Llegamos al lugar acordado para acampar, en el grupo que estábamos había cincuenta niños entre seis y diez años de edad los demás estaban en otra parte del bosque, felizmente Kento y Joaquín estaban en este grupo. Los encargados dividieron a los niños en cinco grupos de diez cada uno, los cuales debían de competir en diferentes juegos para hacerse ganadores de premios sorpresas, y para sorpresa nuestra el grupo de diez niños donde estábamos la gusano y yo debíamos competir con el grupo de Kento y Joaquín, primero empezamos a armar las tiendas de dormir, cada cinco niños dormían con dos cuidadores, nuestro equipo se llamó LINCES (ese nombre fue idea de Marce) incluso hasta bandera hicimos para colocarla en nuestras tiendas, con un tarro de pintura color rojo dibuje en una tela blanca a un lince en posición de ataque y con letras grandes el nombre del equipo(debo admitir que hice un buen trabajo) al ver lo que habíamos hecho los chicos no se querían quedar atrás así que los muy copiones hicieron lo mismo su equipo se llamaba TIBURONES los otros tres equipos eran: HALCONES, LEONES, y DRAGONES (ellos dibujaron solo sus nombres en sus banderas) así fue como empezamos la sana rivalidad. A las cinco de la tarde quedamos libres del cuidado de los chicos ya que los encargados les daban lecciones cortas (pinturas, cantos, bailes) así que aprovechamos para explorar el lugar. Kento y yo íbamos tomados de la mano mientras hablábamos con nuestros amigos, llegamos a un riachuelo hermoso nos sentamos a contemplar el maravilloso paisaje y a la gusano se le ocurrió que podíamos hacer una pequeña fogata ya que había traído malvaviscos, la idea nos pareció genial así que los varones fueron a recoger leña para el chistecito.
Cuando me quede a solas con Marce, toda curiosa como siempre me preguntó sobre la declaración de Kento, la muy bandida quería que le contara con lujos y detalles como fue que el bello Japonesito presumido se me había declarado, empecé contándole la horrible experiencia con esos malandrines siendo abrazada y consolada por mi amiga ya que no pude evitar que se me escaparan algunas lágrimas, le conté también como Kento me salvó y luego terminé contándole sobre las lindas palabras que me dijo el japonesito bello y lo de las grullas, que por cierto me dio la tercera antes de salir de casa, al escuchar eso dio un suspiro enorme y desplego una enorme y sincera sonrisa de alegría; luego puso su cara de traviesa y me lanzó una bomba, la bomba del siglo ¡JOAQUÍN…LA HABÍA BESADO! Sí, la había besado la noche anterior al escucharla hablar de Jorge. Me dice que estaban en el patio del albergue tendiendo la ropa de todos, cuando ella hablaba emocionada de lo lindo que hubiera sido que Jorge pudiera venir al campamento de repente Joaquín la tomó del brazo poniéndola frente a él y besándola repentinamente, pero al hacerlo inmediatamente él huyo del lugar sin darle explicación alguna; ahora entendía porque los notaba raros, siguió contándome que después de ese hecho él no le había dirigido palabra alguna o al menos una explicación del porqué de su accionar, traté de convencerla para que tenga paciencia de esperar a que Juaco le explicara o le dijera porque reaccionó de esa manera pero…. Fue inútil, ya que Marcela me prometió que de esta noche no pasaba que Joaquín le daba una explicación sí o sí. Al escuchar a mi amiga y verle la mezcla de sentimientos que reflejaba su rostro, no quería ni imaginar que la reacción de Joaquín haya sido por puro loco celos, porque el solo pensarlo no se lo perdonaría, ya que él sabe que Marcela siempre ha estado súper enamorada de él, a diferencia de mí que solo me gustaba. Los chicos llegaron y nos pusimos mano a la obra con nuestra fogata, aparte trajimos en nuestras mochilas termos que tenían chocolate y sándwich de jamón que habíamos preparado en casa, por un momento fuimos los de siempre, de vez en cuando veía que Joaquín observaba a Marce de reojo, definitivamente ahí había algo, entre chiste e historias locas hubo un silencio, en ese momento fue que Joaquín le pidió a Marcela que lo acompañe a traer más leña ya que quería hablar con ella, Kento y yo nos miramos y sonreímos, la tortuga le había contado todo.
Cuando nos dejaron solos, Kento se sentó detrás de mí y me envolvió con sus brazos dándome un beso en la mejilla, nos acomodamos cerca de un árbol, él se sentó con las piernas abiertas y recogidas apoyando su espalda en el árbol y haciéndome la señal para sentarme en el espacio que había hecho en la abertura de sus piernas así que lo hice y apoyé mi cabeza en el pecho de mi japonesito bello mientras él me volvió a envolver en sus brazos.
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Editado: 31.05.2019