Amor

ESTÚPIDO JAPONÉS

 

A la mañana siguiente complete mi rutina diaria, mi mejilla tenía un leve morado que intente cubrirlo con un poco de maquillaje, como todos los días fui al encuentro de mis amigos.

  • ¿¡Qué tienes en la cara!?- pregunto la gusano tomando mi rostro.

Mientras iba contándoles a Marcela y Joaquín lo que había ocurrido la noche anterior, ese día Jorge no nos dio el alcance como solía hacerlo, así que fuimos a verlo, tocamos la puerta de la casa ya que la farmacia aun no abría.

  • ¡Hola chicos! – sale sonriendo Jorge y con un curita en el labio – disculpen por no salir hoy, es que… me quedé dormido – vuelve a sonreír   revolviéndose en cabello.
  • ¿Cómo estás? ¿¡te duele algo!? –pregunto, estaba muy preocupada por Jorge.
  • No preciosa, ya te dije estoy bien – sonríe y toca mi mejilla - ¡uy, pero eso, no se ve nada bien! – hace un gesto de desagrado y niega con la cabeza. - ¡vamos!
  • ¿A dónde? – pregunto mientras él me toma de la mano y me lleva con dirección a la farmacia, la cual ya estaban abriendo.
  • A pedirle a mi abue que te coloque algún ungüento para ese moretón – señala mi mejilla.
  • ¡No, espera! – lo detengo – gracias, pero tu abuela y tú ya hicieron mucho para ayudarme, no quiero darles más molestias.
  • ¡Vamos Cami! No son molestias – sonríe - sabes que te quiero mucho, - se pone frente a mí -   buenos a los tres… – se voltea a mirarnos y ladea la cabeza como pensando - Mmm cuatro y por cada uno de ustedes hubiera hecho lo mismo – vuelve a sonreír mientras Joaquín golpea cariñosamente su espalda – así que no se diga más y vamos.

Después que doña Juana me untó el ungüento en mi mejilla partimos hacia el colegio corriendo porque estábamos retrasados, las clases se dieron con normalidad, no vi por ningún lado al japonesito presumido, llegó el receso Marce y yo salimos como siempre a comer frutas, mientras caminábamos vimos a Kento conversando con un grupo de alumnos de tercer año, nos sentamos en una banca cerca del patio principal.

  • ¿Cami?
  •  Que pasó gusano – respondo mientras pelo mi mandarina.
  • Y a todo esto, ¿qué hacías tú sola tan tarde la noche de ayer?
  • Salí a nadar.
  • ¿Nadar? ¿tú sola y por qué? – pregunta sorprendida.
  • Necesitaba despejar mi mente – respondo mirando a Kento.
  • ¿Por qué? ¿Qué pasó?
  • Porque estaba celosa Marce – respondo empezando a irritarme.
  • ¡Hey, cálmate! Dime de quien estabas celosa – volteo mi cabeza para mirarla.
  • No es de quien marce – suelto un gran suspiro.
  • ¿Entonces?
  • Es por quien – respondo fastidiada – y es por él – respondo señalando a Kento con la cabeza, marcela mira a su dirección.
  • ¿Kento? – asiento - ¿Por qué?
  •  ¡Ay marce! Es que ayer llegó la mocosa a mi casa… - empiezo a contarle – empezó a hervirme la sangre y tenía que calmarme de alguna forma – continuo con mi relato – si no fuera por Jorge y su abuelita… - la gusano me abraza.
  • Cálmate mi caracolito, lo importante es que no te pasó nada. – dice sobándome la espalda.
  • Sabes – me separo del abrazo – en la mochila que se llevaron estaba mis lentes.
  • ¿Tus lentes? Los… - abre los ojos como plato – que te ganaste en la competencia internacional del año pasado – asiento – pero si eran tu mayor tesoro.
  • Lo sé – respondo triste.
  • ¿¡Cómo es eso que anoche te han atacado!? – pregunta Kento quien se había acercado con Juaco, yo me mantengo callada.
  • Sí, es verdad, sino fuera por Jorge… - responde Marce
  • ¿¡Y que hacías tan tarde en la calle!? – pregunta Kento evidentemente molesto.
  • ¡Qué te importa! – respondo igualmente de molesta levantándome de la banca disponiéndome a irme
  • ¡Camila! – me detiene del brazo.
  • ¿¡Qué quieres!? – suelto su agarre - ¿Por qué me preguntas que hacía tan tarde en la calle? – me pongo frente a él - ¿acaso te importo? ¿¡acaso con preguntarme cambiará algo de lo que me pasó anoche!? No, no cambiará nada – Kento estaba completamente hecho una piedra mirándome fijamente - ¿soy algo tuyo? No. Tú y yo no somos nada ¿oíste? NADA así que deja de preguntar por mi vida y ocúpate de la tuya – sin decir más lo deje parado allí.




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