Amor clandestino

Prólogo

  • Hermano, cuando esté instalado te diré mi dirección. Ahora me voy de esta ciudad que me ahoga y en la que ya no tengo oportunidad alguna de sobrevivir.

Hakan 2016

 

Prólogo

 

Noviembre de 2016

 

Los billetes de avión, a Mannheim, Alemania, me esperan sobre la desordenada mesa que preside mí, también, caótico apartamento. Demasiados días a la espera de que el mundo me engulla y luego me escupa en un lugar lo más lejano posible de ella.

 Abro la mano y observo el colgante que me arranqué del cuello en el preciso momento en el que todo se derrumbó. «Nuray», mi mente repite su nombre mientras mi corazón se empeña en encerrarla para siempre. Debo olvidarla y arrinconar todos esos planes de futuro que tenía a su lado. Ya no seremos esa pareja que envejecerá junta abrazados y mirándose a los ojos. «Todo eso acabó», pienso al tiempo que —con furia— lanzo el colgante de la Luna de Estambul, contra la pared.

 Mis pies descalzos atraviesan el pasillo hasta entrar en el baño. Como un autómata abro el grifo de la ducha y me cuelo dentro, con la esperanza de que el agua desprenda de mí la hastiada existencia en la que su traición me ha dejado.

Al salir de la ducha, observo mi aspecto en el espejo, la barba endurece mis facciones y hace que me cueste reconocer al Hakan que era. Mi aliento apesta a alcohol y mi estómago regurgita debido a la resaca que arrastro. Sin apenas pensar, rescato del armario un pantalón de chándal y una sudadera con capucha, me calzo las deportivas y salgo a correr por las calles de Estambul.

El aire fresco de la mañana de los primeros días de noviembre me da la bienvenida, y tras respirar con profundidad, dejo mi mente en blanco ayudado por el sonido de la música que llega de los auriculares.

 Al pasar por los juzgados, mis pies se detienen en seco y mi corazón comienza a parecer un tren descarrilado que arrolla todo a su paso. La imagen proyectada en mis pupilas me desmorona y consigue que un hondo sollozo nazca en mi pecho acompañando a la rabia y a la desesperación.

Verla vestida de blanco, cogida del brazo de ese gilipollas, consigue que me sienta un verdadero imbécil por haber estado tan ciego, por no haber hecho caso a nada ni a nadie y entregarle mi corazón quedando a su merced.

Soy un estúpido por seguir amando a la persona que me traicionó y jugó con mis sentimientos.

Arranco a correr, no quiero que me vea, desde hoy todo será distinto, mañana tomaré el avión hacia una nueva vida, una vida lejos de los recuerdos y del hombre que he sido hasta hoy; aunque de lo que no estoy seguro es de si lo conseguiré.

 

©Chary Ca 🦋

 




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