Amor alquilado

Capítulo 1||Confusión||

Días después.

Ethan Foster, el mayor de los Foster, debía estar bastante desesperado como para, por lo menos, pensar en la sugerencia de Diego, su hermano menor, para librarse del problema en que su abuela le metió.

Pero es que claramente le había amenazado.

Si no te casas, empezaré a mandarte a citas a ciegas.

Si no te casas, te retiraré de la dirección de la constructora.

Debes volver a rehacer tu vida, o yo te ayudaré a hacerlo.

Lo haces por las buenas, o por las malas.

Ethan solamente pudo contener las ganas de revolear sus ojos, pues se negaba a volver a casarse.

—Así que sí. Aarón es quien nos puede ayudar. Es de mi confianza y siempre me ha brindado un buen servicio. ¿Hermano, me oyes? ¿Por qué no me dices nada?

Neil Foster, el segundo hermano de Foster, no podía dejar de carcajearse ante el rostro de estreñido que Ethan ponía ante la idea de Diego.

Vaya, su hermanito, sí tenía un poder de convencimiento que, hasta él, pensó que sería buena idea si Ethan no quería un nuevo matrimonio, contratar a alguien que se haga pasar por una novia, así sea una mujer de la vida fácil.

Ahora entendía por qué Diego tenía a tantas mujeres a su disposición con esa labia.

—No, y no quiero seguir escuchándote. La verdad no me interesa. No sé ni por qué tan siquiera pensé que tus locuras podrían ser de ayuda. Retráctate con ese dichoso amigo tuyo. No quiero de sus servicios —aseveró, poniéndose de pie y esquivando una lata de cerveza que estaba en el piso de la habitación de su alocada hermano—. Se nos hace tarde para la reunión con la abuela. Le explicaré que no deseo boda y tendrá que entender —aunque parafraseó con seguridad, esas palabras ni él mismo se las creyó.

Menos lo hacían sus hermanos, que conocían a su abuela y la terquedad que la caracterizaba.

Cuando Ethan estaba por salir de la habitación, las palabras de Diego lo detuvieron.

—Te gustaría si mi traje para tu boda es azul. Ya sabes, no me gusta seguir protocolos y ser único, además, me queda perfecto ese tono. Así que, nos vemos en tu boda, hermanito.

El cuerpo corpulento y de metro ochenta y ocho, se tensó y sus manos se cerraron en un puño ante las palabras de su hermano, por lo que cerró sus ojos cuando no encontró otra salida más que acceder a lo que Diego había mencionado.

—Vamos, no queda tiempo para la cena y de seguro la abuela ya está esperándonos. Además, Sol debe estar ansiosa porque no me ve. Arregla todo con tu amigo. Espero no arrepentirme.

—Tranquilo, la mujer nos estará esperando.

—¿Y cómo sabremos quién es?

Diego le guiñó un ojo a su hermano, a su hermano mayor que, por su parte, revoleó sus ojos.

—Oh, vamos. La reconocemos de inmediato. Ya sabes, es una trabajadora sexual. —continuó Diego, poniéndose de pie, justo cuando recibía un mensaje—. Oh, es él. Tengo la dirección de donde está la mujer. Vamos —hizo una señal con su mano, antes de emprender su viaje.

.

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♤☆♤

Aysa emitió un bostezo sonoro, mientras avanzaba hasta el salón, donde se encontró con Emma, que estaba en uno de los sofás mientras disfrutaba gustosa de sus palomitas de maíz.

Detuvo sus pasos en cuanto, Emma giró a mirarla e inútilmente trató de esconder de ella la bolsa. Ocultó una sonrisa y se acercó.

—¿No crees que es muy temprano para que comas chatarra? Ya voy a preparar algo —comentó Aysa divertida, arrebatándole la funda de palomitas y llevándose a la boca una bola de maíz, mientras escondía una sonrisa—. No es que me moleste, pero, ¿por qué despertaste tan temprano?

Emma se puso de pie y, tras bostezar, avanzó hasta su amiga para abrazarla.

—Tal vez mi pregunta sea la misma. Sentí que estuviste despierta desde la madrugada y eso quiere decir que algo te inquieta. De hecho, te he sentido extraña desde que volviste de tu viaje, ¿pasó algo que yo no sepa?

Aysa carraspeó y sacudió su cabeza.

—¿Qué va a pasar, loca?

—Bueno, como sea, además, tampoco es como si yo pudiera dormir de la emoción. Ah, cierto, no te comenté que unos amigos me invitaron a una fiesta, ¿verdad? Quiero que te animes porque es para hoy —comentó Emma mirando a su amiga mientras golpeaba su frente—. Sé que soy bruta por traer a colación ahora, pero, no te he sentido bien y me preocupa que sea por Marcel y… —quedó en silencio cuando su amiga dejó de lavar la fruta, por lo que se apresuró a decir—. Perdón, no quise.

—Estoy bien, Em. Tranquila. Ese Marcel es un desgraciado y yo merezco algo mejor, así que estoy bien cuando descubrí eso. Ese hombre traidor quedó en el pasado —aseveró molesta, mientras colocaba las frutas a escurrir—. Como sea, Em, yo ya suponía desde antes que algo raro estaba sucediendo con él y es que, bueno, sería tonta si no lo supiera. Escondía su móvil cuando le llegaba un mensaje y ante alguna llamada contestaba en otro sitio. Es mejor así.

—¡Ese idiota! ¡Bastardo! ¡Infeliz! —devolvió Emma, tomando el pan y llevándolo a la tostadora, mientras gruñía de rabia.




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