ROSE
John ha regreso y a tratado de consolarme, pero nada en este momento me transmite paz, la soledad es lo único que necesito. Además, he hablado con John y mis padres, necesito alejarme de aquí, ya no tengo motivos para continuar en este lugar, quiero regresar a Estados Unidos, pero antes, quiero visitar a mi bebé en su tumba.
John me acompañará en la visita al cementerio y luego nos trasladaremos a la ciudad para tomar el avión. Salgo a la calle y vienen a mi todos los recuerdos de aquellos hermosos momentos que viví, ahora todo eso ha quedado en el pasado. Llegamos al cementerio, Pedro el guardia de seguridad me muestra la pequeña tumba en la que se encuentra sepultado mi bebé. En una pequeña cruz se encuentra grabado un nombre John Junior Mendizabal. Mi padre colocó su nombre al bebé. Lloro durante un largo tiempo, pido perdón a mi bebé y le prometo que nos volveremos a encontrar, que siempre vivirá en mi corazón, que nunca me olvidaré de él.
Después de un largo rato, John se acerca y me indica que ya se aproxima la hora de la salida de nuestro vuelo. Me alejo de ese lugar con un dolor inmenso en el corazón.
Regresamos a la casa por nuestro equipaje, me despido de la servidumbre, de regreso a casa intenté ver a Julita, la buscamos en su casa y los alrededores, pero nos indicaron que tenian 3 días de no verla. Le pedí a mi padre que la buscara y le entregara una carta, ella es muy valiosa para mí y me duele irme sin despedirme de ella. Mi padre y mi padre viajarán en una semana y se reunirán con nosotros.
Ya es hora de irme, recorro todo la casa en señal de despedida, en ella viví momentos agradables, pero también momentos dolorosos, como la muerte de mi hijo.
Ya está el piloto esperándonos en el vehículo que nos trasladará a la ciudad, estoy a punto de abordar el vehículo cuando escucho mi nombre, es Tomás que corre hacia mí. Mi corazón late fuertemente, él grita que lo espere, pero no tengo valor para decirle que nuestro hijo a muerto, no soportaría la idea de que me recrimine por haberle fallado a mi bebé y también a él. John observa toda la escena y me ayuda a subir inmediatamente al vehículo, luego el se apresura a subir también. Veo por el vidrio trasero, como Tomás corre tras nosotros, comienzo a llorar, sin disimular mi pena. Esa escena jamás se borrará de mi memoria, soy una cobarde y tendré que vivir con ello el resto de mi vida.
Editado: 13.03.2019