Seis meses habían pasado desde la boda y aunque al principio pensé que iba a ser difícil acostumbrarme a que alguien más viviera con nosotras, el Sr. Tanaka se encargó que fuera todo lo contrario, ni se le sentía como un extraño todo lo contrario éramos una familia, nunca imponía nada, siempre platicaba si se debía tomar alguna decisión que concerniera al hogar.
Adoptamos su costumbre (al principio por curiosidad) que era el tener en la entrada un cajón zapatero donde colocábamos al entrar a casa los zapatos con los que veníamos de la calle y cambiarlos por unas pantuflas, realmente esta costumbre ayudó mucho a nuestros pies pues el andar en pantuflas era muy pero muy cómodo y aunque pareciera gracioso el piso de la casa estaba más limpio que antes solo teníamos que aspirar el polvo, lo era más practico a la hora de hacer el aseo.
Una noche después de cenar, el Sr. Tanaka nos comunicó que después de Navidad viajaría a Japón a traer a su hijo y que su viaje duraría tres meses. A mamá no le sorprendió la noticia puesto ya lo habían conversado antes, por lo tanto, dos días después de la cena navideña era la fecha de salida rumbo a su país mientras mamá se quedaría a cargo del mini mercado y de decorar la habitación del nuevo miembro de la familia la cual estaba en frente de la mía.
Acaso… ¿Joaquín estaba celoso?, podría… ¿estar celoso de que me fijara en un chico que no fuera él?, al escuchar su reacción me emocione por completo, aunque la cara de Marce no estaba nada contenta.
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Editado: 31.05.2019