Aysa podía sentir la mirada de todos sobre ella y es que, sentada en dónde estaba, frente a todos y con Ethan junto a su hija a su lado, ella se sentía como un espécimen en exhibición, por eso hizo todo lo posible por mirar cualquier otra cosa y optó por fijar su vista en los canapés del plato. Estiró su mano y lentamente tomó uno de camarón y cuando iba a llevarse a la boca, escuchó un carraspeo que le hizo detener su mano en el aire y luego regresarlo al plato.
Elevó su vista, al tiempo que esbozaba una tensa sonrisa a las personas frente a ella.
—Entonces —comenzó la matriarca, aferrando su mano al bastón—. ¿Cómo se conocieron Ethan y tú y por qué te presenta a la familia hasta ahora?
—Abuela. —murmuró Ethan, obteniendo su atención—. ¿No crees que la traje, tal vez porque seguiste insistiendo en que vaya a citas a ciegas con las nietas de tus amigas, o alguna hija de algún socio? Nunca me escuchaste cuando te dije que ya estaba con alguien.
—Muchas veces me engañaste, no me culpes por desconfiar de ti. De hecho, aún no estoy segura todavía de su relación.
—Te lo había dicho y ella está aquí. Además, sé que ustedes tampoco lo creen —señaló al resto de su familia—. Aunque estamos conociéndonos, se podría decir que nos gustamos, verdad, querida —estiró su mano para tomar la de la mujer que, al tocarse, ella respingó y giró a mirarlo—. ¿Verdad que nos estamos llevando bien?
Aysa miró a los espectadores frente a ella y luego al tal Ethan, que esperaba su respuesta, a lo que ella asintió.
—Claro, claro, que... rido —imitó un carraspeo para zafar su mano y cubrir su boca—. Nos estamos llevando muy bien. Es decir, nos estamos conociendo muy bien. Estamos enamorándonos —esbozó una sonrisa tensa, al tiempo que se arreglaba el cabello.
—Sabías de qué Ethan tenía una hija, porque parecías muy sorprendida cuando Sol se acercó a Ethan. Explícate, ¿Aysa, dijiste que te llamabas, verdad?
—Sí, abuela. —En cuanto Aysa pronunció aquella palabra, obtuvo varias reacciones, pues rápidamente miró al señor parecido a Ethan, que empezó a toser estrepitosamente, así que siguió—. Es solo que me sorprendí al verla en persona, ya que es más hermosa— continuó y luego miró a la joven mujer que había emitido un grito y después a los hermanos de Ethan que ocultaban una sonrisa tras su trago; sin embargo, antes de mirar a los familiares restantes y, a Ethan mismo, la octogenaria se puso de pie y con su bastón, señaló a Ethan.
—Ethan, vamos al despacho. Tenemos que hablar, deja a Sol con Aysa —ordenó— y sin esperar escuchar alguna réplica, Karim se alejó.
Ethan imitó a su abuela y la duda pintó en su rostro, mientras miraba a su hija que, sonriente, lo miraba sin dejar de abrazar su cuello.
—Papi. Yo no tengo problema si me dejas con Aysa. Me gusta, no te estreses.
—Princesa, quédate con…
—Hermano —la cantarina voz de Diego se hizo presente—. La familia quiere conocer a mi cuñada y yo, mientras tanto, llevaré a mi bella sobrina a comer un postre a escondidas, ¿verdad, princesa? —preguntó, mirando a su sobrina y estiró sus brazos para que la pequeña se arrojará a él—. Vamos a tomar helado.
—Con chispas de chocolate y almendras.
—Algo más, señorita exigente.
Por primera vez, Ethan quiso abrazar a su alocado hermano que haya intervenido porque lo que menos deseaba era que su hija se conectara con la mujer.
De hecho, evitaba tener relaciones formales con su hija. Él planeaba estar con su hija para siempre sin terceros.
Se adentró al despacho de su abuela, en cuanto ella le dio permiso.
—Imagino que planeas que tu hija y esa muchacha empiecen a convivir. Es bueno, y estás consciente de que el hecho de que la trajeras aquí, es porque planeas tener algo serio, ¿no es así? Pero eso es lo que quiero. Sol merece una figura materna y alguien que la quiera, por eso hago esto.
No, yo no quiero ninguna relación.
La traje porque tú querías emparejarme con quién sabe quién y no quiero nada serio con nadie. Pensó, pero lo que hizo fue asentir y cambiar de conversación.
—Abuela, lo que pasó allá, ¿es en serio? Te jactas de tu buena educación, ¿y cometes esa falta de respeto? ¿Por qué me pides hablar a solas y dejar a nuestra invitada? —interrogó, dándole la espalda a su abuela, mientras se servía un vaso de licor y se terminaba de un solo trago.
Lo necesitaba.
Llenó otro vaso de licor, sin dejar de darle la espalda.
—Tal vez creas que soy una malvada, porque desde que esa mujer se fue dejándote amargado y rabioso, no he hecho más que insistir en que te enamores, pero no es bueno que sigas siendo de ese modo. Necesitas volver a rehacer tu vida.
—Abuela —se quejó Ethan, girando a mirar a la mujer.
—¿Qué? Es la verdad. Estás amargado y rabioso, pero entiendo que pusiste una barrera entre más personas y tú. Tuviste que hacerte cargo de Solange cuando era bebé y asumiste una gran responsabilidad, pero lo hiciste bien, hijo.
—Abuela, no es necesario que vuelva a tener una relación y… —cerró sus ojos cuando advirtió lo que había dicho, por lo que carraspeó—. A excepción de Aysa, así que, por favor, abuela, ya no insistas en más citas con más mujeres.