Amor con aroma a café

CELOS

ROSE

Han pasado 2 días desde que Margarita conoció a mi familia y John vino de visita. Durante estos días he dividido mi tiempo entre compartir por las tardes después de la escuela con la niña y por las mañanas comparto tiempo con John y mi madre. John me ha puesto al día del trabajo en la oficina; es necesario que regrese, hay muchas decisiones que deben ser tomadas y eso aumenta mi incertidumbre y me llena de tristeza. Debo regresar a Estados Unidos y no puedo llevarme a la niña, le prometí que no haría nada en contra de su voluntad, ella se encuentra en época de estudios, no puedo convencerla que viaje conmigo.

Margarita me ha pedido que la acompañe a visitar algunos amigos de las casas vecinas, regresamos cuando ya empieza a oscurecer, la madre de una de sus amigas preparó algunos platillos especiales y comimos y bebimos lo suficiente para no cenar y talvéz no desayunar el próximo día. Margarita regresa bastante cansada de jugar con sus amigas y me indica que se irá directamente a dormir. Me despido del abuelo y de Julita y me dirijo a mi vehículo, cuando estoy a punto de enceder el auto, observo que Tomás se aleja en su vehículo, conduzco detrás de él, evitando acercar mucho, para que no piense que estoy siguiendolo. Se estaciona en la puerta principal de una finca y me quedo unos metros atrás, en la oscuridad.  De repente una mujer sale de prisa del lugar, rodea su cuello y lo besa efusivamente; inmediatamente siento que mi viente se contrae; mis mejillas deben estar encendidas porque siento un fuerte calor que me recorre por todo el rostro. Él permite que la mujer continúe con las caricias y le indica algo oido y ella sube al auto; lentamente se dirigen hacia adentro de la finca. Me quedo recostada sobre el sillón regañandome por esta sensación extraña de querer correr hacia ellos; tomar a la mujer por el cabello y hacerle saber que no tiene nada que hacer cerca de Tomás, que quiere ocupar un lugar que no le pertenece. Luego una luz se debe haber encendido en alguna parte de mi cerebro, para hacerme comprender que no tengo ningún derecho de involucrarme en esa relación. Dejo que mi corazón y mi respiración se tranquilice y conduzco de regreso a casa. 

John se encuentra leyendo unos documentos sentado en la sala. -Rose, estaba esperándote, necesito que revises estos documentos-. Extiende el folder con un buen número de papeles. -Rose, disculpa que te presione, pero es necesario solucionar esto urgentemente, ya no podemos seguir postergándolo-.  Nos quedamos unas horas conversando acerca del tema y proponiendo todo tipo de soluciones. 

Finalmente entro en mi habitación; cuando escucho que tocan el vidrio de la ventana. Es bastante tarde y no es posible que alguien transite estas horas por la calle.  El ruido vuelve a escucharse. Abro con cierto temor la cortina y sobre el  vidrio claro observo el rostro de Tomás. Leo sus labios, aunque es evidente que quiere que salga a hablar con él; me niego con un movimiento de cabeza y él insiste en que necesita hablar conmigo. Tomo un suéter que está sobre el armario y camino sigilosamente hacia la puerta. 

-¿Que haces aquí?, es peligroso que camines estas horas por la calle-. -Necesitaba hablarte-. -Pero, ahora no es posible Tomás, adentro está John y mi madre-. -No me importa Rose, hay cosas que debemos hablar, ahora, permíteme entrar a tu habitación, hablaremos y luego me iré-. -No es posible Tomás, lo siento-. -¿A que le temes Rose?, no te haré nada, si tú no quieres-. Su voz aunque estoy conciente que ha querido sonar seria y formal, tiene un tono de picardía.

Finalmente acepto que hablemos en mi habitación, con la aclaración que debe irse inmediatamente que terminemos de conversar. Entramos silenciosamente a la casa y nos dirigimos a la habitación. Tomás inmediamente después de ingresar coloca llave en la puerta. Me volteo inmediatamente. -Insisto Rose, no haré nada que tú no quieras, solamente que no quiero que nadie entre a importunarnos. 

Tomás dirige su mirada hacia mí y luego hacía la cama. Necesito tragar saliva inmediatamente, porque la garganta se me ha secado, me parece una mirada tan sensual, pero, inmediatamente trato de aclarar mis pensamientos. - ¿De que quieres que hablemos?-. - Primero, quiero saber que hacías espiándome hace una horas?-. Abro mis ojos como platos. -Que te pasa!!! no estaba espiando a nadie-. Se acerca lentamente hasta quedar a unos pocos centímetros de mí y eso aumenta la presión y los nervios, al punto que las palabras salen atropelladas de mi boca -Entonces ¿porqué te estacionaste cerca del lugar en que Elena y yo estabamos y te quedaste a observar lo que sucedía?-. -De veras que tienes un problema Tomás, ves cosas donde no las hay!!!!-. -El problema sabes que no es ese, mi problema eres tú-. Me acerca con un movimiento rápido y besa mi cuello y pone mi piel de gallina. Sube lentamente hasta llegar a mi boca. -Basta Tomás!!!-. El se detiene y me suelta de golpe. -¿Porque me desprecias Rose?, por el tipejo que está en cualquiera de los cuartos de está casa?-. -Tú sabes lo que los dos sentimos, ese tal John, jamás provocará en tí lo que yo te provoco, porque él no puede transmitir lo que no siente, y, lo que yo siento por tí, hace esta conexión entre nosotros....- -Suficiente!!! tú vienes a hablar de conexión, hablas de que John jamás provocará sensaciones en mí....pero, ¿que pasa con la tal Elena, con la que te ví hace unas horas?-. -Vienes a juzgarme cuando tú has estado haciendo no sé que cosas con esa mujer- Tomás vuelve a acercarse a mí y me obliga a mirarlo a los ojos, toma mi rostro con ambas manos. -Rose, ¿porqué nos hacemos ésto?, tú sabes que en nuestras manos está la felicidad... yo no estaría con Elena, si tú me dieras una oportunidad para entrar de nuevo en tu vida....- Me rompe el corazón escucharlo pero tengo que acabar con ésto. -Lo siento Tomás, pero yo ya no te amo, voy a casarme, a hacer una vida lejos  de aquí, solo quiero que tú seas feliz, que mi hija también lo sea, que podamos compartir tiempo con ella y hacer de su vida dichosa-. Observo como el negro de sus ojos brilla -Esta bien Rose, no volveremos a hablar de ésto, yo, te aseguro que ésta es la última vez que yo te hablo de mi amor por tí, que seas muy feliz Rose si puedes lograrlo con John-. Se queda unos minutos en silencio y yo tengo que presionar mi puño, para que mis dedos no me traicionen y se dirigen directamente a su rostro para acariciarlo como lo desean. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.