MI NUEVO… ¿HERMANO?
Tres meses habían pasado y con ello faltaba poco más de una semana para ingresar a un nuevo año escolar.
Domingo por la mañana era el día en que el señor Tanaka volvería junto al nuevo miembro de la familia, mamá y yo nos despertamos muy temprano para preparar el desayuno y sí que se lució con este, hicimos chicharrón de chancho el cual se acompaña con camote frito, mote sancochado, pan, zarza criolla y café pasado, también hizo cuy a la plancha eso se acompaña con papa sancochada o aliñadas y su zarza criolla, además de quererse lucir con comidas típicas de cuzco también preparamos pollo al horno con verduras, arroz, compró queso, aceitunas, huevos por si acaso al recién llegado no le gustará la carne de chancho o cuy o lo que habíamos preparado. Le dimos una última limpieza a la habitación que sería de Daiku, una vez que terminamos lo planeado fuimos a bañarnos y vestirnos. Para cuando abrieron la puerta, ella y yo esperábamos en la sala, mamá saludó a su esposo y él nos presentó a su hijo.
- Paulina, Camila, él es mi hijo Tanaka Kento– este hace una reverencia.
Él era alto, creo que 1.80 o más es lo que pude calcular de su altura, delgado, cabello largo hasta los hombros y ojos negros los cuales combinaban perfectamente con el color azabache de su cabello, nariz pequeña, y sin expresión alguna.
- Bienvenido Kento, me alegra por fin conocerte, yo soy Paulina - dijo mamá sonriendo y abrazándolo, sin ser correspondida.
- Gracias, señora Paulina – contestó tímidamente en un perfecto dominio del idioma.
- Ella es Camila, mi hija.
- Quien será a partir de ahora tu hermana menor – dijo el Sr. Tanaka sonriéndome.
- ¿Kento? Pensé que se llamaba Daiku – miro interrogante al sr. Tanaka, quien sonríe ¿nervioso?
- Siempre quise que se llamara como mi padre… - responde el esposo de mi madre - es por eso que así lo llamo yo.
- ¿Y porque no lo llamó Daiku entonces?
- ¡Camila! – espeta mi madre regañándome.
- Lo siento, - respondo mirando a los esposos - Mucho gusto en conocerte Kento – saludo estirándole la mano – bienvenido a casa.
- Gracias –responde al saludo de la mano sin mostrar gesto alguno.
- ¡Bien!, ya que pasamos las formalidades – interviene mi madre – queremos enseñarte tu habitación – lo toma de la mano, mientras él se ve sorprendido. - ¿espero te guste? – caminamos al lugar – ¿entonces, que dices… te gusta? – pregunta mi madre mientras él inspecciona detalladamente el dormitorio con su mirada.
- Mamá se esmeró mucho es decorarla.
- Si no te gusta, puedo cambiar lo que quieras – se apresura en decir mi madre.
- No, está bien así, – responde sin dejar de mirar cada espacio del lugar – gracias – hace una reverencia a lo que mi madre y yo solo atinamos a sonreír, sí que es educado el muchacho decía para mis adentros.
- Me alegra que te haya gustado, puedes dejar tus cosas aquí, mientras te aseas ayudaré a tu padre con sus cosas arriba, te esperamos para desayunar – continua mi madre emocionada y mirándolo con cariño, mientras él asiente – Cami, enséñale donde está el baño – dice antes de salir de la habitación.
- Sí, descuida yo lo hago – respondo - ¿Daiku? – él me mira con enojo – perdón Kento - vaya que tiene lindos ojos y una mirada profundamente intimidante – el baño está aquí – hablo desde el marco de la puerta, mostrándole la puerta que está a lado de su dormitorio, camina acercándose hacia donde estaba, retrocedo y él saca medio cuerpo para ver.
- Gracias – responde mirando la puerta e inmediatamente vuelve a mirarme y entrar por completo a su lugar, acaso no tiene expresiones, que raro es este muchacho.
- Bueno, te dejo solo. – salgo y cierro su puerta.
Dejé a Daiku Kento en su habitación mientras mamá seguía con su esposo, y yo no sabía ni que hacer en mi propia casa, me sentía una extraña, así que decidí ir a la cocina a servirme cereales con yogurt, estaba sentada en el comedor esperando a todos. Media hora y dos tazones de cereales después, aparecieron los viajeros y mi madre, desayunamos en silencio y con la expectativa de algún gesto de desagrado por la comida por parte del recién llegado, mamá le alcanzaba todo preguntándole si estaba bien o si quería algo más a lo que él respondía que estaba bien y volvía a su inexpresividad.
- Cami, cariño ¿iras a entrenar hoy? – pregunta mamá
- Sí, ¿porque la pregunta?
- Porque, quizás a Kento le interese conocer a tus amigos y así de paso se distrae.
- ¿A mis amigos? - ella asiente - Si claro, al menos que él quiera descasar, digo por el viaje.
- No deseo descansar – responde el mencionado sin levantar la cabeza del plato en el que estaba comiendo.
- ¡Perfecto! – espeta mamá dando una palmada – entonces iras con Cami, ella y los chicos podrían enseñarte el pueblo, ¿cierto cariño? – me mira y solo me queda afirmar – además estoy segura que con ellos te sentirás más a gusto ya que son jóvenes como tú ¿estás de acuerdo con eso Kento? – a lo que él deja de comer para afirmar con la cabeza mientras yo falsamente sonrío.