Amor con aroma a café

CONTIGO ESTOY COMPLETA...

ROSE

 El día es hermoso, tal y como los recordaba, el olor a café es embriagador, las hojas de los arbustos cargan gotas de rocio, el sonido de las aves y el ruido de las chicharras, hacen que mi corazón se acelere aún más. Durante toda la noche, no hice más que pensar en este momento, durante algunos instantes me llenaba de profundo temor ante la reacción que podría tener de Tomás y mi pequeña hija, pero luego, me llenaba de valor y disfrutaba, aún sin haberlo vivido, de este momento especial de mi vida.

Estoy frente al enorme portón de acceso a la Finca, mis manos están sudando a causa del nerviosismo. -Señora buenos dias, ¿puedo ayudarle?- Me saluda amablemente el encargado del ingreso. -Buenos dias, ¿podría hablar con el señor Tomás?--Disculpe señora, pero él salió hacia el pueblo hace unos minutos-. Pienso por unos segundos. -Y..¿ es posible hablar con Julita?- El guardian duda por unos segundos y luego asiente. -Permítame ir a buscarla, ¿cúal es su nombre?. -Dígale que la busca Rose, Julita es mi amiga desde hace muchos años-. -Pase adelante señora, en un momento le aviso-. Me quedo sorprendida de éste hermoso lugar, a los costados del acceso principal a la finca se encuentran hermosos sembradíos de flores de distintas clases, pero especialmente de rosas en distintos colores; me quedo completamente sorprendida de encontrar un jardín tan perfectamente cuidado. Camino lentamente para adentrarme en los angostos caminos que divide las secciones de las plantaciones de flores. Este lugar no tendría porqué envidiar a los hermosos jardines de Estados Unidos, es un sitio espectacular. 

Me quedo atenta escuchando una suave voz que surge entre las plantas. -Y tú botoncito, no seas perezoso, es hora de sacar tus bellos pétalos y enseñarle al mundo lo linda que eres-. Me quedo en silencio, escuchando la dulce voz de una pequeña de vestido color amarillo, zapatitos negros y una cinta en el cabello, que le habla cordialmente a un botón de rosa. Ha notado mi presencia y se pone de pie. -Hola señora, buenos días, ¿quien es usted?-. Me observa con esos ojos grises intensos y yo por primera vez me siento completa. No hay una pizca de tristeza en mi corazón, me siento plena bajo esa atenta mirada. La mirada y la voz de mi hija, aquella voz y aquella mirada que jamás creí conocer. -Hola preciosa, mi nombre es Rose y ¿tú como te llamas?-. -Mi nombre es Margarita y éste es el jardín de mi abuelo y mio-. Que dulce escuchar el nombre de mi pequeña hija por primera vez, su nombre es tan hermoso como lo es ella. -Pues tu jardín es el más precioso jardín que haya visto en mi vida-. Ella sonríe y yo me pongo a su nivel. -Mucho gusto señora-. Yo extiendo mi mano y ella la toma para saludarla. Su calor me embriaga, su pequeña mano sobre la mía y su sonrisa me tienen ipnotizada.

-Señorita Rose-. Tengo frente a mí a Julita y corro a abrazarla, ella está muy sorprendida, pero también me abraza. -señorita, ¿que hace usted aquí?-Yo sonrío y no dejo de abrazarla. -Vine a verlos Julita, vine por.....- Julita me toma de los hombros. -Señorita, me alegro mucho verla, pero creo que debemos entrar y conversar-.  Mi pequeña nos observa -Julita, ¿ella es tu amiga?- -Si cariño, es mi amiga; ahora necesito que seas buena y vayas en busca de Rosario, díle que por favor nos prepare 2 tazas de café, que mi amiga y yo estaremos conversando en mi casa-. Margarita asiente y nos regala una sonrisa, luego se retira a cumplir con la orden de Julita. Observo a mi hermosa hija y mi corazón se desborda de orgullo. 

Julita y yo pasamos frente a una enorme casa, que parece ser el hogar de los propietarios de la finca y llegamos a una hermosa casita fabricada de madera y ladrillo, con un hermoso jardín en la entrada, columpios hechos de llantas colocados en los árboles que rodean la casa. Ella sonríe al ver mi sorpresa. -Es mi casa mi niña, Tomás la fabricó para mi mamá y para mí, éste es mi hogar ahora-. -Es hermosa Julita, te felicito-. -Gracias mi niña, ahora entre y conversemos-. La veo muy agitada y comprendo su conmoción. 

Estamos frente a un comedor de madera para cuatro personas, con unas sillas de color blanco y sobre él, unos tapetes de colores. -Tu comedor es encantador- -Es un regalo que me hizo el patrón y mi niña Margarita para mi cumpleaños-. -Es precioso, me encanta-. -Gracias niña-. -Ahora dígame, ¿qué hace acá?. Tomo asiento y en ese momento ingresa una mujer con 2 tazas de café caliente, la habitación se impregna de ese delicioso olor. Deja las tazas sobre la mesa y luego se aleja.

-Julita, tú sabes la razón por la que he venido, he venido por mi hija-. Observo la mirada de preocupación en el rostro de Julita -Mi niña, usted sabe que eso no es algo sencillo, además usted se fue de aquí y no se quiso llevar a la niña-. Estoy segura que mis mejillas están de un color rojo intenso, porque siento un calor que inmediatamente ha inundado mi rostro, a causa de sus palabras. -Julita, tú me conoces, sabes que jamás hubiese dejado a mi hija por mi voluntad-. Ella me observa sorprendida. -Pero, pero...- -Déjame explicarte todo, tú y Tomás deben de pensar lo peor de mí, por eso también necesito que sepan toda la verdad-.




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