Advertencia: Este relato aborda temas sensibles que pueden resultar perturbadores para algunos lectores. Se recomienda discreción.
Con los papeles en mano, comienza a caminar rumbo a la oficina de su jefe. La planta está desierta y la penumbra le genera un escalofrío inesperado. No cree en fantasmas, pero no puede evitar recordar la historia que su compañera le contó donde la anterior secretaria dejó el trabajo tras asegurar haber visto una figura espectral en las noches.
Sacude la cabeza intentando apartar esas ideas. Seguro hay una explicación más lógica para su partida, mientras avanza el eco de sus pasos resuena por los pasillos vacíos. Su corazón comienza a latir más rápido cuando ve que la puerta de la oficina está entreabierta.
Con un gesto de duda empuja la puerta y entra. La habitación está vacía y el escritorio de su jefe parece tan frío e impersonal como siempre ella suspira aliviada y coloca los papeles sobre la mesa pero en el momento en que gira para salir un estruendo la paraliza la puerta se cierra de golpe tras ella.
Su respiración se acelera mientras se da la vuelta con un sobresalto. La piel se le eriza cuando se encuentra cara a cara con una figura que no debería estar alli... una sonrisa torcida se dibuja en el rostro de quien está frente a ella, y algo en su mirada la llena de un miedo que nunca antes había sentido.
El silencio de la planta parece confirmar lo que su instinto le grita aunque gritara con todas sus fuerzas nadie la escucharía. Ahora lo entiende con una certeza que le hiela los huesos por qué la anterior secretaria abandonó ese puesto.