Sipnosis

Una "niña educada" no dice palabrotas, una "dama" no se deja guiar por sus deseos, siempre debe cumplir con sus deberes y una "esposa" siempre debe obedecer a su marido en todo.

Como lo podrán observar, fui educada bajo una serie estricta de normas sociales. Como hija de una de las familias más prestigiosas de nuestra sociedad, había ciertos lujos que sencillamente no me podía dar y uno de ellos era... sentir. Y esa fue exactamente la piedra angular para la destrucción de mi matrimonio, aunque me había unido bajo el lazo inquebrantable y sagrado de los votos matrimoniales, mi marido y yo éramos simplemente… desconocidos, seres que convivían bajo el mismo techo, pero que no compartían juntos ni por cinco segundos consecutivos.

Mi matrimonio debía ser perfecto, teníamos lo elemental: juventud y dinero, al menos eso pensábamos. Pero estaba cansada de ese vacío profundo y habitual que era mi vida matrimonial y fue entonces cuando descubrí que existía más…, mucho más y que no era un delito... sentir. Todo esto lo descubrí cuando lo conocí a él, justo en nuestra primera conversación. 

—¿Quién eres? 

—¿Quién quieres que sea?

—¿Qué quieres de mí?

—¿Qué estás dispuesta a darme?

—¡Usted, u-s-t-e-d está loco!

—¿Te gustaría ser parte de mi locura?

Entonces enfrente mi destino y luche por mi felicidad, le di la espalda a esas estúpidas normas sociales que no habían hecho más que frenar mi existencia, realizando en el proceso un descubrimiento más abrumador todavía, mi infelicidad no se debió a los impedimentos sociales, sino que siempre temí y viví mi amor bajo llave. Veinte años después, haber realizado ese descubrimiento aún formaba una gran sonrisa en mi rostro. 

Sobeida Suárez Cedeño 

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