Amor con amor....se paga (#1 Serie Refranes)

CAPÍTULO 3

17 años habían pasado desde que fue adoptado. Ahora tenía 25 años y estaba a cargo, junto con hermano mayor, Rafael, del Buró de Abogados que su padre les legó. El hombre ya había decidido dejar a cargo de la empresa a sus hijos para poder disfrutar junto a su mujer de una jubilación anticipada.

El trabajo de ambos era gratificante pero extenuante. El estudio jurídico era enorme y tenían muchos abogados especialistas en diversas áreas legales. Había expertos en derecho administrativo, laboral, fiscal, tributario, mercantil, etc. Rafael tenía su especialidad en derecho civil y Gaspar en derecho penal. Hacían una buena dupla y eran exigentes con ellos mismos y con el resto de los abogados que trabajaban con ellos.

Si bien era cierto que los años habían pasado, ni un solo día había dejado de pensar en su amada Magda. Siempre recordaba con cariño y admiración lo que esa chiquilla había hecho por él. Se había enamorado de ella siendo tan solo un niño, pero el tiempo no había disminuido ni un ápice el amor que sentía por ella. ¿En qué clase de mujer se habría transformado? ¿Viviría en la misma ciudad que él? ¿Se la habría topado alguna vez sin haberla reconocido? Lo dudaba. El rostro de Magda había quedado tan grabado en su corazón que si la viera de nuevo lo sabría inmediatamente.

Apenas tuvo edad suficiente la buscó. Fue al orfanato para tener alguna información de ella, pero la Madre Superiora jamás quiso decirle a qué centro juvenil fue enviada. Trató de sobornarla con flores y chocolates, incluso con brindarle asesoría legal en lo que requiriera, pero ella siempre le negaba aquello que tanto ansiaba saber. Los años seguían pasando pero la mujer nunca dio su brazo a torcer. Al final se dio por vencido. Ya encontraría otra forma de llegar a su Magda.

 

Con el correr de más años, se encontró con Isidora, aquella despreciable niña que tanto hizo sufrir a su pequeña Magda. Para su sorpresa, Isidora ya no era la misma. Un duro golpe de la vida la hizo cambiar y se convirtió en una mujer completamente distinta. Ya no era envidiosa ni manipuladora y se arrepentía enormemente del daño que alguna vez causó a aquellos más desvalidos. Le preguntó por Magda y al mencionarle que no sabía cómo encontrarla, se ofreció de buena gana para averiguar con la Madre Superiora, con la que aún mantenía contacto, lo que había sucedido con ella.

Gracias a Isidora, no tardó en descubrir a qué centro juvenil fue a parar.

Se notaba nervioso. Sabía que por los años que ya habían pasado era imposible encontrarla allí, pero ahora estaba más cerca que antes de saber de ella.

El director del lugar no querían brindarle la información, pero afortunadamente para él, mientras era conducido a sus oficinas, pudo apreciar una multitud de irregularidades en el funcionamiento y mantenimiento del mismo, así como de ciertas violaciones a los derechos humanos de los que eran víctimas aquellos jóvenes. Por un momento su corazón sufrió en carne viva de solo pensar en lo que tuvo que vivir Magda en aquel lugar, pero rápidamente echó a un lado dicho pensamiento. Ya no valía la pena lamentarse por lo que no pudo hacer en el pasado por Magda. Ahora debía enfocarse en el presente y encontrarla a como diera lugar para cumplir con aquella promesa que le hizo la última vez que la vio.

¿Dónde estaba? ¿Cómo estaba? ¿Lo habría olvidado? ¿Se habría cansado de esperarlo y había decidido formar su propia familia? Rogaba que ese no fuera el caso. Cientos de preguntas bombardeaban su mente y aún no encontraba respuesta para ninguna de ellas.

Cuando la amenaza que arrojó hacia el director, a raíz todo lo que había presenciado, surtió efecto, al fin obtuvo una dirección. Ésta se encontraba en una ciudad un tanto alejada de donde él vivía, pero eso no le importó. Decidido a llegar a ella cuanto antes, partió rumbo a su encuentro sin imaginarse lo que iba a encontrarse una vez allí.

 

****************************

La casa era grande. Antigua y abandonada del esplendor que algún día debió tener. Había un gran antejardín con algunas flores un tanto marchitas debido a que estaban siendo rodeadas de asfixiantes malezas que amenazaban con ahogarlas hasta acabar con ellas. Un gran árbol también les hacía compañía. De una de sus ramas pendía un viejo columpio que se mecía al compás del cálido viento que a esa hora hacía acto de presencia.

Tocó el timbre y una joven de apenas unos 18 años abrió la puerta y tímidamente se acercó hasta la reja a preguntarle lo que buscaba.

- Busco a Magdalena - preguntó Gaspar con seguridad.

- Lo siento, aquí no hay nadie que responda a ese nombre. ¿Está seguro de que así se hace llamar? Seguro debe ser el nombre real de una de las chicas, pero aquí todas nos conocemos solo por nuestros alias. Si me la describe tal vez pueda ayudarle. – Le dijo la muchacha.

La información que la chica le proporcionó, le dio a entender que aquel lugar no era una casa común y corriente. No era una casa familiar como tal. Al parecer se trataba de un burdel clandestino. Ahora la duda era si aquel lugar había sido en algún momento el hogar de Magda o tal vez nunca lo fue y ella había sido llevada allí con el fin que él estaba sospechando con horror.

- Ella debe tener casi 30 años. Su cabello es castaño, tiene ojos color miel y unas hermosas pecas que adornan sus mejillas y nariz. – Le describió Gaspar tranquilamente, como si lo que hubiese ido a buscar allí era un servicio.



#28399 en Novela romántica
#17941 en Otros
#5221 en Relatos cortos

En el texto hay: drama, amor, promesa

Editado: 08.01.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.