Amor con aroma a café

LA ALEGRIA DE NUESTRA CASA

TOMÁS

Mi pequeña Margarita ya cumplió 3 meses de edad, ella es la luz y la alegría de nuestra casa. Desde que ella llegó a nuestro hogar  mi padré ha recobrado las energías y todo el tiempo está muy feliz; mi madre ha comenzado a visitarnos y ella y mi padre disfrutan de la compañia de Margarita.  Salen a dar largos paseos y conversan animadamente con la niña en brazos. Margarita está creciendo muy sana; es una niña muy quieta y hermosa.

Julita está muy contenta en casa, su madre tiene una enfermera especialmente para cuidar de ella y Julita que ha insistido en cuidar sola a Margarita, pasa la mayoría de tiempo con ella en el jardín. Hemos descubierto que Margarita disfruta mucho de la naturaleza y especialmente de las flores. Julita y ella hacen largos paseos por el jardín y ella observa muy atentamente  las flores, especialmente a las rosas. Que lástima que a pesar de que son tan hermosas, las rosas también pueden provocar mucho daño. 

En mi caso, estoy muy ocupado entre las tareas de la administración de la finca, el cuidado de mi padre y de Margarita, sin embargo en la soledad de mi habitación descubro que hay heridas que aún están muy abiertas; mi cabeza aún no logra comprender como una persona que te demostró mucho amor y bondad; de repente puede convertirse en un ser malvado, a quien no le importa el bienestar de su hija y la deja a su propia suerte. En mi interior siento mucha ira contra Rose, no pensé que pudiera llegar a odiarme tanto, hasta el punto de dejar abandonada a mi hija. El tiempo me ayudará a olvidarla, lo que no podré olvidar es el daño que pudo haber provocado a Margarita con su maldad.

Hace unos días vino Vilma a la finca, ella y sus hijos andan en busca de trabajo, ya que pronto iniciará un nuevo corte de café, sin embargo creo que será mas sano tenerla lejos, por lo que contacté a los propietarios de una finca cercana, ellos necesitaban de una cocinera y aceptaron darle el empleo y un lugar para vivir con sus hijos. Ella estuvo muy agradecida por la ayuda, sin embargo sentí que habia algo que deseaba decirme y no tuvo el suficiente valor para hacerlo. Finalmente le dije que le deseaba lo mejor a ella y a su familia y los envié con uno de mis trabajadores hacia su nuevo hogar.

Hace unos días encontré a Pedro el guardia de seguridad de don John; cuando me vió acercarme, rapidamente cambió su ruta. No tenia ninguna intención de reclamarle por lo sucedido, al contrario, estoy agradecido por haber decidido entregarle la bebé a Julita,  sin embargo debo respetar si no quiere hablarme. Algún día podré recompensarle.

 

 

 




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