Amor con amor....se paga (#1 Serie Refranes)

CAPÍTULO 4

- Está bien. Te lo contaré. – Le dijo Magda bajando nuevamente su mirada avergonzada por lo que estaba a punto de relatar, como si hubiese sido su culpa el infierno que vivió. Gaspar hizo un nuevo intento de acercarse a ella y esta vez Magdalena le permitió tomar sus manos y sentarse a su lado en aquella sucia cama, testigo de todas sus pesadillas.

Magdalena le contó todo el engaño detrás de su adopción. Le contó cómo fue abusada por su supuesto “padre” cuando solo era una niña. Que desde esa edad, su “madre” la obligaba a medicarse para no quedar embarazada de ninguno de los clientes que llegaban en su búsqueda. Le contó también cómo la tenían secuestrada desde el mismo instante en que llegó a esa casa, que la mantenían encerrada gran parte del día en esa habitación y que solo salía de ella para ir al baño luego de estar con los clientes. Algunas veces durante el mes, le permitían tomar un poco de aire en el jardín bajo la estricta vigilancia de la pareja. Sin embargo no era la única que estaba en esas condiciones. La gran mayoría de las chicas que allí estaban corrían con una suerte similar. Algunas incluso habían llegado a una edad más temprana que ella. Sin embargo por razones que desconocía, ella era una de las pocas, si es que no la única, que seguía allí teniendo una edad bastante mayor que el resto de las muchachas que estaban retenidas en ese lugar.

Si había un pago por su “trabajo”, ella nunca lo vio. Jamás recibió un peso por lo denigrante que hacía. Su “madre” le decía vez tras vez que el derecho a tener un techo y comida debía pagarlo de alguna manera, que nada era gratis en la vida y que solo de esa forma podía devolver en pequeña medida la bondad que ellos habían desplegado hacia ella.

¿Qué podía hacer en esas circunstancias? ¿Cómo podía salir de allí si estaba bajo llave y cuando no, con una vigilancia extrema sobre ella? Ni siquiera los hombres que la buscaban la querían ayudar. Muchas veces les rogó e imploró por ayuda, pero ninguno quería dejar de disfrutar de sus atenciones en pro de su libertad.

¡Cuántas cosas no había perdido allí además de su libertad! Hubo ocasiones en que incluso estuvo al borde de perder la vida luego de las palizas que recibía de uno que otro “cliente” que desataba su furia con ella envalentonados por el alcohol o las drogas. Y aún en esas condiciones era obligada a seguir “trabajando”.

 

Gaspar no podía creer lo que escuchaba. Su pecho se apretaba aún más con cada detalle que Magda le revelaba. Detalles sórdidos que difícilmente Magda lograría borrar. Pero allí estaría él. Gaspar juró por lo más sagrado que tenía que le devolvería a Magda la alegría de vivir y la confianza en los demás, especialmente en él. Gracias a todo lo que ella le contó, tenía base suficiente para llamar a la policía y levantar una rigurosa investigación de la que él se haría cargo personalmente y que de seguro pondría tras las rejas a todos los integrantes de aquel miserable lugar. Y no solo a los dueños, sino también a todos los clientes que frecuentaban ese sitio. A todos ellos les caería el peso de la ley y Gaspar se encargaría de que eso ocurriese ese mismo día. Acabaría de una buena vez con los malnacidos que le desgraciaron la vida a su amada Magdalena.

- Magda. Voy a sacarte de aquí. A ti y el resto de las chicas que están en este lugar. Necesito que confíes en mí. No te voy a fallar. ¿Puedes hacerlo? – Magda lo miró unos instantes y luego asintió.

Gaspar llamó de inmediato a la Policía y les explicó todo lo que estaba sucediendo. En menos de media hora llegaron las patrullas y un número considerable de policías allanó el lugar y dio con los dueños del burdel y con los que con ellos trabajaban, y procedieron a liberar a todas las chicas que estaban retenidas en contra de su libertad.

Fue increíble ver mujeres de distintas edades, pero más chocante aún fue ver al menos 4 niñas que apenas estaban entrando a la adolescencia. Magda se vio reflejada en ellas y lo único que hizo fue correr junto a ellas y abrazarlas para hacerlas sentir que no estaban solas, que ella sabía perfectamente bien por lo que ellas habían pasado, pero más importante aún, que aquella pesadilla ya había acabado.

Después de que las ambulancias, que también estaban en el lugar, se las llevaran a todas, Magda fue llevada por Gaspar mismo al hospital de la ciudad para constatar lesiones y corroborar cómo estaba su salud. Lamentablemente los años de encierro y malos tratos habían dejado huella, y una profunda. Tenía una falta significativa de vitamina D gracias a la poca exposición a la luz del sol. También estaba desnutrida y deshidratada. También su musculatura estaba resentida por la escasez de movimiento que tenía.

Una vez que los exámenes de rigor acabaron y se le brindó a Magda el tratamiento adecuado a su condición, Gaspar la llevó a casa de sus padres, quienes la recibieron como si fuera una hija más. Con cariño le prepararon una habitación y le permitieron que descansara después de haber vivido un día de muchas emociones. Ya habría tiempo de charlar y brindar el consuelo que Magdalena necesitaría.

Una vez que se durmió, Gaspar le relato a su familia los hechos ocurridos y les dejó saber cuáles eran los planes que él tenía para con Magdalena. Sus padres siempre supieron de la existencia de la muchacha y de los sentimientos que su hijo tenía hacia ella. Sabían que tarde o temprano él cumpliría su promesa y no por la simple responsabilidad de cumplimiento que aquella promesa implicaba, sino porque el enorme amor que Gaspar sentía por Magdalena lo motivaba a querer dedicarle la vida entera a hacerla feliz.



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En el texto hay: drama, amor, promesa

Editado: 08.01.2021

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