Amor con aroma a café

LA CAÍDA

ROSE

Me levanto muy temprano, ya que tuve un descanso muy corto; anoche estuve soñando con unos ojos negros de mirada intensa que sobresalían de unos arbustos de café, sin embargo, no podía ver el resto de su rostro y cuerpo, únicamente sus ojos y una cruz de madera que colgaba de una cinta cafés de su cuello. Me preparé para salir y aproveché que mi padre ya había salido de casa y así evitar alguna discusión. En la casa trabaja una mujer adorable, su nombre es Julita, tiene aproximadamente sesenta cinco años y trabajó con mis abuelos desde que era muy joven, continúa trabajando con mi tío y ahora trabaja para nosotros; ella es la cocinera de la casa y se ha convertido en mi amiga, vive a unas pocas casas de acá con su mamá ya muy anciana. Julita nos ha preparado el desayuno y estamos sentadas a la mesa con mamá, mi padre salió muy temprano hacia la capital del país a una reunión con los abogados de la familia. Avisé a mi madre que iría a la finca en la cual estuvimos ayer y no le dí tiempo para contestar, ya que temía que comenzara a darme miles de consejos sobre mi seguridad, me levanté rápidamente, agradeciendo a Julita y mi madre por la comida; tomé el viejo auto que usé el día anterior y emprendí mi viaje hacia la finca. Por si fuere necesario empecé a preparar algunas frases o respuestas que me pudieran servir si de casualidad encontrara al gruñón de ayer.

Cuando llegué a la casa comunal no había muchas personas cerca, creo que ya todos están en sus respectivas áreas de trabajo. Tomé mi cámara y empecé a tomar mis fotografías. Continúe caminando hacia la profundidad de la finca, cuando de repente mi pie se deslizó y empecé a caer en un agujero, éste no era tan profundo, pero me produjo dolor en las articulaciones por el golpe sufrido, cuando con mucha dificultad me puse de pie, me di cuenta que solo lograba sacar el mentón del agujero; intenté salir, pero cada vez que colocaba el pie buscando apoyo, éste se deslizaba porque la tierra se encontraba suelta y húmeda. Pasaron varios minutos y cuando ya me sentía muy cansada, empecé a gritar por ayuda, después de aproximadamente 10 minutos de estar pidiendo ayuda, escuché unas pisadas sobre las hojas. – Parece que le gusta meterse en problemas señorita- dijo el tipo de la cruz de madera. Volteé a verle con molestia y le dije. – Hay que ser muy inteligente para darse cuenta que a nadie le gusta meterse en problemas, simplemente que los accidentes suceden -. –Entonces es usted una mujer muy accidentada – dijo entre risas. –Tome mi mano fuerte y haga presión con sus pies – Me indica. De repente tomo tanta fuerza y hago que el pierda el equilibrio. Subo a la superficie y caigo encima de él. me quedó por unos segundos apreciando esos ojos negros intensos y de repente él da un grito de dolor. No es como lo hemos visto en las novelas, la chica cae sobre el chico que se encuentra en el suelo y hay inmediatamente una conexión en las miradas; no; este momento fue todo lo contrario, él ha caído sobre una gran cantidad de hormigas, que empiezan a subir inmediatamente por todo su cuerpo. Me pongo de pie de un salto y trato de ayudarle a levantarse y quitarse todas las hormigas que hoy corren de prisa por sus brazos, torso y cara. Son unas hormigas de un color rojo y puede verse en el rostro de él, el intenso dolor que le provocan. Nos movemos de prisa hasta que un par de minutos después se ven muy pocas hormigas aún por su cuerpo, yo tomó un recipiente que el lleva con agua y trato de limpiar las áreas en el que fue picado, talvez así logra disminuir un poco el dolor. El me mira molesto y me dice: - ¿Que estaré pagando a los cielos para tener que encontrarme con usted y que siempre salga afectado? Lo veo con incredulidad y me parece que tengo como un rio a punto de desbordarse, muchas palabras que quieren salir de mi boca hasta que ya no quede ninguna por decirse; pero solo logré decir: - Es usted un mal agradecido, fue un accidente y yo también le ayudé; váyase al carajo-. Creo que lo dejo pensando por un momento y se acerca a mí – Disculpe señorita, creo que el dolor me hizo olvidar que debo ser agradecido y también comprensivo. - Esas palabras tranquilizan un poco mi cólera y me acerco y le indico, estoy observando que su piel está cada vez más roja y no solo en las áreas de las picaduras; ¿es usted alérgico? – No lo sé, - me contesta. ¿Cómo es posible que no sepa si padece de alguna alergia? Le menciono. Contesta con cierta nostalgia. –¿Señorita, cree que nosotros por acá, podemos estar yendo al médico para averiguar si padecemos de alergias? Difícilmente lo hacemos cuando nos aqueja una enfermedad grave. Acá solo contamos con hospitales públicos que saben cuáles son las verdaderas emergencias que deben atender.– No puedo disimular la tristeza en mi mirada y creo que eso le provoca cierto enojo, entonces veo hacia otro lado y cambio de tema. –Sabe? - Le indico. - ¿Nunca imaginé encontrar ese gran agujero ahí, porque se encuentra en ese lugar? -. Me mira con una sonrisa y me indica. – Creo que se le debe dar una clase sobre todo el proceso que aquí se realiza desde la limpieza de la zona, la siembra del abeto y el corte de café. Deberá acercarse al administrador o a su tío. Ellos conocen todo este tema y así entenderá mejor y podrá disfrutar de tomar sus fotografías según cada etapa del proceso y evitar accidentes. - Lo veo con incredulidad y le pregunto. –¿Y usted, que puesto tiene acá? – Me explica que es uno de los encargados de un grupo de trabajadores o cortadores. Entonces añado. –¿Porque no es usted el que me explica? Me mira con incredulidad, entonces me dice. – Lo siento señorita, pero yo debo trabajar, no es correcto me vean sin hacer nada por acá y encima con la hija del dueño. - Lo veo seriamente e inmediatamente siento en mi interior molestia, pero al mismo tiempo desilusión. – Le contesto. – Lamento haberlo incomodado, además, mi nombre es Rose, no señorita. - Y me retiro regalándole una mirada de indiferencia.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.