Amor

ÉL Y YO

Regresamos a casa, luego de cenar y contar todo lo que hicimos en el campamento (bueno solo era yo la que hablaba) miramos un poco de tv y nos despedimos para irnos a dormir. Una hora más tarde tocan la puerta de mi habitación, era Kento quien venía a darme mi beso de buenas noches y entregarme la grulla del día que había terminado de hacer. Platicamos de todo un poco, tocamos el tema de la boda y nuestra experiencia casi sexual, entre tanta conversación planeamos consumar el matrimonio decidiendo perder nuestra virginidad al día siguiente después de que nuestros papás se fueran a trabajar.

A la mañana siguiente desperté antes que el despertador sonara, la emoción de que ese día perdería mi virginidad con el chico que sentía amar y que además había demostrado que me amaba,  se preocupaba por mi bienestar y con quien me había casado, no me dejó dormir más y aunque estaba de pie dando vueltas en mi habitación no salí a tomar desayuno con los demás, el solo pensar que iba a ver a Kento hacía sonrojar mi rostro y acelerar mi corazón, ¿¡cómo iba a disimular ante los demás!? Escuché que la puerta se cerró y salí a hurtadillas, no había nadie, el desayuno estaba servido, pero obviamente no tuve apetito, solo tomé un vaso de yogurt de fresas que había en la congeladora. Después de ello tomé mi jabón de baño y llené la bañera, necesitaba estar lista para cuando Kento volviera, estuve quince minutos sobándome el cuerpo, una vez que terminé de bañarme regresé a mi habitación para secarme y peinarme el cabello, busqué un juego de sostén y bragas que se vieran sexy pero fue inútil no tenía conjunto alguno, así que me resigné, busqué también un  vestido adecuado y  felizmente encontré uno de tiras color maíz que me ceñía la parte de arriba favoreciendo mis pequeños senos y a partir de la cintura   terminaba en campana hasta antes de la rodilla, maquille mis labios y me perfumé, si tuviera la costumbre de morderme las uñas ya estuvieran sin ellas de tanto que me las hubiera mordido por los nervios, me senté en mi cama tratando de calmarme cuando escucho abrir y cerrar la puerta principal de la casa ¡KENTO LLEGÓ!, así que espero a que me toquen la puerta pero nada, pasaron unos minutos más y nada que viene, me levanto hacía la puerta sin abrirla y solo escucho abrir y cerrar la puerta del baño ¡seguro se va a bañar!, salgo muy despacio colocando mi oreja en la puerta y efectivamente abre la ducha así que vuelvo a mi habitación, el tiempo me parecía eterno hasta que tocaron mi puerta y mencionaron mi nombre ¡ERA ÉL! Le digo que pase.

  • Buenos días – saluda con una sonrisa desde la puerta.

Estaba bien vestido, peinado y olía rico, estaba hecho un bombón.

  • Hola – trato de disimular mi nerviosismo mientras él se acerca y se sienta a lado mío.
  • ¿Dormiste bien? – toma mis manos colocando una grulla en ella y dándome un beso en la mejilla.
  • No, no pude dormir por los nervios – sonrío y coloco la grulla en mi mesa de noche.
  • Yo tampoco pude dormir bien – se le nota nervioso también - ¿Camila? – lo miro - ¿Estás segura… de…? - coloco un dedo en sus labios y asiento, él me sonríe, suspira aliviado y me da un beso en la frente.
  • Te tengo una sorpresa.
  •  ¿Una sorpresa? – asiente y me lleva hasta afuera de su habitación – cierra los ojos por favor.

Hago lo que me pide,  con una mano cubre mis ojos mientras escucho que abre su  puerta, al darme la orden de poder abrirlos descubro su habitación totalmente ambientada, la única luz que alumbraba el lugar era la de su lámpara de noche, desde su puerta hasta su cama había un camino de pétalos de rosa roja donde caminamos descalzos, en la cama había un corazón hecho también de pétalos rojos encima del corazón se podía leer “te amo Camila” y en la parte inferior del corazón “eres todo para mí”, el leer aquella frase me emocionó y lo abracé agradeciéndole por tan lindo detalle. Al soltarnos del abrazo nos miramos fijamente.

  • Hoy será un día muy especial para mí, es la primera vez que alguien verá mi cuerpo desnudo.
  • Eres único, - respondo sonriendo con la ternura que él me inspira - nunca creí que para un hombre… su primera vez fuera tan importante.
  • No sé si para todos los hombres sea tan importante, pero para mí lo es… no solo porque lo hago con la mujer que amo con locura y quien me ama sinceramente, sino porque… Camila… mi cuerpo…
  • Es perfecto – sonríe avergonzado ante mi interrupción – bueno… es que … vi los cuadraditos en tu abdomen. – bajo la cabeza avergonzada.   
  • Solo… ¿eso viste? – asiento - Camila… tengo muchas cicatrices en mi piel, no quisiera que te asustes.
  • Me dirás porque tienes esas cicatrices… - él niega – el motivo porque las tienes son malos…
  • Depende… de como quieras verlo.
  • Me contarás… cuando te sientas cómodo de hablar del tema.
  • Lo haré, te lo prometo.
  • Bien, con eso me conformo.




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