Amor con aroma a café

EL ESCAPE

ROSE

Estoy muy nerviosa, he enviado un mensaje a Tomás para que nos reunamos detrás de la iglesia a las 8:00 p.m., aún no se como voy a poder burlar a la seguridad, pero debo verlo, hacerle saber que no hay nada entre John y y yo, que unicamente somos amigos y mi corazón solo le pertenece a él.

Faltan 15 minutos para las ocho, me excuso con John y mi familia y me retiro a mi habitación, me coloco la ropa que Julita me prestó y la persigo por toda la casa, suplicandole que me ayude para entretener al guardían de la puerta y así poder salir; finalmente logró convencerla. Ella ya debe irse a casa a cuidar de su madre, por lo que no podré tener su ayuda cuando deba regresar a casa, tendré que pensar como lograrlo. 

Lo he logrado! ya estoy en la calle, camino hacia el lugar de nuestro encuentro, cuando unos manos me toman de la cintura y siento una respiración agitada, ese olor es tan conocido para mí, que mi cuerpo empieza a estremecerse, me giro inmediatamente y tomo sus labios con ímpetu, acaricio su rostro, sus brazos. -Debemos alejarnos de la luz-, indica -Tenemos que hablar-. Yo no estoy lista ni deseo hablar, simplemente necesito sentirlo; nos alejamos de los focos de luz que estan a las orillas de la calle; me coloco nuevamente frente a él y golpeo su torso.-No vuelvas a dudar de mí, nunca más-! Mis palabras toman tanta fuerza; que puedo ver en sus ojos sorpresa. -Yo ya te pertenezco, tu lo sabes!. El coloca su frente contra la mia y me rodea con sus brazos. -Esto es mas fuerte que yo. -Susurra. - No soporto ver a alguien mas junto a tí-.,-Fue imposible luchar con la fiera que sentí dentro, cuando ese tipo te tocaba-. Lo abrazo y beso con pasión. -Prometo que evitare ese tipo de muestras de afecto, ¿está bien?- El asiente. Comenzamos a caminar hacia el cafetal mas cercano y nos internamos hacia la parte mas profunda. El  despertador ya se habia encendido, nuestros cuerpos no podian esperar mas....

La oscuridad era densa, pero no necesitabamos más que la poca luz de la luna, ya conociamos nuestros cuerpos, nuestras manos se movian al mismo ritmo; de nuestras bocas salian tantas palabras de amor como nuestras mentes podian procesar. 

Nos quedamos tanto tiempo que no podiamos saber con exactitud que hora era; de pronto él se pone de pie e indica -debe haber entrado ya "el toque de queda", corrremos peligro estando acá, debemos irnos-. Me toma de las manos y comenzamos a caminar hacia la salida del cafetal. De repente escuchamos pasos fuertes como de botas militares, me asusté mucho y él me tomó de la mano y me cubrió con su cuerpo; frente a nosotros teníamos como veinte encapuchados, - ¿Que hacen aquí, no saben que no es hora de estar en la calle? Dijo una voz aguda. Él contesta rápidamente, -Perdone jefe, no sabíamos que ya había entrado el toque de queda, somos pareja y estamos acá porque no podemos vernos en casa, su familia no me permite verla.- Pues no deben estar aquí, porque para mis muchachos y para mí, ustedes son amigos de nuestros enemigos, de lo contrario no se estarían arriesgando así.- Comencé a llorar inconsolablemente del miedo, ya había escuchado muchas historias de lo que sucedía en este tipo de situaciones, si ellos eran militares podrían creer que éramos rebeldes, y si era lo contrario, pues nos acusaban de ayudar al ejército. Tomás me apretó fuertemente para darme valor y cuando iba a hablar, uno de los muchachos se acercó al oído del jefe y le dijo algo que no logramos escuchar, me parece por su mirada que nos ha reconocido. El jefe nos miró y dijo. – Contaré a diez, corran y si los logramos alcanzar no culpo por sus vidas. - Tomás me tomo de la mano y empezamos a correr, agachados entre los arbustos, no volteamos a ver hacia atrás, cuando sentimos que nuestras piernas no podían más, caímos al suelo, estuvimos ahí un tiempo, resguardandonos y tratando de escuchar cualquier leve ruido, pero ya no se escucho nada más que el ruido de los grillos. Luego nos alejamos en silencio. El me dejó cerca de casa y yo ingresé como había salido una noche antes, escondida bajo mi pañoleta de anciana y simulando ser una empleada de limpieza. Dormí casi todo el día, aún estaba muy asustada y me sentía mareada, con náuseas y cansancio, mi madre se acercó varias veces a preguntar si me encontraba bien, y pudo notar que no era uno de mis mejores días, me indicó que viajaríamos el siguiente día a la capital del país y veríamos a un médico.

Observaciones de la escritora: 

Amig@s lectores: quiero comentarles para los que por primera vez escuchan este término que el toque de queda es una prohibición establecida por las instituciones gubernamentales de circular libremente por horas nocturnas. Comunmente se hace en situaciones de guerra o conmoción interna que se viva en un país o ciudad.

 

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.