Amor

¿DÓNDE ESTÁ KENTO?

A la mañana siguiente le conté a Marce lo que había pasado con Kento, ella se súper emocionó cuando le confesé, que si estoy enamorada de él y que me moría por besarlo, mientras más le contaba más me animaba a que le confesara a Kento lo que sentía por él ya que con lo que le contaba a Marce, estábamos seguras que yo no le era indiferente. Las clases se dieron como siempre, al salir al receso buscaba al japonesito presumido por todos lados, pero no lo hallaba, cuando por fin lo encontré, al cruzarse nuestras miradas le sonrío y él me sonríe también sonrojándose, ¡sí! se sonroja. Bien decidida me dispongo acercármele cuando veo que unos profesores se lo llevan a la dirección a que no lo sé y fue así se frustró mi declaración.

Aquella tarde nos quedamos a ensayar por última vez. La presentación era el fin de semana, así que nos quedamos una hora más de lo normal, como era de costumbre Jorge nos acompañó a casa, debo admitir que creí que Kento vendría a buscarme, pero supongo que no era su estilo, llegué a casa y Jorge se despidió de mí dándome un beso en la frente.

  • ¿¡Mamá!? Pero que sorpresa – ella estaba sentada en el sofá.
  • Hola cariño, – sonríe – bienvenida.
  • Pero… que milagro temprano en casa –  saludo con un beso en la mejilla sentándome a su lado. – y el sr. Tanaka porque no vino contigo.
  • Lo que pasa es que Kenji quería hablar con Kento así que los deje solos en la tienda – sonríe tiernamente.
  • ¿Hablar con Kento? Y sabes de que se trata su conversación
  • ¡No seas tan curiosa! –  agarra mi nariz.
  • ¡Auch! No seas mala má – me sobo del dolor.
  • Lo siento cariño, - me soba la nariz -  la verdad no sé qué es lo que Kenji quería hablar con su hijo, pero supongo que necesitaban tiempo a solas, recuerda que desde que Kento está con nosotros es poco lo que han estado solos- sonríe – además lo mismo va para nosotras ¿verdad?
  • Tienes razón má, hace rato que no estamos solas – sonrió y me hecho a sus brazos.
  • Sabes que te amo mucho mi bebé- acaricia mi cabello
  • Má, ya no soy una bebé – hago puchero.
  • Para mí siempre lo serás… mi bebé. – besa mi sien – mía solo mía. Te amo mi niña.
  • Y yo a ti a ti mami – abrazo su cintura y me acurruco.
  • Cuéntame cómo vas con los ensayos.

Le conté a mi mamá todo lo que no le había contado hace tiempo por falta de espacio juntas, cenamos y seguíamos hablando parecía que las palabras nunca se nos acababan, vimos una peli y comimos helado, hace mucho que no hacíamos eso, en verdad extrañaba estar a solas con mi mamá, cuando acabo la peli ya era tarde así que me despedí de mamá y fui a dormir.

Al día siguiente no había clases ya que empezábamos con las vacaciones de mitad de año escolar y en él estaba los días feriados por fiestas patrias, con ello el pasacalle que se daría el fin de semana, desperté tarde y no había nadie en la casa, tomé desayuno, limpié toda la casa y aproveché a lavar toda mi ropa sucia y vaya que era bastante, cuando estaba terminado de sacar la ropa de la lavadora tocan la puerta.

  • Hola caracolito – era Marce la cual traía una gran mochila en su espalda.
  • ¡Gusano! Y eso que es – señalo la mochila – acaso te escapaste del albergue – sonrío toda socarrona. 
  • Ja, ja. Esto – me da la espalda, yo asiento – esto es… mi ropa sucia, vengo a que me prestes tu lavadora – sonríe devolviéndome el gesto.
  • ¿La lavadora? – ella siente – está bien, pero deja y saco mi ropa para que empieces a lavar.
  • Vamos te ayudo –sacamos mi ropa y la tendimos - ¿Estás sola? – asiento mientras metemos su ropa a la lavadora – y dónde está mi futuro cuñado –  me encojo de hombros.
  • ¿Caracolito? – dice, entretanto caminamos a la cocina con la intención de hacer palomitas.
  • Dime.
  • ¿Lograste decirle lo que sientes por él?
  • No pude…
  • ¿Por qué?

Le conté lo sucedido en la noche anterior, mientras buscábamos que peli ver

  • ¿Caracolito? – vuelve a decirme toda dudosa.
  • ¿¡Qué pasó!? ¿¡porque tanto misterio!?
  • Amiga, sabes que soy muy curiosa… - asiento – sé que quizás no debería de preguntar… pero igual lo voy hacer - la miro desconcertada.
  • ¿De qué se trata? ¿qué sucede?
  • ¿Hay… algún tipo de problema entre Kento y el señor Tanaka?
  • ¿Problema? No entiendo, ¿a qué va tu pregunta?
  • Anoche…  la hermana María y yo pasamos caminando por la tienda del Sr. Tanaka, aunque estaba cerrada…  vimos por la ventana como él estaba gritando o llamándole la atención a Kento, me acerqué despacio para que no se dieran cuenta que los espiaba… pero estaban hablando en japonés así que no entendí lo que decían, pero sus rostros no eran para nada sonrientes al contrario sus rostros eran irreconocibles.
  • ¿irreconocibles… cómo?
  • Sus facciones eran duras, molestas… no sé, me daban miedo – hace un gesto de terror – por eso pensé que quizás había algún problema.
  • Pues no, al menos que yo sepa… – me encojo de hombros – pero, gusano, cuando hemos visto las novelas japonesas ellos gritan cuando realmente están hablando – pongo mi mano en la boca y ladeo mi cabeza como pensando.
  • Sí, lo sé… pero… sus rostros… - cierra los ojos – ya te dije, además, eso no es todo.
  • ¿Hay más? – ella asiente.
  • Hoy en la madrugada, eso de las tres… me desperté a tomar agua… cuando escucho voces, casi susurros, me asomo al patio, era Kento con Joaquín no logré escuchar lo que estaban hablando… pero vi a Kento muy triste creo que hasta estaba llorando.
  • ¿Kento… se veía como llorando? – ella asiente – pero…  ¿estas segura?




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