Amor con aroma a café

CELOS

ROSE

Estos ultimos días han sido maravillosos. Me siento como una persona renovada, aunque bastante temorosa por el nuevo papel que debo desenvolver como madre; mi hija es una niña adorable, inteligente y muy hermosa. No me canso de admirarla y escucharla. Cada vez que estoy junto a ella, siento la necesidad de abrazarla, protegerla y decirle cada segundo cuanto la amo y cuanto hubiese deseado verla crecer hasta ahora.

El padre de Tomás es un buen hombre, me ha acogido en su hogar y aunque a veces insinúa que mi lugar está en esta casa junto a Tomás y la niña; mis conversaciones con él son amenas.

Julita sigue siendo la buena mujer que conocí y a quien le debo mucho de mi alegria.

Tomás....hmmmm...Tomás, nunca pensé volver a sentir la misma sensación al tener cerca a un hombre, nadie ha logrado que mis sentidos se despierten de tal manera, como cuando lo tengo cerca. La primera impresión después de tanto tiempo fue dificil, pero luego, las cosas cambiaron. Volver a sentir su dulce sabor fue volver a vivir; pero tuve que regresar a mi realidad y recordar el compromiso que tengo con John. Ambos son buenos hombres y no merecen que los engañe; pero, mi lucha interior es a muerte. Cada momento en que estamos cerca, los juegos pirotécnicos se disparan en mi interior y la lucha es incesante para contenerlos.

-. Vamos rápido mi niña, parece que va a llover-. Corro junto a Julita hacia la casa y Margarita sale a recibirnos. -Julita, mi papi ¿ya se fue?-. -Si mi niña, vamos adentro, nosotros la acompañaremos a su habitación-. Mi hija me abraza y me sonríe y luego camino en silencio junto a ellas, dudando si es conveniente preguntar la razón por la que Tomás ha salido; cuando parece que se avecina una fuerte tormenta y a estas horas de la noche.

Julita, la niña y yo conversamos un rato y luego la apremiamos para que se vaya  a dormir. -Mami, estoy muy feliz porque esté aquí, ya he agradecido en mis oraciones muchas veces y he pedido para que nunca se vaya-. Las palabras de mi hija me conmueven profundamente y siento una opresión en el pecho. Debo tomar una decisión y ésta será muy dificil. Toco sus mejillas y le sonrío, beso su frente y ella me abraza con sus suaves brazitos.

-¿Cariño, tú sabes si tu papi regresa hoy?- Lo sé, sé que no es correcto lo que estoy haciendo, fisgoneando en la vida de Tomás, pero "no puedo con esta duda". -hmmm, si regresa mami, pero lo hace hasta muy tarde, así es todas las semanas-. La niña parece bastante  cansada y está a punto de dormirse. -¿Todas las semanas?- Ella acomoda su cabeza en la almohada y lo piensa unos segundos. -Si, siempre lo hace en este día de la semana, la esposa de uno de los peones me contó que visita a una mujer de una finca que está cerca, pero yo no lo creo, aquí nunca ha venido con ninguna mujer, yo creo que le gusta salir a platicar con sus amigos, ¿porque sabe mami? mi papi trabaja mucho y siempre está cuidando de nosotros, por eso creo que merece platicar también con sus amigos-. Sonrío ante la ocurrencia de mi hija, aunque también siento cierta desilución al escuchar su relato; no tengo ningún derecho de sentirlo, pero es imposible evitarlo-. -Si mi ángel, tienes razón; ahora duérmete, que yo me quedaré un rato para acompañarte-.  Margarita cierra sus ojos e inmediatamente se duerme; yo me quedo cuidando su sueño por un largo rato y luchando por borrar esta sensación de desilución.

-Niña, ya es hora de irnos-. Julita está recostada sobre la puerta. -Si, solo abrigo un poco más a  Margarita y nos podemos ir-. Pasamos por la sala donde el abuelo de Margarita está escuchando una radio novela y le deseamos una feliz noche, él nos regala una sonrisa y continua concentrado en su tarea. Abrimos nuestras sombrillas y caminamos rapidamente hasta la casa de Julita. Mañana será un gran día, llevaré a mi hija a conocer a mi madré y al resto de su familia materna.

Ha pasado 2 o 3 horas, no puedo precisar el tiempo exacto y aún no logro dormir, por tanto decido salir y tomar un poco de aire puro. Tomo una silla y la acomodo en el pequeño corredor de la casa; aún llueve y el cielo está completamente oscuro, pero el olor a tierra mojada estimula mi olfato. Escucho que un vehículo se acerca y mi estomago se contrae. Desde la casa sale una pequeña luz, que me permite distinguir la figura del hombre que desciende del vehículo.  Pienso que va a correr hacia la casa para resguardarse de la lluvia, sin embargo se queda contemplando el cielo y dejando que la lluvia humedezca su rostro, me quedo sorprendida observándolo y siento la necesidad de correr hacia él.  

Camino unos pasos y luego me detengo. Pienso en regresar inmediatamente y giro para regresar, pero Tomás ya me ha visto. -¿Porque te vas?- -¡Disfruta este momento, es espléndido!- Vuelvea su posición anterior y yo lo imito como una tonta. En ese momento siento una sensación de libertad y comprendo  lo que él esta sintiendo. Estamos aún atrapados en esta red de desengaños, frustraciones, miedos y necesitamos romper las cadenas.

Me quedo observándolo y siento la necesidad de pedirle perdon por todo el daño que directa o indirectamente le he provocado. Lo tomo de los hombres y lo apremio para que me observe. -Perdóname por todo el sufrimiento que te he hecho sufrir-. Me observa con su mirada profunda y de un fuerte impulso me acerca hacia él, puedo sentir su piel sobre la ropa mojada. Nos besamos con necesidad, nos tocamos como si quisieramos dejar nuestras huellas tatuadas en la piel del otro.

Caminamos entre besos y caricias hacia la casa, entramos en silencio y llegamos a su habitación. Tomás cierra la puerta y nos miramos por unos segundos, transmitiendo solo con una mirada, el deseo, la necesidad y el amor que nos sentimos.




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