Siento que me he lanzado de cabeza por un precipicio, no medí las consecuencias, en mi desesperación, dije lo que pensé, ahora ya no hay marcha atrás, tendré que afrontar su juicio.
Mi madre se queda en silencio por unos breves instantes. Luego, se echa a reír, es una risa amarga y sarcástica.
—No digas tonterías —dice mientras niega incrédula—. Sé muy bien que Sam buscó en otra lo que tú no le diste. ¿O me vas a decir que fué por obra y gracia de un espíritu? —Luego se persigna—. Ya hasta he pecado por tus disparates.
Niego mientras dejo salir el aire que sin darme cuenta estaba conteniendo. La expresión de mi madre cambia al ver la mía. Me muerdo el labio para evitar que mis lágrimas caigan, pero aún así, no lo puedo evitar. Mis ojos se cristalizan y las lágrimas empiezan a deslizarse por mis mejillas.
Un silencio tenso empaña el ambiente, mientras mi madre me observa fijamente. Su rostro se endurece, y veo como la furia empieza a tomar forma en su mirada.
—No… no puede ser —susurra mientras niega—. ¡Dime que no es cierto! —exclama dejando ver su ira y frustración.
—Lo siento…
Mi voz se quiebra, ni siquiera sé qué decir.
—¿Estás embarazada? —vuelve a indagar, como si quisiera convencerse a sí misma—. ¿Cómo pudiste hacer algo tan irresponsable? ¿No piensas en nada? ¿En nuestra situación?
Cada palabra, cada mirada de reproche es como un filoso cuchillo que se clava en mi ser.
»¿De quién es? —me exige saber—. ¡Dime quién es el padre!
Niego, incapaz de responder a esa pregunta mientras esquivo su mirada. Ella se acerca a mí, toma mi mentón y me obliga a mirarla a los ojos.
—Quiero que me digas la verdad —me dice con autoridad—. ¿Acaso Sam abusó de ti? Porque si ese es el caso, te llevaré ahora mismo con él para que se haga cargo.
Aprieto los ojos sintiendo ese dolor profundo y desgarrador.
—Si ese fuera el caso, ¿Crees que yo querría estar con mi abusador? —La cuestiono amargamente mientras me alejo de ella, ya que siento que su toque me quema.
—¡No me importa lo que quieras! —dice, cada palabra se clava como un puñal en mi pecho—. En nuestra situación, no podemos darnos el lujo de escoger. Así que obligaré a ese bastardo a hacerse responsable. Iremos ahora mismo a buscarlo.
Me toma del brazo con la intención de llevarme a buscarlo, pero yo me suelto de su agarre.
—¿Acaso no te importan mis sentimientos? —la enfrento—. No estoy segura quién es el padre, no recuerdo nada de esa noche. Sé que alguien se aprovechó de mí, porque al otro día cuando desperté, mi parte íntima me ardía y había sangre en las sábanas, de ahí, no tengo idea de lo que realmente sucedió —confieso sintiéndome avergonzada.
—¿Fué esa noche que no viniste a dormir, verdad? —me cuestiona.
—Sí —respondo sin atreverme a mirarla a la cara.
—¿Quién más, sino él? —lo dice como una pregunta aunque sé que es una afirmación—. Ese canalla te puso una trampa, piénsalo bien, ¿Con quién estuviste esa noche? Además, fuiste su novia por bastante tiempo y seguro le dañaste el orgullo cuando lo dejaste plantado, esa fue su venganza, pero no se quedará así, voy a hacer que se responsabilice por su bajeza.
—¡He dicho que no! —exclamo con frustración—. No quiero tener nada que ver con Sam.
—Entonces iremos a poner una denuncia en su contra —sugiere.
—¿Has pensado en el escándalo que se formará? —indago con angustia—. Me van a señalar a mí, ya he tenido suficiente con las habladurías de la gente. Además, no tengo pruebas, solo será mi palabra en contra de él.
—Pero si pruebas que fuiste abusada podrás optar por el aborto, la ley te ampara y nadie te juzgará. —Sus palabras me dejan perpleja.
Me llevo las manos al rostro mientras mis lágrimas siguen empapando mis mejillas. Esa sería una salida rápida, pero no puedo hacerlo. Ni siquiera puedo concebir la idea sin que me sienta culpable.
—Tampoco haré eso, tendré al bebé —le respondo con determinación.
—¡Estás loca! —exclama con frustración—. No tenemos dinero ni para comer, mucho menos para criar a una criatura, piénsalo bien, estás siendo egoísta.
—Ya lo he decidido, si te lo conté, es para que dejes de intentar empujarme a los brazos de un extraño, aunque siendo sincera, no creo que un hombre como él tenga interés en alguien tan insignificante como yo.
Ella se sienta frente a mí. Luce pensativa, no me agrada en nada su actitud.
—Sé que eres inteligente —dice con un tono manipulador—. Apenas y ha pasado un mes, podrías aprovechar esta oportunidad y ganarte al señor Drakov, quizá en un tiempo récord podrían avanzar en la relación y hacerle creer que esa criatura es suya.
Sus palabras me dejan helada.
—De ninguna manera, yo no soy esa clase de persona —le respondo a la defensiva.
—Piénsalo bien —insiste—. ¿Cómo vas a mantener a esa criatura? Es tu única oportunidad, es obvio que el señor Fenrir está interesado en ti, de lo contrario no se hubiera molestado en mandarnos toda esta ayuda. Él sin duda alguna es el mejor partido, es rico y con eso es más que suficiente.