TOMÁS
-Debo irme a casa, mi madre debe estar preocupada-. Nos alejamos de la habitación de Margarita para conversar y no despertarla. -Tranquila, no te preocupes, durante estabas con Margarita, yo envié a uno de mis empleados a avisarle a tu madre que posiblemente te quedarás hasta tarde o que durmieras acá-. Ella me observa sorprendida. -Por favor Rose, no puedes andar por la calle a estas horas, es muy peligroso-. Ella asiente. -Te lo agradezco, pero si es posible, me gustaría quedarme en casa de Julita, tengo muchas cosas que conversar con ella-. -Esta bien, pero traten de no desvelarse mucho, Julita ya está muy anciana y necesita descansar-. -Esta bien, te prometo que no la tendré despierta hasta tarde-. La acompaño hasta la puerta de la casa de Julita y durante todo el camino conversamos de su vida en Estados Unidos, del fallecimiento de su padre y de la nueva vida que le espera. Trato de mantenerme alejado todo lo que mis fuerzas me permiten, ella es una mujer comprometida y yo debo respetarla; aunque mi cuerpo me pida todo lo contrario.
-Que descanses Rose-. -Tú también Tomás-. Me alejo de prisa para mantenerme firme en mi convicción de no provocar ninguna escena y que descubra mis sentimientos.
Regreso a casa y me quedo despierto hasta muy tarde, mi cuerpo esta agitado, mi corazón adolorido. Finalmente me duermo y cuando despierto ya es hora de comenzar las tareas de la finca.
Entro de prisa a la cocina para tomar una taza de café para luego irme a asignar tareas a los empleados. -Hola buenos dias-. Me reciben 3 hermosas sonrisas, Julita, Rose y Margarita, las tres tienen puestos sus mandiles y están preparando el desayuno. -Buenos dias-. Beso a mi pequeña hija, quien me abraza con sus manitas llenas de harina. -Papi, estamos preparando el desayuno, ¿para donde va?-. -Mi niña debo irme a trabajar-, -Papi, ¿porque no se queda a desayunar?, ¿porqué debe irse ahora?.- -Hijita, tengo muchas cosas que hacer hoy y ya se ha hecho tarde, lo lamento, estaré de regreso a la hora del almuerzo y podremos comer juntos-. Ella asiente y Julita coloca en mi mano una taza de café caliente, lo tomo de prisa, ante la mirada de Rose y me alejo de allí.
Ya he terminado de asignar el trabajo y siento la necesidad de recostarme sobre las hojas secas de café, no solo para que mi cuerpo repose, sino para que mi alma también encuentro sosiego. Inmediatamente vienen a mi mente muchos recuerdos y lucho con mi cabeza para alejarlos. Mi corazón continua agitado, pero me he puesto en la labor de ser mas fuerte y ganar la batalla de alejar a Rose de mi mente y mi corazón.
El resto de la mañana he tratado de mantener mi mente ocupada, hasta he pensado en hacer un viaje al pueblo a abastecerme de algunas cosas para la finca, con el fin de ocupar mi cabeza y cansar mi cuerpo, hasta el punto que cuando regrese a mi casa, lo único que desee sea cerrar los ojos y descansar; sin embargo las tareas de la finca me han obstaculizado alejarme de aquí.
Ha llegado la hora del almuerzo y escucho que alguien me llama: -Patrón, patrón-. Tengo frente a mí a uno de los caporales. -Me pidió la niña Julita que le diga que ya servirá el almuerzo, que debe ir a comer a casa-. Sé que Julita está preocupada por mí y eso me conmueve mucho.
He regresado a casa y todos están en la mesa, la niña ya está de vuelta de la escuela y Rose se encuentra al lado de ella, viste como la primera vez que la ví, tan sencilla pero tan hermosa. Me observa y siento que en su mirada hay una disculpa. La hora de la comida se vuelve muy amena, mi padre conversa animadamente con las tres mujeres, de vez en cuando me dirige alguna pregunta o comentario y yo le contesto con simples monosílabos.
Terminada la hora del almuerzo, me dirijo a mi habitación a limpiar mis dientes, de repente Rose camina a mi lado. -Tomás, debo ofrecerte una disculpa, pero la niña me ha hecho prometerle que al regresar de la escuela, yo estaría esperándola acá; fuí a la casa por ropa y regresé rapidamente para cumplir mi promesa- Asiento. -Lamento si te produce alguna incomodidad.....- -Espera Rose, no es un problema para mí, yo te autoricé que estuvieras aquí, cerca de Margarita y no he cambiado mi decisión, puedes permanecer todo el tiempo que quieras-. Ella me agradece con una sonrisa. -Ahora me disculpo, debo regresar a trabajar-. Y me alejo a toda prisa.
Ha llegado la noche y es el día de la semana en que suelo reunirme con Elena, hoy más que nunca necesito su compañía. Los miembros de mi familia saben que es el día en que no ceno en casa y regreso avanzada la noche, por lo que nadie me hace preguntas o se preocupa por mi ausencia.
Tomo las llaves del auto y me dirijo a la salida, en el camino encuentro a Julita y Rose que se dirigen a la casa en busca de la niña. -Hola sipote, que te vaya bien!!! con mucho cuidado- -Gracias Julita, feliz noche, que descansen-. Camino hacia el vehículo y me alejo sin mirar atrás.
Editado: 13.03.2019