Amor comprado

Capítulo 23

Lety.
El amanecer nos ha sorprendido y abro mis ojos para toparme con esa preciosa cara que acaricio con amor, Caleb es un niño muy hermoso. Volteo a ver y Sebastián se ha levantado, anoche fue toda una locura lo que pasó. Cepillo mis dientes y me pongo lo más bonito que tengo, no sé por qué, pero hoy amanecí con mucho entusiasmo. Salgo al jardín y veo lo hermosa que están las flores está mañana. Pero él no está, miro en la sala, la cocina, no lo veo por ningún lado y el entusiasmo que antes sentía se vuelve tristeza, quizás ya hoy no se acuerde de nada, quizás si fue un sueño, uno muy hermoso y hoy ya se terminó. Camino desanimada nuevamente por el jardín cuando siento esa mano que toca la mía.

—¿A quién buscas?

—a nadie, solo paseaba—respondo avergonzada.

—y ¿Me dirás también que te has puesto así de hermosa solo para estas flores?

—¿Hermosa, yo?, no, solo es lo de siempre—ahora estoy muy nerviosa.

—Pues señorita Lety nadie le ha dado permiso de caminar por este jardín—dice muy serio.

—¿Qué? Yo, yo —tartamudeo—yo no sabía que no podía…

—es que las flores se sentirán feas al lado tuyo, eres muy hermosa y ellas sentirán mucha envidia de tu belleza sin par—explica él y mi corazón late sin cesar, yo solo sonrío y evado su mirada. Él toma mis manos, levanta mi barbilla y su mirada penetrante promete entregarlo todo en un beso, un beso que en estos momentos estoy deseando con todo mi corazón. Sus labios se acercan a los míos y me roban un beso maravilloso, es cierto que es muy hábil con sus labios, jamás había Sido besada así, este hombre me vuelve loca —vamos despacio le ruego cuando sus manos acarician el contorno de mi cuerpo.

—está bien Lety , iremos al ritmo que tú quieras, solo ten en cuenta que estoy loco por ti.

—No puedo creer lo que me dices, ¿este será el mismo Sebastián que dijo que yo no le gustaba, ese que miró mi cuerpo desnudo y solo sintió náuseas?—le reclamo desafiándole con la mirada.

—es cierto que dije todo eso, pero nunca había dicho una mentira tan grande, esa tarde que mis ojos contemplaron tu cuerpo desnudo, esa tarde mis ojos conocieron la obra de arte más bella sobre la tierra y no hubo una sola noche que no deseara tener en mis brazos a esa mujer tan perfecta—dice cogiendo mi cintura y haciendo que mi cordura se eche a volar. Esta vez soy yo quien lo besa y él responde desesperadamente cuando se escucha esa voz que nosotros interrumpe

—ya los encontré —dice Caleb mientras se abalanza sobre nosotros y nos abraza muy feliz, yo todavía puedo sentir mi respiración agitada por el beso e intento controlarme, este pequeño ha llegado en el momento preciso.

—Caleb—dice su tío—hoy te tengo una sorpresa.

—¿Una sorpresa? ¡Qué bueno tío, a mí me encantan las sorpresas! ¿Me puedes dar una pista?

—solo te diré que al atardecer iremos a un lugar muy especial y te va a encantar—menciona Sebastián y ya sé de qué se trata, seguro es a la cabaña. El Niño va emocionando a pedir su desayuno a María y yo hago preparativos para el viaje
—¿No vendarás mis ojos hoy?—pregunto extendiendo un pañuelo que he traído yo misma cuando nos ponemos en marcha

—No, no lo haré nunca más, no quiero secretos entre nosotros, mi amor—responde y a mí me agrada mucho su respuesta tanto que me hace sonreír y mirarle con amor.

—ya basta de cursilería— reclama el pequeño y ambos sonreímos al mirarlo.
El camino es muy hermoso y se nos va el tiempo volando, Caleb no deja de mirarlo todo con gran interés y disfrutamos de la forma en que contempla la belleza de la naturaleza. Al llegar se queda maravillado lo por la cascada y comienza a tomarle fotos.
—Sabes que me debes un baño en esa cascada ¿Verdad?

— sí ,muero por probarla aunque se ve muy fría, mañana lo haremos.

—¿Mañana lo haremos?—pregunta él enmarcando una ceja divertida y creo que ya no estamos hablando de la cascada.

— Nos bañaremos, eso quise decir

—y¿por qué mejor no te baño yo?—se apodera de mi cintura y deja un breve beso en mis labios. ¡Vamos Caleb!, quiero mostrarte dónde tu padre y yo jugábamos de pequeños. El niño entra muy emocionado a la cabaña y mira todo curioso. Entonces bajamos a un sótano que yo no sabía que existía, todo está lleno de recuerdos y juguetes hechos a mano, pero muy bonitos y ahora no es solo Caleb quién mira curioso yo también lo hago y abrazo a Caleb mientras coge en sus manitas recuerdos de su padre, aunque no llora solo sonríe, es un niño muy fuerte.

—No puedo abrirla —dice Sebastián cuando intenta abrir la puerta del sótano para salir de este.

—espera, te ayudo, —ambos lo intentamos, pero ha Sido en vano, ¿no hay manera de abrirla — qué haremos ahora?

—ahora no lo intentaremos más, ya es de noche y debemos comer algo. Aquí hay salchichas que dejé hace unos días cuando vine, preparemos algo.

—Luego de cenar duermo a Caleb en un pequeño cuartito que hay y Sebastián y yo estamos solos en ese lugar a mitad de la noche y él no deja de mirarme provocando en mí los más remotos decesos.
—el pequeño se ha dormido ,creo que nunca podremos salir de aquí—digo evadiendo la mirada suya, pues lo que veo en sus ojos me asusta un poco.

—¿por qué te quejas? Hasta provisiones encontramos aquí, por cierto te quedó muy buena la cena—dice él caminando hacia mí y mi corazón late fuertemente, pues me toma por la cintura y me coloca sobre la mesa.
—¿qué haces?—inquiero
—hablas demasiado—dice él y cuando intento decirle algo sella mi boca con un feroz beso que estremece mi cuerpo entero. Esta vez no se lo impido, esta vez me entrego a lo que mi corazón siente y respondo a su beso. Sus manos me acarician suavemente y jamás había sentido algo igual cuando empieza a quitar poco a poco cada prenda que llevo puesta.




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