Amor cruel

Capítulo 3/ Un peculiar encuentro

Por lo menos ahora no voy a aguantar hambre, doña Lucha aceptó darme trabajo, pero solo por este día ya que tiene bastantes clientes, además, me dijo que podía quedarme con todas las propinas que me dieran.

Me lavo las manos y luego salgo a tomar un poco de aire, he trabajado sin descanso todo el día. No sé cómo he podido soportar el olor a frituras, por momentos pensé que iba a vomitar, cada vez me convenzo más que estoy embarazada. Sacando cuentas, el periodo debió llegarme hace unos días.

Dejo salir un pequeño suspiro, no podré ocultar mi estado por siempre, tarde o temprano tendré que decirle a mi mamá, lo peor es que cuando me pregunte quién es el papá o como fué que esto ocurrió, no sabré qué decirle. Ella no me creerá.

—Freya, no te he visto desde el día en que saliste corriendo de la fiesta —me dice Ilma, interrumpiendo mis pensamientos. Ella es una de mis ex compañeras de estudio y a quien también consideraba una amiga—. Te estuve llamando y tampoco contestaste mis llamadas.

—Creo que dejaste muy en claro de qué lado estás, así que no hay necesidad de hipocresías —le respondo cortante.

—Delia no tiene la culpa de que Sam te haya traicionado, además, él fué quien estuvo insistiendo. Deberías dejar atrás los rencores de todas formas tú ya supiste lo que es bueno —dice ampliando su sonrisa.

Estrecho mi mirada hacia ella, siento que hay algo que Ilma sabe y yo no. Hace unos días atrás, después de romper mi compromiso con Sam, les hice saber que la despedida de soltera también quedaría cancelada. Ilma me insistió en asistir ya que ellas ya habían pagado las entradas a uno de los clubes más exclusivos de la ciudad y que sería bueno para olvidar mis penas, además, me aseguró que Delia no asistiría. Ahora lamento haberle hecho caso, ese día fué el que terminó de acrecentar mi desgracia.

Acorto nuestra distancia.

—Dime, ¿qué fué realmente lo que me hiciste beber ese día? —la cuestiono molesta—. ¿Acaso eso también lo planeaste con Delia?

—Estás loca, no sé de qué hablas, además, mi lealtad está con Sam, mi primo, no con ella ni contigo.

—Ilma, por favor, necesito saber…

—Freya, ¿qué haces aquí? —nos interrumpe Sam.

Miro a Ilma sin responderle al mentiroso traicionero de mi ex.

—En serio te llegué a considerar una amiga, pero ahora veo que también me clavaste un puñal en la espalda. —Sin esperar a que me responda me doy media vuelta con la intención de irme, pero Sam me detiene al sujetarme del brazo.

—Freya, tenemos que hablar.

Ilma se aleja dejándonos a solas.

—Lo que tenía que decirte ya lo dije, ahora sí es por tu dinero, en cuanto lo reúna te lo depositaré a tu cuenta —le respondo al tiempo que me remuevo para que me suelte.

Él niega.

—Lo del dinero lo hice para obligarte a regresar conmigo, sé que no tienes ni donde caer muerta, mucho menos vas a poder pagarme. Freya, deja atrás el orgullo y regresa conmigo.

Sonrío amargamente, este idiota no es del tipo que me enamoré.

—No me importa lo que tenga que hacer, te devolveré hasta el último centavo, pero no regresaré contigo.

—Ni trabajando toda tu vida en esta pocilga me podrás pagar —dice de forma respectiva—. A no ser que te vendas como la ramera que dicen que eres.

Le dejo ir una cachetada con todas mis fuerzas. El sonido sordo rompe el silencio ante el impacto, incluso mi piel arde por la fuerza que ejercí, tenía tantas ganas de hacerlo, me las debía desde hace un mes.

—Cuida tus palabras, ya no soy la misma tonta que te amaba.

—Cómo te atreves a pegarme, maldita zorra —dice al tiempo que lo veo levantarme la mano.

Cierro los ojos esperando el impacto, pero nunca sucede.

—A una mujer no se le toca a no ser en la cama y con su consentimiento. —Escucho una voz aterciopelada y varonil.

Abro mis ojos y veo a un hombre sosteniendo la mano de Sam.

—¿Y tú quién diablos te crees? Esto es entre mi prometida y yo.

Esos ojos azules como el mismo cielo, se posan en mí, su mirada es carente de alguna expresión, sin embargo, me hace temblar por los nervios.

—Yo no soy nada tuyo —le respondo en un susurro mientras agacho la mirada y es que estar bajo el escrutinio de este hombre que parece sacado del mismo Inframundo, me hace sentir pequeña y demasiado avergonzada.

—Ya la escuchaste, ahora vete —le dice al tiempo que lo suelta y sin hacer el mínimo esfuerzo, Sam casi se tropieza cuando el desconocido le da un pequeño empujón.

Lo observo fijamente, él tiene una belleza hipnotizante, un algo que me atrae como si fuera imán, esa mirada me hace tragar saliva, su cabello oscuro luce un poco desordenado haciéndolo ver como un chico peligroso y sí que lo es. Mi mirada lo sigue recorriendo, su rostro es perfecto, con su mandíbula cuadrada y su nariz respingada, luego esos labios que se ven rojos, suaves y tentadores. Dejo salir un pequeño suspiro de forma inconsciente, lo veo tragar saliva haciendo que su manzana de Adán se le mueva. Por el infierno que ahora me consume, tiene unos brazos fuertes y segura estoy que debajo de esa ropa, hay un cuerpo perfecto. ¡Por los cielos!, de dónde habrá salido tan impresionante hombre.




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