La quinta ronda llegó, yo estaba nerviosa, Lucas tenía muchas posibilidades de ganar y eso no me importaba, sino lo que fuera a pedirme al ganar la apuesta.
—¿Qué tal van las cosas con Lucas? —me preguntó mamá en la mañana mientras desayunábamos, papá y yo la miramos confundidos.
—¿A qué te refieres? —pregunté llevando una tostada a la boca.
—¿Son solo amigos o ya son novios? —preguntó.
Me atraganté con lo que estaba masticando y comencé a toser como una demente, luego de un momento logré calmarme y bebí un poco de jugo para bajar.
—Somos solo amigos —dije mirando la tostada sobre mi plato —¿Por qué piensas que somos novios?
Papá rió con disimulo y mamá me sonrió con ternura.
—Ay Maia, cualquiera que los viera pensaría que son novios, son muy tiernos cuando están juntos.
La miré un momento y luego a papá, él asintió dándole la razón.
—Bueno. ¿Es qué acaso hay que ser novios para quererse? —pregunté.
—No. ¿Estás admitiendo que lo quieres? —preguntó papá.
—Claro que lo quiero, es mi mejor amigo —dije en tono obvio y esas palabras eran tan ciertas como falsas.
—De acuerdo —dijo mamá y ahí terminó la conversación sobre ese tema, pero sin embargo sus palabras no salieron de mi mente.
¿Acaso yo era demasiado obvia mostrando mis sentimientos hacia Lucas? Los amigos se abrazan y bromean entre ellos ¿no?
Alejé esos pensamientos y me concentré en lo que las chicas estaban diciendo, hablan sobre una fiesta que harían esta noche unos amigos.
—¿Tu vienes Maia? —preguntó Sam.
—No lo sé —dije —Mamá se va en la mañana quiero pasar tiempo con ella.
—Está bien —dijo con una mueca —Pero si cambias de opinión dinos.
Asentí.
—¿Qué? —pregunté luego de un rato cuando todas me estaban mirando raro.
—¿Te sucede algo? —preguntó Gaby.
—No. ¿Por qué? —pregunté confundida.
—Bueno hace veinte minutos estar revolviendo tu helado y mirando la nada —dijo Sam —Tú nunca dejas que el helado se derrita.
Miré mis manos y me di cuenta que tenían razón, ni siquiera me había dado cuenta de que lo hacía, estaba perdida en mis pensamientos.
—No me pasa nada, solo estoy pensando —dije restándole importancia.
—¿En Lucas? —preguntó Vero, aunque era más una afirmación.
—No... ¿Si? —solté un suspiro haciéndolas reír —Estoy pensando en que podría pedirme si gana la apuesta.
—A mi se me ocurre algo que pude pedirte —dijo Pame movimiento las cejas de forma seductora.
La golpeé en el brazo —Cállate —dije sintiendo mi cara arder —Él no haría eso —murmuré.
—Quizás te pide una cita —dijo Sam.
Camila se rió haciendo que la viéramos, ella miraba su celular, cuando se dio cuenta que la mirábamos levantó la vista.
—Lo siento. ¿Qué? —preguntó.
—Estamos viendo que puede pedirme Lucas si gana la apuesta —dije —¿Alguna idea?
Negó con la cabeza —No, Mario lo sabe, pero que ha querido decirme nada, Lucas se lo prohibió —hizo una pausa —No creo que sea nada malo, tranquila.
—No te preocupes, es unas horas lo sabrás —me aminó Vero.
***
—Suerte —le dije.
Lucas sonrió y luego le dio un beso al collar que yo le había regalado —Ahora tengo un amuleto —dijo.
—No seas tonto —dije sonriendo —Vete —le di un pequeño empujón para que fuera a su sitio.
Me dio un rápido beso en la mejilla antes de salir corriendo hacia su lugar.
Luego de todo el discurso del presentador los cinco participantes se metieron al agua, uno de los chicos tomó una ola muy grande y terminó cayéndose, eso seguramente le quitaría puntos, Lucas lo hizo bien, pero otro de los chicos era realmente bueno, ese seguramente pasara a la final, y puede que Lucas lo acompañara.
Salieron del agua unos minutos después y los jueces se pusieron a hablar inmediatamente.
El chico que cayó en una de las olas sacó cuatro ocho, luego fue el turno del que era muy bueno, ese como imaginé sacó cuatro nueves, al próximo chico le dieron dos ocho y dos nueves y al otro tres nueves y un ocho.
Ahora era el turno de Lucas, había tenido muy buenos puntajes en las rondas anteriores, pero aun así necesitaba un buen puntaje para pasar.
—Ahora es el turno de Lucas Taylor —dijo el presentador —Veamos que puntaje le dan los jueces, un ocho —anunció el primero, yo solté una maldición —Un nueve, otro nueve —crucé los dedos y cerré los ojos, si sacaba un nueve pasaría de ronda —Y un nueve —anunció en alto.