Amor Bajo Locura

Capítulo 4: ¡Tal vez!

Intenté entender la nueva situación en la que me encontraba y de hacer cualquier cosa, algo para remediarla, pero ni siquiera pude emitir palabra alguna, un fuerte golpe en la cabeza me hizo perder la consciencia por completo, perdí el conocimiento con la desagradable sensación de que estaba en muy serios y graves problemas, y que por el momento no podría hacer nada para liberarme.

 

Horas después me había recuperado la consciencia en un lugar totalmente desconocido y diferente, un fuerte escalofrío se había apoderado de mi espina dorsal en cuanto me había percatado que dicha habitación parecía toda una prisión de máxima seguridad, los latidos de mi corazón aumentaron vertiginosamente al darme cuenta de que tenía muchas preguntas rondando mi mente, y que todas mis dudas, sobre todo las “palabras de aquella mujer” indicaban en que no podría encontrarme en una situación peor. Aún podía escuchar sus palabras en mi mente, ¡aquello no podría ser verdad, debía de tratarse de una equivocación, de una terrible equivocación!, lo anhelé  fervientemente, pero todas las células de las paredes de mi mente me decían que todo era real, que ahora era una víctima de…, ¡era tan horrible que ni siquiera me atrevía a decirlo en el interior de mi mente!

 

Me levanté estrepitosamente de la cama donde estaba, debía dejar de pensar y pasar a la acción, debía hacer hasta lo imposible por salir de aquel lugar, pero justo en que había abandonado por completo mis pensamientos me di cuenta de algo: había alguien más en la habitación.

No voy a negarlo justo en ese momento cuando mis sentidos me habían permitido realizar semejante descubrimiento un miedo atroz volvió azotar sin piedad alguna todo mi ser. ¿Y si eran los mismos sujetos…los “padres de Carla” “Padres”, me susurró una voz irónica en mi cabeza al ver que pese a que presenciaba todas las evidencias de que había sido víctima del más cruel engaño, que pese a todas las pruebas me negaba aceptarlo. 

Decidí enfrentarme a quien sea que fuera la persona que estaba conmigo en aquella habitación, de esta forma y fingiendo una valentía que para nada sentía levante mi rostro y mire el rostro de la joven que tenía enfrente, me había quedado petrificada, erróneamente había pensado que nada más podría sorprenderme había comprobado mi funesto error una vez más, ¡podría con todo derecho escribirme en el libro de récord guites, estaba plenamente segura nadie había sobrepasado los niveles de estupefacción como yo lo había hecho”

¡Sencillamente no podía dar crédito a lo que veía con mis ojos, llene de aires mis pulmones y mire al techo como preguntando al cielo si era cierto lo que, contemplaba, ¡es que todavía no podía creerlo!,

—¿K-a-r-e-n? Pregunté temiendo que mis sospechas fueran ciertas y esperando ansiosa la respuesta de la joven que tenía enfrente, no podía creer que fuera ella, que esa joven fuera Karen. Los segundos cargados de tensión siguieron pasando, segundos en los cuales había olvidado lo que me acababa de suceder, hasta de lo que me depararía el destino, en esta ocasión solo me interesaba saber si ella chica demacrada, con ojos llorosos, con una palidez que rivalizaría con la de un fantasma, y que cuya tristeza inundaba todo su rostro era Karen.

 

Esperé su respuesta, la espere con ansias, pero ella solo se limitó a observarme con una mirada aún más triste de la que ya te tenía, para después dejar que una lágrima fugaz y desgarradora se presentara en una de sus mejillas, luego había procedido abrazarla calurosamente, y eso fue lo único que había necesitado para obtener la respuesta mi pregunta.

—Mary, Mary, repetía Karen con la voz rota y llena de dolor mientras yo trataba de asimilar lo que acaba de descubrir, ¡todos pensaban que estaba muerta, yo había llorado su muerte! Media más tarde ya sabía todo lo que le había pasado a Karen, mi mejor amiga, la única que había tenido desde la infancia, ambas teníamos la misma edad, nos habíamos conocido cuando sus padres habían trabajo en la casa de mis padres por varios años, pero estos últimos los habían despedido nada más y nada menos porque su hija, ¡es decir yo no podía tener amistades inferiores a mi nivel social!

Después de que mis padres despidieran a los suyos con la intención de que nuestra amistad se deshiciera, había sucedido todo lo contrario, nuestra amistad se había fortalecido, ya que a partir de entonces mis padres no estaban ahí para impedirnos ser amigas.

 

Habíamos estado en escuelas diferentes, pero después de la jornada escolar nos veíamos y charlábamos por horas, como excusa le decía a mi madre que iría a la casa de Bertha, y esta última se las ingeniaba para secundar mis mentiras. Karen era había demostrado ser muy distinta a mis compañeras de clase quienes siempre estaban comiendo lechugas, hablando de moda y de los chicos que había en nuestro salón, no quería sonar cruel o malévola, pero eran bobas y huecas, además de considerarse de la realeza por el estatus económico que tenían.

Gracias a Karen había conocido la verdadera amistad, y sus padres habían sido siempre muy gentiles conmigo. A veces había envidiado la relación tan hermosa que siempre había mantenido con ellos y no porque los míos no me querían, que me amaban a su manera, solo que era una forma muy peculiar, que muchas veces me lastimaba.

 

Para mi madre amarme era criticar todo lo que comía y obligarme a seguir varios regímenes de dieta aun cuando por lo mismo había llegado a padecer anemia, para mi padre amarme era no dejarme hacer nada de lo que quisiera aun cuando no dañaba a nadie como mi amistad con Karen, el amor de mis padres siempre había estado condicionado y basado en prohibiciones, en cambio, los padres de Karen siempre habían estado a su lado, apoyándola, le habían prohibido ciertas cosas como todos los padres, pero habían sabido cómo explicarle todo con cariño y amor y no solo con frases incomprensibles como: “debes comportarte como compete a nuestro nivel, eres una Dineu nunca lo olvides, no puedes ser como los demás”.




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