ni siquiera lo estoy y ya estamos pensando como si lo estuviera.

—Si es una niña haré lo que desee, y... tú elegirás su nombre, pero si pierdes yo seré quien elija su nombre —asegura confiado.

—Perfecto, empezaré a buscar novio, mi amor —digo burlista.

—Ríete, el que ríe último ríe mejor.

—¿Hacemos la video llamada? —pregunto cambiando de tema.

—Claro, amor —dice pasándome su celular, decido a qué el mío está sin batería.

—Hola, mamá —saludo cuando responde, la observo como mira sorprendida la pantalla, no es muy amiga de la tecnología.

—Hola, mi niña, yerno —nos saluda sonriente mientras le hace seña a alguien e inmediatamente vemos como mi padre llega con mis hijos en brazos —. ¿Cómo la están pasando? —pregunta curiosa.

—De maravilla, estamos en Rusia, aún no lo puedo creer —aseguro mirando unos segundos a mi esposo quien me regala una sonrisa, la cual devuelvo —. Mis bebés ¿cómo se han portado? —cuestiono y quiero reír cuando tocan la pantalla tratando de tocarnos a nosotros.

—¡Mamá, papá! —exclama eufórica mi pequeña princesa.

—Hola, mis amores —le saluda su padre al tiempo que les lanza besos.

—¿Cuándo vuelven con nosotros? —pregunta mi mini Aless.

—En unos días, les prometo que pronto estaremos con ustedes, pero en lo que volvemos disfruten de sus abuelos y de sus tíos —les pido a lo que asienten felices.

—Cuídense, y no hagan renegar a sus abuelos —les ordena Aless antes de terminar la video llamada.

—¿Qué quieres visitar primero? —pregunta interesado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.