Amor alquilado

Capítulo 5 ||Sin vuelta atras||

¿Por qué en una ciudad tan grande ella tenía que encontrarse nuevamente con un hombre al que pensó que jamás volvería a ver?

La mirada de incredulidad estaba clara en los ojos, tanto de Ethan, como de Aysa que estaban frente a frente. Pletóricos y con miles de preguntas rondando en su cabeza, pero con el más molesto silencio gobernando entre ellos.

Los segundos y minutos se suscitaron entre miradas de la pareja que no sabían cómo reaccionar, hasta que, a un costado de Ethan, la figura de Ignacio, su chófer lo llamó, sacándolo de su ensimismamiento, por lo que giró su rostro al hombre, donde le pidió que repitiera lo que le había dicho, pues no había logrado dilucidar sus palabras.

—Señor, debemos entrar. Lisa, la secretaria del señor Neil, acaba de llamarme, haciéndome saber que tiene una reunión para que le haga acuerdo.

Aysa cerró sus ojos, al tiempo que se propinaba una sonora cachetada y ante el dolor gimió.

—Espero que no sea verdad, pero —Aysa señaló la entrada de la constructora—. ¿Tú no vienes aquí, verdad?

—La misma pregunta me estoy haciendo yo. Por favor, dime que no es lo que estoy pensando.

—¿Y qué es lo que piensas, Ethan? —devolvió rápidamente ella, escrutando el rostro masculino y apuesto de su novio falso.

Hasta ese momento se atrevió a decir que el hombre se le antojó demasiado atractivo para su bien. Perderse en sus profundos ojos sería fácil; sin embargo, aquella frialdad con la que la miraba, también le provocó un escalofrío por todo su cuerpo. ¿Por qué hasta ese momento advertía aquello? Tal vez porque la noche anterior estaba más nerviosa de ser descubierta que fijarse en lo apuesto que era el hombre frente a ella. Además, ella había sido tan descarada en su escrutinio en ese momento. En tan solo unos segundos, advirtió cómo su cabello castaño lo tenía muy bien peinado y embellecía el rostro del hombre, aquella barba perfilada, siendo ante sus ojos más masculinos y cómo su traje abrazaba perfectamente su cuerpo.

Sacudió su cabeza, a la vez que volvía su vista a él en cuanto Ethan carraspeó.

—Espero que este no sea el trabajo al que dijiste que ibas a empezar. Sería una tremenda locura —respondió Ethan con voz fría, negándose a creer que ella era la nueva secretaria que uno de sus socios le había recomendado y qué recursos humanos le iban a proporcionar después de que Marla, su antigua secretaria, se había retirado por maternidad—. Aysa, responde que no soy una persona paciente que digamos y ahora mismo estoy empleando la poca paciencia que me esfuerzo en sacar de donde no tengo.

Aysa abrió la carpeta que tenía entre sus manos, y cuando leyó “Constructora Foster”, en negrita y seguido horadaba presidencia, obteniendo la respuesta que Ethan pedía.

—Me temo que sí. No sé qué está sucediendo aquí, pero no quiero que pienses que estoy buscando algo de tu parte.

—Señor —intervino nuevamente Ignacio, llamando la atención de su jefe—. Siento interrumpir, pero se hace tarde para la reunión.

—Ya voy, Ignacio —respondió cansino Ethan, sin apartar la mirada de Aysa—. Imagino que no vas a presentarte. ¿Sabes que sería un gran error? Si mi abuela te ve…

—Espera, Ethan. —interrumpió ella y elevó su mano frente a él—. No sé por qué me dices eso, pero no creo que haberte hecho un favor, me impida trabajar en una de las mejores constructoras. Ah, yo no sabía de esto, por supuesto. No vayas a pensar que estaba todo calculado —aclaró, antes de que pensara esa clase de cosas.

—No podemos trabajar juntos. Es simple. —aseveró él—. Se suponía que nosotros no íbamos a encontrarnos, e incluso yo ya tenía pensado lo que le diría a la abuela con respecto a la dichosa relación contigo y si te ve aquí, será imposible que mi discurso se mantenga, lo siento. Puedo ayudarte a encontrar otro empleo, pero aquí no —zanjó en tema, antes de girarse, pero se detuvo en cuanto miró a Neil frente a él—. Neil…

—Al ver que no te dignaste a venir, supe que algo estaba suspendido y, al parecer, no me equivoqué. ¿Ella es…? —dejó la pregunta en el aire, al tiempo que sacó su cabeza para mirar a Aysa y saludarla sacudiendo su mano.

—Lo es —dijo lo obvio Ethan, con voz fría y escasa de alguna emoción—. Y hay algo más.

Neil se carcajeó en cuanto unió cabos, llegando a una simple conclusión.

—Después solucionas los problemas que tengas, pero ahora la reunión es más importante, así que vamos —volvió a mirar a Aysa—. Sube al décimo piso, Aysa. Ahí está el departamento de recursos humanos. Estoy seguro de que nos veremos pronto.

—¿Eh? —preguntó ella algo confusa por las palabras de Neil—. No entiendo.

—Tampoco yo —repuso Ethan, sin saber a qué se refería su hermano. No había ninguna posibilidad de que él y Aysa trabajaran juntos. Ninguna—. No actúes por tu propia cuenta sin consultarme, Neil. No abuses de la confianza que te he dado. Aquí en que manda soy yo y no planeo hacer que ella trabaje aquí —aseveró, antes de avanzar hacia el edificio.

Por su parte, Neil se acercó a Aysa y le regaló una sonrisa conciliadora.

—Esta es solo tu decisión. No sé los motivos que tuviste para hacerte pasar por su novia falsa y tampoco si sabías lo que eso conllevaba y mucho menos si el hecho de que estés ahí es pura coincidencia, pero déjame decirte que, puedes subir a recursos humanos y trabajar aquí. Sin embargo, debes saber que no te será fácil trabajar con Ethan, ya que eso implicaría que ustedes deben seguir con la farsa, al menos que planeen algo para su rompimiento.




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