Amor Bajo Locura

Capítulo 1 ¡No!

 

NO”, nunca pensé que una sola palabra podría cambiar el rumbo de mi vida para siempre, que un solo monosílabo tendría tanto poder para destruirme, para romperme en mil pedazos y para cambiar mi hermoso cuento de hadas y convertirlo instantáneamente en el más horrible y tenebroso de todos los cuentos.

 

“No”, esa había sido la palabra específica, una palabra tan sencilla, tan corta, tan fácil de pronunciar, y que en este momento se me hacía tan difícil de comprender, tan compleja como la misión más imposible de todo el universo. No, su voz pronunciándolo seguía reproduciéndose en mi mente, pero no quería aceptarlo, no podía, no obstante, esa había sido la palabra que había pronunciado, la escueta palabra que había salido de sus labios y que había dado un giro de 180 grados cúbicos a mi vida.

 

Era irónico, y hasta casi imposible de creer, pero esa sola palabra me había cambiado para siempre y había tornado diferente aquel día tan hermoso, que debía ser el más especial de toda mi vida, aquel donde la llegada del sol me había hecho tan feliz como nunca antes como si ese simple hecho fuera el milagro más maravilloso del mundo, y que me había repleto de impaciencia como un infante de 5 años.

 

Pero ese “no” que había pronunciado lo había cambiado todo, la risa inmensa que adornaba mis labios había desaparecido por completo, el silencio celestial que hasta entonces había atestiguado mi ingenua felicidad había sido roto y vilmente profanado por un murmullo ensordecedor que daba muestras de ese que “no” había tenido lugar. 

Aquel no, un único y simple “no” no solo me había roto en pedazos microscópicos, sino que también me había dejado completamente estupefacta, a tal punto de que la demanda angustiada que se había instalado frenéticamente en mi corazón y que exigía inmediatamente ser expresada se había negado a escapar de mis labios y había impedido que mi cuerpo hiciera hasta el más mínimo gesto por comprender aquello que estaba sucediendo y que mi ser se negaba tan rotundamente aceptar.

 

 “Debe ser una pesadilla, la más horrible de toda mi vida”, me dije a mi misma clamando con la llama de la más profunda desesperación cuando mi parte racional amenazó con explicarle mi instantánea realidad, pero aquel gesto en su rostro, aquella mirada de extrema e indiscutible desolación me dijo todo lo que necesita saber, ese “No”, había sido desgraciadamente real y había sido pronunciado por el hombre de mi vida, por el hombre al cual le había entregado por completo mi corazón mirándome a los ojos, cuando el sacerdote le había preguntado si me aceptaba como si legitima esposa.

 

Tontamente, había sonreído producto de la más intensa felicidad cuando había escuchado aquella pregunta, aquella que tan rápidamente ya había contestado, y de la cual esperaba recibir una respuesta recíproca, nunca ni por asomo hubiera imaginado que la respuesta a dicha pregunta sería tan distinta a la que había esperado. ¿Cómo le decías a tu corazón que tu sueño más hermoso se acaba de romper en pedazos tan minúsculos que ni con el más avanzado microscopio podría ser observado? ¿Cómo te explicabas que todo lo que creíste había sido más que una vil mentira? ¿Qué tu mundo ideal había desaparecido tan rápido como un soplo de aire? ¿Qué todo se había desvanecido a una velocidad mucho mayor que el del trayecto de la luz?

 

 

No podía describir con palabras lo que sentía, porque sencillamente estas no existían, aún no habían sido creadas las palabras que pudieran expresar mi dolor ni el peso de aquel sentimiento tan agudo que me aplastaba, mi mente amenazaba cruelmente con querer analizarlo todo, pero mi corazón estaba empeñado a negarlo a toda costa. 

“Debe tratarse de un error”, susurro mi corazón y aunque mi raciocinio quiso contradecirle no deje que iniciara su labor. ¡No podía hacerlo, necesitaba aferrarme a cualquier atisbo de esperanza por pequeña e ilógica que fuera! Así que empecé a mentalizarme, “Hoy es el día más feliz de mi vida y seguro que mis nervios elevados me han hecho caer en un error, en el más cruel e irracional de mi vida”, esa era la excusa más tonta y barata que había utilizado en toda mi existencia, pero era la única que tenía y servía de momento para no aceptar lo que me estaba pasando, ¡me negaría aceptarlo, aunque la vida de toda la humanidad dependiera de ello!

 

“El amor es tonto, la mayor locura de todas”, me susurro violentamente mi consciencia, en alguna ocasión había escuchado esa expresión y mi mente cruelmente se encargaba de recordármelo en el momento menos oportuno, cuando lo había escuchado por primera vez había creído comprenderlo, pero ahora sabía no era cierto, no había comprendido la dimensión de su significado porque era justo ahora, en este preciso momento cuando lo comprendía a la perfección, cuando me negaba aceptar lo que ante todos era evidente, cuando quería entender y justificar lo incomprensible.

Pero en cuestiones del amor la razón no siempre tiene cabida, y yo no era la excepción, de esta forma me quede estática mientras los murmullos profanos iban en aumento y el desosiego que veía en los ojos …de él también. “Solo tienes que decir si, con eso se arregla todo”, rogaba internamente en mi corazón, esas eran las palabras que reflejaban a la perfección mi desesperación y que estuve a punto de decirle, después de todo solo había sido una” leve confusión” , si esa era una excusa aún más tonta que la primera, pero necesitaba algo desesperadamente a que aferrarme, algo que impidiera mi inminente muerte emocional por completo, así que lo creí, con todas mis fuerzas me aferre a ello como un náufrago a punto de ceder ante a la muerte se aferraba a la espalda de un salvavidas en alta mar, y había funcionado, ¡si todo había sido un cruel error!, eso fue lo último que pensé antes de ver como él giraba su escultural cuerpo y emprendía la marcha ante la salida de la iglesia, ¡solo!




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