Amor de Agua Salada

Especial

Puse las manos en los bolsillos delanteros del vaquero y me balanceé un poco sobre mis talones mientras estiraba el cuello e intentaba ver entre los pasajeros.

Ella aún no aparecía y yo cada vez me ponía más nervioso, no estaba seguro de lo que haría, no porque no lo quisiera, sino porque habían pasado dos años desde la última vez que la vi y me daba miedo que no reaccionara como yo esperaba.

Luego de unos minutos logré ver su cabellera castaña, sonreí al verla fruncir los labios mientras miraba alrededor, siempre hacía eso cuando se concentraba.

Segundos después sus hermosos ojos mieles se encontraron con los míos al tiempo que una sonrisa aparecía en su rostro.

Como había sucedido desde que la conocí no pude evitar perderme es su deslumbrarte sonrisa que hacía que algo dentro de mi se animara, amaba verla sonreír, amaba todo de ella.

Nos quedamos unos segundos viéndonos fijamente, ella dejó caer su maleta y corrió hacia mi, abrí mis brazos atrapándola entre ellos cuando me alcanzó.

Mis labios ansiosos no tardaron en encontrar los suyos, ella me respondió con la misma pasión.

—Te extrañé —dijo cuando nos separamos por falta de aire.

—Yo te extrañé más —dije dándole un pequeño beso —Te amo.

Sus ojos brillaron al escucharme —No tanto como yo te amo a ti —respondió con una sonrisa.

Me mordí el labio intentando contener las ganas de hacer lo que tenía planeado aquí mismo.

—Ven, vamos —le dije soltando su cintura para tomar su mano.

La ayudé a cargar su equipaje y luego nos dirigimos fuera del aeropuerto.

—¿Cómo estuvo el viaje? —pregunté abriéndole la puerta del auto.

Me sonrió antes de entrar, me dirigí rápidamente al asiento del conductor y me metí dentro.

—Estuvo bien, a mi lado había una anciana muy simpática, estuvimos todo el viaje charlando, me contó la historia de como conoció a su esposo —hizo una pausa soltando un suspiro —Llevan juntos cuarenta años ¿No es increíble? —preguntó mirándome.

Sonreí asintiendo en su dirección —Si, debe ser hermoso vivir toda tu vida con la persona que amas.

Ella sonrió, poco después su sonrisa se borró y bajo la mirada, sabía en que estaba pensando, un nudo se formó en mi garganta, ya habían pasado seis años, pero seguía doliendo de la misma manera.

—¿Has sabido de ella? —preguntó un momento después.

Asentí levemente —Hace unos meses nos envió una carta junto con su nuevo libro, está teniendo mucho excito.

—¿Pero está bien? No he sabido de ella desde aquel verano.

Un montón de recuerdos invadieron mi mente, cuando zarpamos en la mañana, la tormenta que nos agarró de regreso, el rayo impactando contra el barco, él cayendo, yo llegando demasiado tarde, todo pasó muy rápido, todos quedamos destrozados luego de su muerte.

Pestañé varias veces ahuyentando las lágrimas y sacudí la cabeza alejando esos pensamientos, este era un momento muy especial, él no hubiera querido que me pusiera mal, debía estar feliz.

—Está bien —respondí luego de un momento —No fue fácil, nunca lo superará, creo que ninguno lo haremos, pero está bien, está feliz por las ventas, creo que no esperaba tener tanto excito, aunque el libro es increíble.

Ella asintió —Me alegro, se merece ser feliz. ¿Tu familia se encuentra bien?

—Si, nos hemos tenido los unos a los otros —la miré para sonreír levemente —Y yo te he tenido a ti.

Me devolvió la sonrisa —Lamento haberme ido tanto tiempo —se disculpó.

Negué con la cabeza —Está bien, ya estás aquí y no voy a dejar que te escapes.

Soltó una pequeña risa que me hizo sonreír.

Media hora más tarde llegamos a la casa de sus padres, minutos antes, sin que ella me viera le había enviado un mensaje a su madre para que estuvieran listos.

Bajamos del auto y saqué las maletas, ella se adelantó sacando las llaves para abrir la puerta, la seguí detrás.

—BIENVENIDA A CASA —gritaron todos en cuanto ella entró y luego la envolvieron en un abrazo familiar.

Solté las maletas a un lado de la puerta y me acerqué sonriendo, ella me miró levantando una ceja, me encogí de hombros de forma inocente.

Alguien más se asomó entre el circulo, ella abrió sus ojos sorprendida antes de sonreír ampliamente y abrazarla.

—¿Qué haces aquí? —preguntó confundida.

—No podía perderme un momento tan especial —dijo guiñándome un ojos antes de hacerle una seña para que se diera la vuelta.

—¿Qué? —preguntó cuando vio que me agachaba apoyando una rodilla en el suelo, los demás nos rodearon formando un circulo.

Me aclaré la garganta sintiendo los nervios volver —Han pasado un poco más de siete años desde la primera ver que te vi, en cuanto escuché tu voz no pude evitar posar mis ojos en ti, el color miel de los tuyos me atrapó inmediatamente, la forma en que tu cabello caía por tus hombros y el suave movimiento de tus labios al hablar hicieron que me perdiera —hice una pausa, ella solo me miraba fijamente —No creí que te volvieras tan importante, no creí jamás encontrar a una chica como tú, alguien que encajara perfectamente conmigo, no imaginé que iba a amarte tanto. Eres lo mejor que me ha pasado, eres la mejor decisión que tomé en mi vida, y es por eso que hoy, quiero entregarte el resto de ella, quiero pelear contigo por cosas estúpidas, complacer tus caprichos, verte reír, viajar por el mundo, tener hijos, quiero compartir cada comento contigo —saqué la cajita del bolsillo y la abrí dejando ver el anillo —Camila Miller ¿Aceptas ser mi esposa?



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En el texto hay: primeramor, verano, romance

Editado: 12.12.2018

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